EL BÚNKER IV
4052018
PARÁBOLA SOBRE CÓMO EL HABITANTE DEL BUNKER DESCRUBRE INTRUSOS
La imaginación es una de nuestras facultades más hermosas, sin ella seríamos prisioneros en celdas de cristal, podríamos ver lo que nos rodea pero no podríamos acceder a ello, tan solo movernos por esa diminuta celda donde nosotros mismos nos hemos hecho prisioneros.
Tiene un fuerte componente visual. La vista es primordial en toda fantasía. También utilizamos otros sentidos, como el oído, cuando imaginamos estar oyendo una melodía, por ejemplo; como el olfato, cuando fantaseamos con el delicioso olor de un guiso que nos vamos a hacer; como el tacto, cuando imaginamos las caricias sobre la piel de nuestra futura pareja; como el gusto, cuando nos adelantamos al gusto del plato que el camarero acaba de colocar ante nosotros en el restaurante.
En este viaje imaginativo la vista es imprescindible, aunque el resto de sentidos ayudarán mucho si deciden acompañarme en este viaje. Les invito a realizar un viaje fantástico que les ayudará a comprender las consecuencias de la expansión de la consciencia. Olvídense por un momento de lo que consideran real y acepten su vida en el bunker como hipótesis de trabajo. Cuando el viaje termine serán libres para decidir si el viaje ha sido o no “real”.
Imaginen que están dormidos en el lecho de su búnker. Si les disgusta sentirse atrapados en un búnker, si se sienten claustrofóbicos, cámbienlo por su propia casa, con algunas “mejoras”. Visualicen este hogar hipotético con todos los detalles que deseen y sean capaces, cuantos más mejor, la visualización mejora con los detalles que se le vayan añadiendo al cuadro. Les voy a recordar unas claves que ya les di anteriormente, añadiendo algunas más. Les ayudará a no perderse en esta fantasía. Las claves son éstas:
-El búnker o su hogar mejorado: su cuerpo físico.
-El residente: su consciencia.
-Los intrusos: otras consciencias, mentes, espíritus, almas o como quieran denominarlos.
-El día: el yo consciente.
-La noche: el yo subconsciente o sueño.
-La televisión y el vídeo: sus propias ideas y fantasías observadas objetivamente.
-El entorno fuera del búnker: lo que ustedes llaman realidad.
-La policía: los otros fuera del búnker, cuando es de día.
Están dormidos, recuerden. Algo les despierta. Puede ser un ruido, una sensación, lo que quieran. Se levantan. Van recorriendo las dependencias de su búnker encendiendo todas las luces. Todo está como siempre, vacío, están solos como siempre. Recorren el pasillo, el dormitorio de invitados, la cocina… Nada raro. Llegan al salón. No… No. ¿Qué ocurre? Hay un intruso. ¿Quién es? Lo ignoran, puede ser un ladrón que se ha colado de forma totalmente imprevisible, porque recuerdan haber seguido la rutina de todas las noches antes de irse a la cama: recorrer toda la casa, mirando que las ventanas estén bien cerradas, las persianas bajadas, la puerta o las puertas cerradas, don doble vuelta de llave y la llave por dentro; la alarma activada, han mirado incluso dentro de los armarios, en el cuarto de baño, han recorrido cada habitación, incluso han mirado dentro del frigorífico… por si acaso. Reconocen que son un poco paranoicos, pero son así, les gusta saber que están solos en su casa, que están protegidos. Den un paso más, su casa es un bunker a prueba de intrusos, con la alarma última generación, con todas las medidas de seguridad posibles, no hay ventanas solo ventanucos con barras de hierro, con una persiana de acero que se cierra automáticamente. Si están dispuestos a llevar hasta las últimas consecuencias esta fantasía, esta hipótesis de trabajo, imaginen que el bunker tiene por fuera ametralladoras, cañones, misiles, lo que quieran, todos conectados con la alarma, cuando algún intruso intente forzar su búnker será recibido y bien recibido por su armamento a prueba de intrusos. Pueden imaginarse, llevando la fantasía hasta el delirio, que los países, las naciones, funcionan de forma parecida, son auténticos búnkers.
Se detienen en la puerta y observan. El intruso ha encendido “su” televisor y está contemplando un vídeo tranquilamente. Es una grabación realizada por ustedes tiempo atrás. En ella aparecen ustedes, su familia, sus seres queridos, las personas que forman o han formado parte de su vida, de su pasado o de su presente.
Se enfadan. Alguien ha penetrado su intimidad, sin su permiso, con toda desvergüenza y desfachatez. ¿Quién es este intruso? Deciden echarlo a patadas. Pero antes van a ser corteses, lo que él no ha sido, van a ser amables, van a intentar solucionar este problema por las buenas. Para ello alzan la voz, le hablan, procurando ser muy, muy, pero que muy amables:
-Oiga, amigo. No sé si se ha dado usted cuenta, pero está en “mi” casa. No sé cómo ha entrado, pero yo no le he dado permiso. Le ruego que salga cuanto antes. Me gustaría que me explicara cómo lo ha hecho, si quiere, de todas formas redoblaré las medidas de seguridad de mi búnker.
El intruso no se mueve, parece que ni siquiera le oye. Está muy concentrado viendo el vídeo, no se ha dado por aludido, ni siquiera ha movido la cabeza para saber quién le está hablando. Avanzan unos pasos, con prudencia, con mucho cuidado, les gustaría ver el rostro del intruso, quieren descartar que pueda ser un familiar, un amigo, un amante al que le han facilitado las llaves y las instrucciones para desactivar la alarma. No lo recuerdan, pero hay muchas cosas que no recuerdan, puede haber sucedido. Lo descartan. Esto es un bunker para su exclusivo uso, solo ustedes pueden estar en él, solo ustedes pueden acceder a él.
Como esto es una fantasía, una hipótesis de trabajo, una novela, pueden ustedes fantasear lo que quieran, pasar algunas líneas rojas, todas las líneas rojas, todo les está permitido. Al fin y al cabo cuando quieran pueden despertar de su fantasía, de su sueño, anular la hipótesis de trabajo, regresar a su vida corriente y aquí no ha pasado nada. Pero ¿por qué hacerlo? No van a sufrir ningún daño, están dentro de su mente donde nadie puede entrar salvo ustedes, todo se desarrolla dentro de su cráneo, al que nadie puede acceder, salvo que ustedes decidan contar sus experiencias íntimas, sus pensamientos y sentimientos más escondidos, será como invitar a alguien a su casa, a su búnker, y eso lo hacen muy pocas veces. Dentro de su cráneo ustedes son los amos, los reyes, ¿por qué no fantasear, jugar, divertirse, formular cualquier hipótesis de trabajo? Pues bien, hagámoslo. Estamos en el año tres mil, cuatro mil, diez mil, cien mil… Bueno, eso no, sin pasarse, porque resulta poco verosímil que la especie humana dure tanto, con su estupidez congénita y la ciencia y la técnica inventando constantemente nuevas formas de destruir, de eliminar todo lo que se ponga a su alcance. En ese futuro hipotético se ha inventado algo que permite a los seres humanos llevar la casa a cuestas, como los caracoles. Son auténticos búnkers a prueba de intrusos que incluso se pueden desplazar, por el suelo, por el aire, subir en vertical, bailar la danza del vientre entre las nubes.
Así pues, llamar a la policía para que eche a ese “supuesto” intruso sería una gran tontería. Se reirían en su cara. Nadie puede entrar en el búnker de otro sin su permiso, sin que éste haya desactivado las alarmas o serían electrocutados, barridos por las ametralladoras y cañones. Es así por definición. En esto se basa su civilización actual, portentosa, alcanzada tras miles de años de evolución. No permitirán que la eche abajo anunciando que los intrusos se pueden colar en los búnkers. Incluso ustedes lo dudan. Esto no está pasando, estaré soñando, etc etc.
Solo les queda echar al intruso a patadas, pero no se atreven a hacerlo porque tienen miedo de descubrir que el intruso no existe, que es producto de su imaginación, estarían delirando, sufriendo alucinaciones, estarían enfermos, muy enfermos. Además el intruso no está haciendo nada malo, no rompe nada, no saquea su despensa, solo sacia su curiosidad morbosa. Puede ver sus vídeos cuantas veces quiera, incluso los más íntimos, que han grabado solo para ustedes, cuando estén solos y que ocultan en una caja fuerte escondida. Pueden ver las escenas familiares más tiernas e íntimas, cuando dejan pasar a sus búnkers a sus seres más queridos para celebrar cualquier cosa. Suponiendo que exista el intruso y no sea producto de su imaginación, no recordará nada de lo visto al salir de su búnker, tampoco podrá llevarse nada, porque todo forma parte de un organismo vivo que no permite que le arranquen ni una sola célula sin quejarse y reaccionar de forma violenta.
Se lo piensan un buen rato y regresan al lecho. Pero no pueden dormir. Cada poco se levantan, para ver si el intruso sigue ahí o su mente ha recobrado la normalidad y todo está como debería estar. Continúa viendo vídeos, su curiosidad parece insaciable. Ustedes no pueden quedarse dormidos con un intruso dentro de su búnker por lo que continúan levantándose hasta que pasadas unas horas observan pasmados que ya no hay nadie. El intruso se ha ido. No puede ser. Recorren la casa abriendo armarios, cajones, el frigorífico, la lavadora, miran bajo la cama, bajo las mesas, las sillas, miran en la despensa. Les da igual que alguien pudiera pensar que se han vuelto locos, porque no hay nadie para observar sus ires y venires. Saben que un intruso no puede esconderse en un cajón, salvo que fuera un gnomito y aquel no lo era, pero por si acaso hasta levantan los cubiertos, no sea que se esconda debajo. Si el intruso ha conseguido entrar a pesar de las alarmas sería capaz de cualquier cosa, hasta de esconderse bajo una cuchara. Al fin se quedan tranquilos, regresan a la cama y se quedan dormidos. Sabiendo que cuando despierten y el día ilumine su búnker tendrán que recapitular lo ocurrido, deberán replantearse muchas cosas, entre ellas la impenetrabilidad de un búnker. Lo pasarán muy mal durante un tiempo, sin embargo esperan que todo lo vuelva a la normalidad en un periodo más o menos largo de tiempo.