Categoría: EL RINCÓN DE LOS MICRORRELATOS

LA PRÓXIMA PANDEMIA (APOCALIPSIS VENTOSO)


APOCALIPSIS VENTOSO

LA PRÓXIMA PANDEMIA (APOCALIPSIS VENTOSO)

Hay escritores que en su tiempo –después de su muerte, claro- fueron considerados como una especie de profetas o videntes porque narraron acontecimientos considerados imposibles en su momento y que años después –tras su muerte, por supuesto- sucedieron como la cosa más natural del mundo.  Se me ocurre el caso, muy conocido, de Julio Verne y el submarino Nautilus de su capitán Nemo. También habrán oído hablar del escritor que tenía un manuscrito en un cajón y que cuando se publicó, durante la famosa pandemia del Covid, muchos críticos y lectores coincidieron en que parecía una auténtica profecía de lo que efectivamente ocurrió. Seguro que se acuerdan porque la pandemia de la que les hablo sucedió no hace muchos años. En aquel momento se elucubró sobre la siguiente pandemia que asolaría a la humanidad. Lo que nadie pudo prever entonces fue que un escritor desconocido y bastante malucho, por emplear un término despectivo que no me hiera salvajemente, porque ese escritor soy yo, el mismo que viste y calza, acertara a describir con tal cúmulo de matices, la próxima pandemia que sufriría la humanidad y que por desgracia ya estamos viviendo todos.

Los hechos escuetos y tan tontos que dan risa fueron los siguientes: En una de las muchas etapas depresivas por las que ha atravesado mi vida se me ocurrió una idea para un relato. La idea era tan delirante que yo mismo la arrinconé en una carpeta de mi ordenador. Seré un escritor malucho y desconocido, pero tengo fama, reducida, por supuesto, de ser el escritor más delirante que ha parido madre. Pero aquella historia sobrepasaba todos los límites, todas las líneas rojas de la imaginación más delirante. En aquella carpeta de mi ordenador vivió durante años el sueño de los justos, hasta que un día, no recuerdo cuál, debido a un episodio que aparece confuso en mi mente, tal vez un simple enfado contra la humanidad, algo que me sucede un día sí y otro también, decidí escribir de una vez aquel relato y librarme para siempre de aquel apestoso olor que desprendía aquella historia. Lo hice, subí el relato a mi blog, donde fue visto por tan pocos lectores que más me hubiera valido leérselo a mis gatitos, ellos me habrían hecho más caso.

Sin embargo por uno de esos azares del destino que me persiguen con tanta malevolencia  como al personaje de mi novela inacabada, El buscador del destino, en cuanto ocurrieron realmente los hechos sobre los que versaba mi relato, un lector despistado llegó hasta mi blog, leyó aquella delirante historia atrasada y le llamó tanto la atención que lo compartió en las redes. De pronto pasé de ser un escritor desconocido y malucho a convertirme en el nuevo Julio Verne de los tiempos modernos. Por suerte había elegido un alias impronunciable, Slictik, y nadie lo pudo pronunciar, ni siquiera los temidos hackers lograron conocer mi identidad que permanece en el más estricto anonimato, ahora y para siempre.

Para que se hagan una idea de si tanta algazara es o no merecida, haré una escueta comparación entre mi relato y la realidad que por desgracia estamos viviendo. En mi historia el nuevo virus se escapaba de un laboratorio militar que trabajaba en la guerra biológica que terminaría con todas las guerras. Se les escapó, no porque no hubieran tomado todas las precauciones posibles, simplemente unos bichitos tan pequeños se acaban escapando de cualquier sitio donde los encierren. ¿Por qué algunos Estados, o todos, o casi todos, continuaron experimentando en sus laboratorios de guerra biológica tras la famosa y terrible pandemia del Covid 19? Es un misterio que ni las mentes más sabias de un futuro distópico podrán nunca dilucidar. El bichito se escapó y se produjo la próxima pandemia que todos esperaban pero nadie imaginó de esa manera. Todos trataron de ocultar la verdad, pero ésta fue tan explosiva que no quedó otro remedio que admitir los hechos. Ahora sabemos de qué laboratorio se escapó el nuevo virus, cuándo, por qué, debido a qué, y sobre todo todos conocemos sus truculentos efectos.

Ni al famoso tonto que asó la manteca se le pudo ocurrir un diseño vírico tan ridículo. En su disculpa deberíamos decir que no quiso matar a nadie y sí terminar con todas las guerras de la forma más humana y menos calamitosa posible. Pensarán que era aún más tonto que el que asó la manteca porque se supone que un país en guerra biológica debe tener un antídoto para los bichos con los que rocían a sus enemigos, pero en este caso el virus se escapó antes del antídoto y eso no es culpa de nadie, antes de tener un antídoto contra un bichito debes tener primero el bichito. Elemental, querido Watson.

Como en mi relato, delirante pero también humorístico, o al menos esa fue mi intención, los efectos fueron tan esperpénticos, tan hilarantes, que la gente tardó en reaccionar, incluso los gobiernos que no dieron la menor importancia a que unos cuantos contagiados comenzaran a ventosear a diestro y siniestro, en público y en privado. Porque este fue el primer síntoma. Lo achacaron a que todo el mundo se había puesto a comer fabada asturiana después de que un experimento científico concluyera que era mucho mejor que la dieta mediterránea. Esto cayó por su propio peso cuando un número estadístico relevante de contagiados no habían probado la fabada asturiana y seguían con sus estrambóticas dietas para adelgazar.

Solo con el tiempo los gobiernos empezaron a preocuparse. Al fin y al cabo que todo el mundo ventoseara, en público y en privado, solo ocasionaba una vergüenza ruborosa. No había muertos, los hospitales no colapsaban, como mucho en algunos casos concretos y estadísticamente irrelevantes, uno por millón, al ataque ventoso se unía una diarrea explosiva de no te menees que obligaba al internamiento del paciente, pero como les hidrataban muy bien y les cortaban las terribles diarreas con medicamentos ya existentes en el mercado, no pareció suficiente para decretar una emergencia planetaria con toques de queda, de alarma, declaraciones de estados de sitio y toda la parafernalia. Al principio costó adaptarse a los nuevos tiempos, a la nueva normalidad, no era fácil ver telediarios entre toques de saxofón sincopados, por emplear una metáfora que me permita seguir hablando de algo tan repugnante sin sufrir una censura inquisitorial. Los no contagiados se tronchaban de la risa y algunos sufrieron colapsos histéricos que obligaron a ser internados de inmediato. Esto comenzaba a ser preocupante.

Costó asumir la nueva normalidad. Telediarios trompeteros, transmisiones deportivas con orquesta de viento, conversaciones políticamente correctas que terminaban a la greña porque alguien no había podido controlar el viento huracanado que soplaba en su vientre, tertulianos que aprendieron a responderse más con código morse a volumen sensoround que con las clásicas interrupciones, políticos que discurseaban intentando subir el tono más que sus enemigos políticos e ideológicos. Todo aquello tenía mala pinta, muy mala pinta. Hubo quien comenzó a hablar de un apocalipsis ventoso que acabarían con toda la humanidad, si no hoy, seguro que mañana. Esa era la próxima pandemia, que todo el mundo había profetizado. Al menos, pensaban algunos, no hay muertos, y lo que no mata engorda, sin darse cuenta de que todo el mundo estaba adelgazando a marchas forzadas, porque procuraban comer lo menos posible, o más bien nada, para evitar que fermentaran gases donde quiera que se produjera la fermentación, estómago, intestino, donde fuera. Algunos no lo sabían y yo tampoco. Solo que en mi caso, como vivía solo, aislado, en plena naturaleza, lejos de todo mundanal ruido continué comiendo como de costumbre, mucho. Aprendí a tocar el saxofón, canciones incluso líricas, me divertía, lo pasaba en grande. El problema es que no podía dormir, sufrí de insomnio, como toda la población pero elevado a la enésima potencia. Eso ya era un serio problema, pero el mayor de los problemas fue que todos mis adorables gatitos, a los que tanto quería y tanto me querían, salían disparados, completamente aterrorizados ante semejante tormenta que no habían visto nunca en sus cortas vidas.  Los animales no sufrían el contagio del virus apocalíptico, ni fueron culpados por un virus biológico escapado de un laboratorio de guerra bacteriológica… digo virológica, digo biológica, digo… Estoy harto de decir contra mi voluntad.  El caso es que tuve que ponerme a dieta, aún más, dejé de comer, porque mis gatitos eran lo primero. Les continué dando su comidita rica pero yo no comía, nada de nada. Adelgacé tanto que tuve que comprar tirantes para que no se me cayeran los pantalones, y otros, interiores, para que no se me cayeran los calzoncillos. Eso era bueno, muy bueno, por primera vez estaba delgado, muy por debajo del peso normal para mi estatura, baja. Estaba tan guapo que hasta podría ligar si me lo proponía, algo que no había conseguido en toda mi vida. Lo malo es que eso también estaba desapareciendo, nadie intentaba ligar porque hasta el momento no se había conseguido acompasar los diferentes instrumentos para crear duetos clásicos, ni orquestas sinfónicas, ni nada de nada. No se ligaba, el sexo desapareció. El amor también hubiera desaparecido si antes hubiera existido sobre la faz de este planeta de nuestros pecados. A nadie le preocupó la desaparición del amor, pero sí la del sexo. Ya no habría placer, la humanidad desaparecería porque no se harían más niños. Se intentó en laboratorio, sin embargo nadie quería donar esperma ni óvulos, nadie estaba de humor para semejantes tonterías. El carácter se agrió, las risas se convirtieron en lágrimas. La gente está saliendo a las calles, con sus músicas trompeteras y clamando por justicia para los culpables. ¿Pero quiénes son los culpables? Todos, todos sin excepción, solo que algunos más que otros y otros muchísimo más que algunos.

Yo mismo, temiendo morir y dejar indefensos a mis adorables gatitos, tomé la decisión de salir a la calle con una pancarta en la que me reconocía como Slictik, el malucho e ignorado escritor que había anticipado la próxima pandemia en un relato titulado “Apocalipsis ventoso”. La pancarta era enorme porque en ella había escrito un manifiesto sobre el amor y sobre cómo la humanidad podría salir de este bache si hiciera esto y lo otro y lo de más allá. Siempre he sido un escritor muy prolífico. Tras de mí y la pancarta todos mis gatitos y los que se fueron uniendo en los pueblos que atravesaba, a paso tortuga, por supuesto, maullaban lastimeramente, no porque tuvieran hambre, porque tras de mí llevaba mi coche cargado de pienso y comidita rica para gatitos. Como no me quedaba para gasolina, me até los cinturones de cuero que no utilizaba a la cintura, ya tan magra que daba pena. Menos mal que mi pueblo está muy alto y de momento todo es cuesta abajo. Nadie me creyó, todos se burlaron de mí, me despreciaron como el escritor ignorado y malucho que soy. No creyeron que fuera vidente ni profeta ni nada. A grandes voces clamaba que podía demostrar que mi relato era anterior a la pandemia ventosa. Se rieron con más ganas, las fechas se pueden manipular en Internet, todo se puede manipular en el mundo virtual.

No me importa, seguiré clamando en el desierto.  Al menos algo bueno ha tenido esta pandemia. No sé si fue debido a la programación del genetista más tonto que el que asó la manteca, que trabajaba en un laboratorio de guerra biológica para alguna gran potencia o a una extraña y milagrosa mutación, lo importante es que todos los psicópatas, sociópatas, asesinos en serie, asesinos de niños del mundo fueron reconocidos por el silbido de serpiente de sus ventosidades. Algunos se arrojaron al mar, con las piedras de molino que encontraron, pocas, para cumplir con la maldición evangélica sobre los que escandalizaren a los pequeñuelos, mucho más si los matan. El resto fue encerrado en estrechas celdas donde sus ventosidades de silbidos de serpiente rebotaban en las paredes y regresaban a ellos una y otra vez.

Esto es un infierno, me tiemblan las piernas y he decidido castigarme con un látigo de piel de serpiente por haber comido tanto en esta vida. Pero a pesar de ello sigo mi cruzada profética. De vez en cuando descanso y todos los gatos vienen a mí, les acaricio, les beso en sus cabecitas angelicales y les doy su comidita rica. Yo también como algo para sobrevivir y continuar con la cruzada y no dejar huérfanos a mis gatitos. No me importa volverme trompetero, porque las trompetas del apocalipsis pueden ser también las trompetas del amor que se acerca tocando y cantando la novena sinfonía de Beethoven. Que así sea.

EL GATO QUE HABLA


EL GATO QUE HABLA

Ya había visto de todo en los vídeos virales sobre animales: un gato que parecía decir me ahogo mientras su estúpido dueño hacía como que le iba a ahogar en una piscina; otro gato que había aprendido a abrir la puerta de su casa para invitar a sus amigos, otros gatitos; un perro que tocaba el piano y montones de animales hablando como los humanos en estúpidas películas. Por eso no me preocupó demasiado que alguno de mis contactos más queridos de wasap, a quienes había enviado el vídeo de mi gato hablando como los humanos, en español, tuviera la desfachatez de subir el vídeo a youtube sin decirme nada. Pensé que no ocurriría nada. A mí también me habían mandado un vídeo en el que un gato hacía una especie de chiste sobre la pandemia hablando con la voz de un niño, claramente editada.

Las cosas más extrañas ocurren de la forma más simple. Mi relación con Zapi, como se llama mi gato, no fue fácil porque yo era un mascotero primerizo y porque los gatos son muy suyos, necesitan mucho, mucho tiempo, para coger confianza con un humano, lo que no significa que ya sean amigos de todos los humanos. Los gatos piensan, y con toda la razón del mundo, que no todos los humanos son iguales y si yo le demuestro que soy digno de confianza, los demás humanos tendrán que hacer lo mismo o no son aceptados. Pasados muchos meses durante los cuales le di de comer todos los días, dejé que entrara y saliera de mi casa, ahora la suya, le acaricié cuando él quería y no cuando a mí me apetecía, que durmiera en mi cama, ahora la suya, si le apetecía y si no, no, comencé a hablarle como si me entendiera, lo que era cierto, al menos en lo que a él le interesaba. Cuando estábamos juntos dejaba de ver la televisión o de leer para hablarle de todo un poco. Dicen que los gatos solo maúllan con los humanos, porque entre ellos no lo necesitan, se dan besitos en los morros, transmitiéndose todo lo necesario con sus bigotes y cuando necesitan un informe más detallado se huelen el culete. Mi gato comenzó a hablar conmigo en el lenguaje gatuno. Yo entendía lo básico, quiero comer, ábreme la puerta, gracias por la comidita rica que me has dado hoy…Me sorprendió mucho que en un momento determinado iniciara lo que yo llamaría la transición al lenguaje humano. Imitaba la cadencia de mi voz, sus maullidos se convirtieron en un lenguaje casi humano, salvo porque en lugar de palabras utilizaba sus sonidos gatunos. Con el tiempo observé que alguno de sus maullidos era casi una palabra humana. Le preguntaba si estaba bien y él me respondía bien, era inconfundible, en gatuno pero inconfundible. Sin darnos cuenta los dos llegamos a una comunicación básicamente humana con sonidos gatunos y en castellano. Muchos se sorprenden de que los animales no hablen. Craso error, hablan, solo que en su propio idioma. Nadie le diría a un ruso que no es inteligente porque hable en ruso y nosotros no lo entendamos, o a cualquier otro habitante del planeta porque se exprese en un idioma que no es el nuestro. Lo mismo pasa con los animales, hablan en su propio idioma y porque no lo entendamos no significa que no sean inteligentes. Con un ruso, por ejemplo, haríamos gestos para indicarle que tenemos hambre o que nos regale una botella de vodka, luego pasaríamos a imitar sus palabras rusas más comunes, como … sí esa palabra que significa a tu salud o algo parecido y que ahora no recuerdo, aunque la tengo en la punta de la lengua.

Así comenzamos a entendernos, hasta que un día me quedé pasmado cuando mi gato dijo dos o tres palabras humanas en lenguaje gatuno. No tenía a mano el móvil y no pude grabarle, pero en la siguiente ocasión sí que lo estuve y le grabé. Entusiasmado por los progresos de mi nene, envié la grabación a todos mis contactos y esto fue el fin del principio y el principio del fin. Alguien, no sé quién, lo subió a youtube, el vídeo se hizo viral y aquella fue la revolución gatuna y animal. Todos los dueños de mascotas les hablaron a las suyas, no como hacían siempre, como si fueran tontas y nunca serían capaces de aprender nada, sino como se habla a un bebé, que tiene que aprender pero que lo hará, solo hay que darle tiempo. Cuando un terror extraño, a que descubrieran que el gato era mío e intentaran robarlo o matarlo o hacer conmigo otro tanto, se apoderó de mí, me refugié en casa con Zapi y a cada minuto me informaba de lo que estaba pasando. No pasó nada, bueno al menos a mi gato y a mí, porque lo que es pasar, pasó de todo. Muchos otros animales aprendieron a hablar humano básico y sus grabaciones acapararon youtube. Los animalistas difundieron un manifiesto sobre los derechos de los animales, con el que todos los animales estuvieron de acuerdo y la mayoría de los humanos, aunque algunos no, los más retrógrados y salvajes. Se decidió que se dejaría de matar y comer a cualquier animal y se les trataría como las personitas inteligentes que eran, necesitadas de nuestra ayuda y cariño. Eso produjo una revolución en la alimentación, que ya se había iniciado con las hamburguesas veganas y los experimentos en laboratorios para lograr carne artificial. La alimentación humana cambió radicalmente, pero a los animales no se les convenció tan fácilmente, despreciaban la carne artificial, hasta mi gato prefería comerse un ratoncillo que pienso imitando la carne o el pescado. Pero con el tiempo todos comprendieron que si no querían matar a sus semejantes deberían aceptar la nueva alimentación. Y todos la aceptaron, exceptuando a los irracionales de siempre. Desaparecieron todos los cazadores, excepto algunos furtivos. Desparecieron los toros y las peleas de gallos y todas esas bestialidades. Cuando mi amigo, el difundidor del vídeo, confesó la verdad y dio mi nombre, ya era tarde, gracias a Dios, no interesé a nadie y me quedé tranquilamente en casita, hablando con Zapi y con los animales que pasaban por aquí. Sin poder evitarlo mi casa se hizo un lugar de peregrinación para todos los animales. No me llegó la pensión para alimentarlos a todos y tuve que pedir ayuda por Internet. Ahora soy feliz hablando con cualquier animal que quiera hablar conmigo y nadie me llama loco porque todos hacen lo mismo. Y colorín colorado, este cuento moralista se ha terminado.

MI ÚNICA VIDA


«Mi única vida»

César García

Todo empezó, si es que alguna vez hubo algún comienzo en esta historia, cuando me sorprendí dudando de mi memoria, aunque aún no de mi cordura. Puede parecer extraño pero antes me consideraba un hombre con suerte. ¿O hasta eso era un recuerdo falso, inducido? El simple hecho de que esté dudando me parece grave, muy grave. Hace unos días – o tal vez unas semanas, o incluso meses- inicié un cuaderno que había comprado siguiendo un impulso. Comencé a poner por escrito todos los recuerdos dudosos en las hojas impares y aquellos de los que estoy convencido en las pares. Las terceras hojas las he dejado en blanco, para anotar las pruebas irrebatibles que vayan surgiendo sobre mi existencia y mi pasado.

La soledad es muy mala compañera, la peor enfermedad que pueda sufrir un ser humano. No mata, lo que sería un consuelo, pero te deja incapacitado de por vida. Encerrado en mi piso a cal y canto, no es de extrañar que algunas veces se apoderen de mí ideas delirantes, que no soportan la confrontación con lo que pensaría una persona normal, y con las que no podría mantener una conversación sin que me tildaran de loco. Soy consciente de que debería relacionarme, charlar con la gente, con cualquiera que me encontrara en mi camino. Eso me ayudaría a poner las cosas en su sitio, a engranar cada tuerca en el correspondiente mecanismo. Sin embargo, no soy capaz de hacerlo. Me lo propongo todos los días y hago un gran esfuerzo de voluntad, pero es inútil. Solo de pensar en la posibilidad de relacionarme, de crear vínculos, me pongo enfermo.

Mi decisión de ponerlo todo por escrito será para mí una prueba irrefutable de que en algún momento he pensado lo que pienso, de que me han sucedido las cosas que me están sucediendo o, al menos, he llegado a pensar que eran reales y no delirios de mi mente.

Me he obsesionado con lo que considero un clavo ardiendo, al que aferrarme antes de que la locura se apodere definitivamente de mi mente. He vuelto a la librería y he comprado un montón de cuadernos. La dependienta, una chica guapa, pero muy desagradable, me ha mirado con extrañeza, como si pensara que estoy loco, aunque esto pudiera ser solo una exageración, ya que estoy excesivamente sensible en estos temas. Los he etiquetado todos con diferentes títulos: “cuaderno de la mala suerte” (para anotar los sucesos poco probables de que ocurran un día sí y otro también a cualquier persona, incluso a mí); “cuaderno de mi pasado” (para anotar los recuerdos que pueda probar), y de esta guisa todos los demás.

Me he observado, aterrorizado, en un espejo de la papelería, disimulando para que la empleada no llegara a pensar que me ocurría algo grave. He comentado, como quien no quiere la cosa, que había decidido escribir una novela, y que sería muy larga, de ahí los cuadernos. La dependienta ha intentado esbozar una sonrisita que no le ha salido, en su lugar, observé un desagradable rictus. Me despachó deprisa y corriendo, como si quisiera librarse de mí cuanto antes.

No sé cuándo cambié los títulos de mis cuadernos. Ahora se titulan “Primera vida”, “Segunda vida” y así sucesivamente. De momento llevo siete vidas y podrían ir aumentando. Esto es como «El día de la marmota» –una película que he visto en esta vida… o tal vez en cualquier otra, ¡quién lo puede saber!- solo que al revés, nada es igual cuando me despierto y me levanto. En una vida estoy soltero y solo, en otra, casado y con hijos, en la siguiente casado con una mujer diferente y sin hijos. En una voy a trabajar, en otra estoy jubilado. En una soy joven y en otra un abuelo. Como apenas recuerdo las otras vidas cuando estoy en una concreta, solo una ráfaga o una secuencia, he decidido anotar todo lo que recuerdo de cada vida y los detalles más importantes del día que transcurre en cada una de las vidas, porque no duran más. Me voy a la cama solo o acompañado de una u otra mujer, después de contarles un cuento a los niños, o una historia a mi pareja, si es que no hay niños y a ella le gustan las historias. Si es que le gusta hacer el amor, sin antes leer un libro o ver la televisión o charlar un rato, pues lo hacemos. En cuanto cierro los ojos y el sueño se apodera de mí, todo se diluye en el olvido. Al día siguiente, en cuanto me despierto, lo primero que hago es consultar el cuaderno donde he anotado el día anterior, para saber que estoy en otra vida, siempre, o en la misma, nunca al día siguiente, solo a los siete días o a las dos semanas o a los dos meses… Bueno, eso aún no ha ocurrido, pero a este paso seguro que ocurrirá. Si estoy solo aprovecho para anotar lo poco que recuerdo del día anterior y fechar la anotación. Si estoy acompañado, antes hecho un vistazo al otro lado de la cama, para ver si mi pareja está dormida. Entonces me levanto rápidamente, me encierro en el servicio y anoto lo que puedo antes de que llamen a la puerta.

He llegado a pensar que vivo en varias dimensiones a la vez. No es posible que tenga múltiples personalidades, porque cuando no estoy solo, las otras personas que me acompañan son reales y no producto de mi mente. Me obsesioné con saber cuál era mi única y verdadera vida. Hoy creo que lo sé. Es esta. Esta es mi única vida. Aunque tal vez no lo sea… ¿Cómo saberlo?…

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MICRORRELATOS DE PANDEMIA I


MICRORRELATOS DE PANDEMIA

EL FÓBICO SOCIAL

El primer día del confinamiento se sintió completamente hundido, no por él, que llevaba ya muchos años sin salir de casa debido a un trastorno de la personalidad que él denominaba fobia social, aunque cada diagnosticador tenía su propio diagnóstico, sino por los demás, que ahora sabrían qué se siente cuando no se puede salir de tu hogar. Vivía solo con su gato en una casa con jardín, en un pueblecito diminuto perdido en cualquier parte. Por suerte un supermercado de la población importante más cercana servía pedidos a domicilio, por lo que solo salía al jardín para jugar con su gato y con los demás gatos asilvestrados del pueblo que pasaban por allí a comer el pienso que les dejaba en su corral de gallinas que no se usaba desde hacía años. Cuando veía en los telediarios lo mal que lo pasaban los demás la tristeza se apoderaba de su alma. La empatía le hacía sufrir mucho, tanto que deseaba contagiarse y morir, en su casa, por supuesto, porque por muy mal que estuviera nunca le quitaría un puesto en la UCI a nadie, suponiendo que fuera capaz de salir, aunque fuera en ambulancia. Se pasaba los días pasmado ante las vueltas que da la vida. Ni el mejor chef sería capaz de dar una vuelta de tortilla tan perfecta.

EL LUCHADOR QUE ASUMIÓ UN RIESGO INNECESARIO

Era un hombre mayor, con problemas de salud. Militaba en un partido de izquierdas y toda su vida había luchado por alcanzar la justicia social. Nunca decía que no a una buena lucha por alcanzar derechos para los más desfavorecidos. Aquella mañana le encontré en la calle y me invitó a acudir a la manifestación del 8 M. Decliné la invitación. Los derechos de la mujer eran para mí muy importantes pero no merecía la pena arriesgarse, ya habría tiempo. Un mal pálpito me sofocó. Estuve a punto de pedirle que lo dejara para otra ocasión, aunque no me hubiera hecho caso. Un amigo común me llamó un tiempo después, no sé cuánto. Al parecer él y su esposa se habían contagiado y estaban en el hospital. Les dieron el alta, pero él tuvo que regresar. Al día siguiente había fallecido. Lamenté no haber sido yo, los que luchan toda la vida merecen todo el tiempo del que puedan disponer.

UN ANCIANO CON ALZHEIMER

Notaba algo extraño en la residencia. No sabía de qué se trataba porque a duras penas se acordaba del día anterior. Su cuidadora llevaba mascarilla y un extraño traje hecho con bolsas de basura. Todos parecían mantenerse alejados unos de otros. Murió sin recordar lo que le habían contado el día anterior sobre una pandemia, sobre que algunos residentes habían fallecido y que no podían llevarlo al hospital debido a que se habían recibido no sé qué instrucciones. Ni siquiera recordó haber hablado con su familia unos días antes, mientras la cuidadora le sostenía un móvil en manos libres. Ni siquiera su nombre apareció en las listas de fallecidos por el Covid 19 porque no se le hizo la prueba y además del alzheimer también sufría problemas respiratorios.

MI PERRO Y YO


Compré un perro para que me hiciera compañía. Entonces pensaba que tenía un perro porque no podía tener nada más. Las personas me huían y yo a mi vez huía de ellas, es un sentimiento mutuo que ambas partes respetamos y que yo intenté cambiar hace ya bastante tiempo sin mucho éxito.

Mi perro me comprende y yo le comprendo a él. Convivimos como una buena pareja que ha conseguido llegar a una “entente” cordial. El sabe cuando le necesito y se acerca con su cara grande de mastín, casi humana y permite que le acaricie el lomo y le rasque detrás de las orejas. Me mira con sus ojos húmedos y me deja hacer; cuando advierte que ya estoy mejor se aleja unos pasos y se tumba sobre la moqueta a esperar mi reacción.

Juraría que lee mis sentimientos mejor que yo mismo. Dicen que los animales no tienen alma pero no estoy de acuerdo con una apreciación tan insensata. En el reparto de consciencias a ellos les tocó un retazo, tal vez no la peor parte.

El sabe que no me siento bien, desde hace un tiempo mi salud se resquebraja como un techo viejo, a punto de caer sobre cualquier cabeza que se aproxime.

He pensado en regalárselo a alguien que reúna unas mínimas cualidades para comprenderlo y luego dejar que el techo se resquebraje de una vez por todas.

En cuando la idea me viene a la cabeza él se acerca y me mira muy serio, sino le hago carantoñas saca su enorme lengua e intenta acariciarme. Le consuelo con palabras cariñosas y le rasco largo rato, pero él no se contenta fácilmente. Intuye que no tengo muy claro el futuro de ambos y trata de convencerme.

Mi perro y yo formamos una buena pareja, tal vez no haya sido buena idea pensar en deshacer la unión. Dos que se quieren deben dar el último paso, juntos, han establecido un compromiso que nada puede romper.

Una vocecita en la cabeza me dice que moriremos juntos, tal vez se trate de su propia voz humanizada. Es capaz de hacerse ventrílocuo para consolarme. Cada día le trato con más cariño y paso más y más tiempo a su lado. El me mira con sus ojos húmedos y juraría que me sonríe.

¿No creen que somos un poco injustos con los animales? Acostumbrados a juzgar por la apariencia ya no somos capaces de llegar al fondo de nada.

El se acerca ladrando muy suavemente, sabe que estoy escribiendo mi testamento. Le miro y sé que le gustaría decir algo para la posteridad, pero aún no ha llegado su hora. Los perros no tienen futuro, ni escriben la historia…Aún no…

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MICRORRELATOS METAFÍSICOS


Budismo

MICRORRELATOS METAFÍSICOS

EL TODO

El filósofo Manual Canto, un filósofo que es un encanto, dicta una conferencia sobre filosofía en el paraninfo de la universidad Complotense de Madrid. Ha llegado a las siguientes conclusiones: La individualidad no tiene futuro, puesto que ningún individuo puede permanecer para siempre y aún en el supuesto de que pudiera alcanzar la inmortalidad no sería posible poseer todo lo que se desea. Ergo la infelicidad está servida. Un individuo infeliz no tiene otro futuro que luchar para ser feliz, hasta cansarse. Te pierdes en el Todo, como piensan los orientales o Dios te premia con el Todo, como de alguna manera predican las religiones cristianas, o simplemente te mueres, te conviertes en polvo y permaneces insensible como una piedra, para siempre.

Le interrumpe una jovencita, quien a voz en grito proclama que si al final todos vamos a formar parte del Todo, ella no tiene inconveniente en ser toda suya, en ese mismo momento.

Otras jovencitas la apoyan y se lanzan hacia Manuel Canto, intentando desnudarle. Este encanto de hombre no pierde la calma y dirigiéndose a la concurrencia da por finalizada la conferencia con estas palabras:

La felicidad absoluta no es posible, pero merece la pena luchar por una partícula de felicidad. El Todo es el mar donde nos ahogaremos, pero mientras tanto merece la pena intentar flotar.

Y diciendo esto se aleja con las jovencitas. En la universidad Manuel Canto tiene fama de ser un encanto.

 

galaxias

LA FÍSICA CUÁNTICA

 

El filósofo Manuel Canto, un encanto, da una conferencia sobre mecánica cuántica y filosofía. La ha titulado “El mundo según la ciencia y la ciencia según la filosofía”.

 

Puesto que según la física cuántica no se puede saber a la vez la velocidad que lleva una partícula y dónde se encuentra, es una función probabilística, y dado que las partículas intercambian energía en múltiplos enteros de una cantidad mínima posible, es el llamado quantum de energía, y puesto que el gato de Schrödinger puede estar vivo y muerto a la vez y puesto que el observador modifica lo observado y puesto que la razón por la cual los quarks no pueden ser medidos es que la energía que se necesita para ello produciría antiquarks, esto es, la antimateria semejante, justo antes de observarlos por separado y puesto que materia y antimateria no pueden juntarse, porque se destruirían, y habida cuenta de que Dios no juega a los dados y de que un agujero negro podría atraparnos en cualquier momento, pero no lo hace, hay que concluir que la vida es un milagro, nosotros somos un milagro, todo es un milagro, la diferencia entre realidad y fantasía es un milagro, que la ciencia es un milagro y que la filosofía intenta explicar los milagros, por lo tanto es metafísica, de todo lo cual deducimos que nadie puede saber nada con certeza, ni siquiera la ciencia, y que solo queda creer en lo que más nos guste: en la religión, en la ciencia, en la metafísica, en nada, hay gustos para todos los paladares.

 

Se preguntarán qué estoy haciendo yo aquí…

Nobel_Ficia_cuantica

 

Un grupo de jovencitas en toplés, pertenecientes al movimiento FEMEN se abalanzan sobre él, al grito de: ¿Crees en esto, crees en esto, maldito machista? A que es un verdadero milagro, so capullo. Seguro que no mamaste de la teta de tu madre, por eso no distingues un leptón de un hadrón. Somos antimateria, en cuanto nos toques caerás fulminado.

 

El Sr. Canto fue rescatado del big bang primigenio por la seguridad del evento. No cesaba de repetir es un milagro, es un milagro, creo, creo en todo.

 

Una periodista feminista que comentó el suceso en la tv dijo literalmente: El Sr. Canto no sabe cuánta razón tiene, es un verdadero milagro que un hombre tan feo como él haya sido asaltado de esa manera. Al poco las redes sociales se llenaron de apasionados defensores del que a partir de ese momento se convirtió en un influencer. Todos coincidían en que el Sr. Canto era un encanto. Preguntado respecto a que un filósofo colapsara las redes sociales, se limitó a decir: Cualquier milagro es posible, sería suficiente con que la mecánica cuántica asomara la cabeza en esta realidad.

MÁS RELATOS BREVES


 PSIQUIATRAS UNA DE PSIQUIATRAS

                LA SUGESTION

 

 

No sé dónde he oído comentar que la sugestión es la peor enfermedad que puede sufrir un ser humano. Desde luego no hice ningún caso; nunca hago caso de nada de lo que oigo o leo o veo (de lo que veo en la pequeña pantalla tampoco aunque siempre termino por notar ciertos tics luego de ver cualquier programa de televisión).

Al lado de esas vidas glamurosas, vestidas con los mejores modelitos de la fama, el rostro sonriente, simpático, tan agradable,  uno se pregunta por qué no podría tener un rostro así en los embotellamientos, delante del jefe malévolo y canallita o de los compañeros cotillas y pelotas o en las broncas familiares, o en esas situaciones en que estás enfadado con todo bicho viviente y no puedes ocultarlo…

En fin que uno envidia a los famosos, a los ricos, a los actores, a las actrices, a los líderes mediáticos, a los políticos, a los futbolistas, a los…las…les…

Sin buscarlo, sin ser muy consciente uno termina por autosugestionarse. Esta es una enfermedad que no perdona, peor que el cáncer. Observas la sonrisa deslumbrante de los nuevos dioses olímpicos y acabas por estirar la boca hasta descoyuntar la mandíbula. Tu mujer, que te conoce muy bien cree que te ha dado un pasmo porque tú no has sonreído en un atasco desde que aquel ministro tan gracioso quedó retenido más de tres horas en la Castellana. Los «medios» se pusieron las botas, dio tiempo a que  la noticia recorriera todo el planeta y aún seguía allí el pobre ministro, en el atasco.

No pones remedio a tiempo y pronto te encuentras imitando a todo el mundo que es alguien –los don nadies sólo son imitados por las lagartijas cuando están aburridas- y viviendo sus vidas con una intensidad que te aterroriza los escasos instantes en que eres capaz de recuperar la lucidez.

Te dolía la barriga cuando una famosa iba a tener un bebé y odiabas a los paparazzi tanto como…, sí esa a quien sacaron en top-les con las tetas caídas antes de operarse…,justo la misma.

Ya no vivías tu vida, sino una programación constante e inexorable. Por las  mañanas el líder mediático de tu emisora favorita te sacaba del sueño y tú inmediatamente te ponías a charlar como un lorito imitando su cordialísima labia.

En el trabajo te imaginabas lo que estarían haciendo tus otros egos mediáticos. Almorzabas con tu precioso busto parlante favorito delante de tu plato. Aún recuerdo aquella monada con el pelo a lo «garçon» y su deliciosa carita de ángel. A veces me levantaba de la mesa con el estómago lleno y por la noche encontraba la comida en una fuente dentro del frigorífico. La sugestión es una enfermedad terrible, ya lo creo.

Estuve a punto de volverme loco, como lo oyes, recuerdo que en el despacho del psiquiatra me creía Michel Douglas viendo cruzar las piernas a Sharon Stone, una y otra vez, una y otra vez. El doctor tuvo que darme una bofetada para despertarme y poder así cobrar la consulta.

Decidí cortar de raíz con la sugestión, era preciso volver a ser el asno normal y cuerdo que fui siempre. Decidí utilizar una navajita que guardaba en el bolsillo para que cada vez que se me ocurriera encender el televisor la tuviera a mano, así podía abrirla y pasar el dedo por su filo extremadamente cortante. Mi mujer terminó por regalar el televisor a una sobrinita del alma, no ganábamos parar comprar ropa, incluso una vez vino la policía a casa para investigar el origen de las manchas de sangre en los pantalones viejos que mi esposa había llevado a un asilo de desamparados.

Con la radio me costó más salir de la enfermedad sugestiva, me vi precisado a instalar un dispositivo para que me sacudiera un latigazo eléctrico que me ponía morado cada vez que tocaba el aparato de radio. La prensa fue lo más sencillito de todo, me acostumbré a no llevar suelto en el bolsillo.

Ahora en casa no se oye mas voz que la de mi mujer maldiciendo el día en que me conoció. Luego se calma y va a ver «Operación famosos» en la tele de la vecina, se han hecho grandes amigas.

Yo me quedo solo en medio de un silencio absoluto. A veces creo oír la voz de mi líder mediático favorito anunciando el inicio de su programa radiofónico. Doy un salto y busco desesperadamente el aparato de radio, pero no lo encuentro, la sobrina de mi mujer tiene el cuarto empapelado de transistores y radiocasetes.

Mientras fumo un cigarrillo en la terraza me estremece la sensación de una mirada en mi nuca, vuelvo la cabeza y creo ver el paso felino de aquella modelo que luego se hizo presentadora de televisión. Sí hombre, cómo se llamaba…

Es igual, oigo su voz susurrante a mis espaldas y me veo precisado a abandonar la terraza con el cigarrillo a medio acabar. Sé que todo es culpa de la sugestión pero no puedo evitarlo, me persiguen las vidas de los famosos a los que tanto amé.

Ahora hablo con fantasmas que juran y perjuran una y otra vez no ser conocidos ni de su propia madre.

 

RELATOS BREVES ERÓTICOS


RELATOS BREVES, UNA PERSPECTIVA SOBRE EL EROTISMO

I

 

EL DISCRETO ENAMORADO

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Se entrenaba cada día ligando con una maniquí, la había robado una noche de un escaparate. Su desnudo cuerpo de plástico estaba cubierto con un precioso vestido azul de tirantes que dejaba el nacimiento de su pecho al descubierto.

No se cansaba de probar una y otra vez intentando adivinar cómo sonarían las frases más diversas: ¿estudias o trabajas?; eres un encanto; esta noche estás muy guapa…

Necesitaba encontrar la entonación perfecta, la expresión más discreta dentro de lo posible, la más acertada para el fin propuesto; el tono justo, ni pijo ni gárrulo. Así quemó todos los ratos libres en aquel otoño borrascoso.

Llegó la primavera y por primera vez en muchos meses salió a la calle con paso discreto, sonrisa sutilísima y vestido con el apropiado desenfado que requería la ocasión. Después de mucho observar se acercó a una señorita sentada en un banco de madera en un parque cercano a su casa. Ella le miraba con descaro al tiempo que mascaba un chicle con gran entusiasmo.

Antes de que llegara a abrir la boca sintió como la señorita, que se había acercado silenciosamente, sin previo aviso echó mano a su intimidad más preciada y disimulando el secuestro con un abrazo de novia devorada por la pasión, le arrastró sin miramientos hasta su cercano apartamento. No tardó mucho en olvidar todo lo aprendido… tuvo una excelente maestra.

 

 

II

 

LA MUJER ROMANTICA

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Ella esperaba el amor romántico, la pasión que todo lo puede. Ella esperaba que un hombre distinto a todos los que conocía cruzara por su vida como una cometa por el cielo nocturno.

Reservaba lo mejor de su persona para él en un lugar escondido de su alma, un lugar que quienes la miraban no podían ni imaginar.

De tanto pensar en el ideal acabamos por volvernos ciegos a la única puerta que nos permitiría escapar a nuestro destino. El perfume fuerte que nos arrojamos encima nos oculta el hedor de podredumbre de que estamos rodeados.

Un día la ligó un feo simpático. Tenía labia

 

 

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                                                        III

                                   EL COLECCIONISTA DE ARTE EROTICO

 

Adoro el erotismo, decía a todos sus amigos. Era una pasión inextinguible. Coleccionaba todo aquello que caía en sus manos y que tuviera una mínima relación con el tema, hasta piedras que encontraba en el campo con forma de pene o vagina. Con el tiempo llegó a poseer el mejor museo del mundo de erotismo, una fundación por el amor libre le cedió un complejo de edificios donde instaló toda su colección y aún le faltó lugar. Se quedó con los objetos, las obras de arte, que más excitaban su deseo. Con el tiempo uno acaba por cansarse de todo, tal vez por ello a nadie le extraño que llegara a enamorarse de su propio ombligo que exhibía en el vestíbulo del museo como la gran obra de arte en la historia del erotismo.

MI ALMACÉN DE MICROS IMPROVISADOS


A veces se me ocurre un micro y luego me olvido. Esto es malo para la posteridad que se va a quedar sin las contribuciones improvisadas de un genio. Este es el lugar escogido, el almacén del genio donde esconderé todo aquello que deseo pase a la posteridad y no se pierda en el polvo del camino, donde ni los arqueólogos más meticulosos podrán rescatarlo nunca. Comienzo con un recuerdo de HONDARRIBIA. No es un micro, no es nada, por lo tanto es algo, lo que sea no lo sé.

SIC TRANSIT GLORIA MUNDI / Semanas santas ayunando, haciendo penitencia con cilicios, en absoluto silencio, rezando, cantando canto gregoriano, la misa de angelis, escuchando la pasión según San Mateo en un colegio silencioso, de muros de piedra sólida y tejados de pizarra sin goteras a pesar del «chirimiri», del «sirimiri» como rezábamos en voz baja cuando íbamos a jugar un partido en el campo de futbol. Zeñó, zeñó, líbranos del «zirimiri». Para terminar así, con el tejado hundido, ventanas tapiadas y un gallinero al lado, donde los gallos sacan pecho mientras las gallinas picotean sin hacerles caso. La metáfora de la vida. Sic transit gloria mundi.

SERIES DE MICROS

MICROS TEMÁTICOS- TEOREMAS

LA CUADRATURA DEL CÍRCULO

Es imposible cuadrar el círculo, como es imposible convertir un círculo en cuadrado. Entre ambas figuras geométricas solo hay contactos. Debemos agradecerlos como un milagro, como un don de los dioses y quemar incienso en el altar del Diseñador del universo.

TALES DE «MOLETO CUANDO DIGO LA VERDAD».

 

FELIZ CUMPLEÑAOS TONTO-LABA

Mañana es el día del libro, felicidades a todos los libros. También el de los escritores, felicidades a todos los escritores, entre los que me encuentro. También es mi cumpleaños, pero no me felicito ni nadie me va a felicitar. Saldré de trabajar y me iré a la cama después de haberme tomado una infusión y varias cápsulas de valeriana, casi me sale un pareado o un ripio rimado. Por este año pase, pero para el próximo lo pienso celebrar, aunque solo sea comprándome un libro.

Es una pena que nadie en esta página celebre su cumpleaños porque mi pesonaje, Adalgisa, pitonisa, les haría un estudio astrológico de su signo y el profesor Cabezaprivilegiada les haría un regalo inolvidable, uno de sus inventos.

Adalgisa ya me regaló un estudio de mi signo, tauro, hace algunos años y quedé tan escamado que no no quiero que me vuelva a regalar nada. En cambio el profesor Cabezaprivilegiada me ha hecho el siguiente regalo con esta nota: Para mi creador, que es tan tonto que no entiendo cómo alguien con esos genes ha podido engendrarme, a mí, una lumbrera que ilumina el universo.

AVISADOR DE RADAR CONTRA TIMADORES VIRTUALES

Como sé que le han timado, ¡oh padre creador!, a pesar de su infinita sabiduría y omnisciencia, con el timo del romance virtual. Como sé que seguirá picando porque es usted más lujurioso que un mono, como sé que con una simple foto sacada de Google images de una señorita mravillosa, ligera de ropa, y con un perfil falso que no engañaría ni a un analfabeto, he decidido hacerle este regalo para que no le saquen los hígados.

AVISADOR RADARES

Un avisador por ondas ultrarojas que estará siempre conectado, allí donde esté, haya cerca un ordenador o teléfono móvil o no lo haya, en su coche y fuera de su coche, sea de día o de noche, esté usted dormido o despierto. En cuanto detecte que alguien intenta timarlo con eso del sexo gratis o el romance virtual o diciéndole que es usted más guapo que nadie y que se han enamorado de usted hasta las cachas, o simplemente cuando le digan «hola» el avisador se pondrá en marcha como un despertador con todas las alarmas más estridentes existentes en el mercado. Si eso fuera poco las ondas microondas le taladrarán el cerebro, si es que lo tiene. Si eso fuera poco una voz de ultratumba pregonará a los cuatro vientos que usted es un idiota porque se deja timar por el tocomocho romántico. Y si todas las alamas fallaran aparecerá un holograma realísimo y una mujer buenísima le hablará con voz sensual y le invitará a su apartamento y usted la seguirá y sin darse cuenta entrará en el suyo propio y entonces la señorita holograma le hipnotizará y le hará dormir en ropa interior, abrazado a su almohada y todos sus sueños serán eróticos y cuando despierte ya habrá pasado su cumpleaños.

FELIZ CUMPLEAÑOS «TONTO-LABA»

EL PROFESOR CABEZA PRIVILEGIADA

MICRORRELATOS TEMÁTICOS


PRIMER TEOREMA DEL PRIMER SABIO DE LA HISTORIA/ MICROS TEMÁTICOS/LA SABIDURÍA

Tras una vida de desesperantes e infructuosos esfuerzos, buscando la fórmula perfecta para definir al hombre, consiguió dar con el teorema que le daría fama perpetua. El universo es redondo. Ya puedes dar las vueltas que quieras, siempre acabas por encontrarte. Pitágoras de Samotracia, uno de los sabios perdidos de Grecia.

 

MICRORRELATOS SOBRE MACROECONOMÍA

 

IDEAS DE UN «INDIGNAO»

Me indigna hasta los hígados que tengamos que pagar los agujeros de la banca y encima pagar jubilaciones de millones de euros a los ejecutivos que han hecho los agujeros, para que se vayan a las Bahamas y se bañen con rubias y abran cuentas en paraísos fiscales.
Porque estoy «indignao» hasta las criadillas, propongo la siguiente ideas, otro día propondré más:
-Que nos juntemos los de los barrios pobres, porque los ricos de los barrios ricos no se pueden juntar, porque sus chaletes están separados por setos y guardias de seguridad, y en cada barrio se forme una plataforma gestora. Y que nuestros dineros se guarden en un local alquilado en dicho barrio, guardado por un guardia de seguridad con pistola, que como es del barrio formará parte de la comuna del 11 de julio. Habrá un contable que también será del barrio. Y todos los vecinos dejarán allí sus ahorros en metálico y con esos ahorros se harán ollas comunes para que coman todos los del barrio. Y quien necesite su dinero que lo pida y quien no que deje que lo utilicen para comprar ingredientes con IVA subido para la olla comunal. Y así los bancos no verán nuestros dineros y con su pan se lo coman y con sus agujeros tapen sus agujeros.

¿Les parece bien esta idea? Pues habrá más.

UN «INDIGNAO» DE MUCHO «CUIDAO» Y MUY «ENFADAO»

 

MICRORELATOS SOBRE MACROECONOMÍA

 

LA OPINIÓN DEL EXPERTO

La ley de la gravedad es implacable. Si dos personas, una buena y otra mala, se tiran desde lo alto de un rascacielos, ambas acabarán aplastadas contra el asfalto. En cambio la ley del karma es más justa. Puede que ambos acaben aplastados, pero en una próxima reencarnación el bueno recibirá una recompensa y el malo tendrá que pagar sus deudas, hasta el último doblón.
No obstante mi consejo es que no esperemos a la próxima vida, sino que en esta solucionemos todos los problemas. No se puede ser tan malo porque el karma es implacable y con tanto karma suelto la sociedad se convierte en una pobre viejecita con una tonelada de hormigón armado a las espaldas. Antes o después se le quebrará la columna vertebral y caerá en un abisal abismo.

MORALEJA: Que los malos paguen sus deudas, ahora, y que los buenos no sufran porque los malos no paguen sus deudas y así acabaremos con el karma social y en una próxima reencarnación todos podremos ser hermanos y empezar desde cero y bailar el himno a la alegría de la Novena de Beethoven.

EL SR. MILAREPA, EXPERTO EN MORAL Y ESPIRITUALIDAD, CONSULTAS GRATUITAS EN SU ESCUELA DE ESPIRITUALIDAD. LOS AFECTADOS POR LA CRISIS QUE PASEN PRIMERO, PORQUE LOS PRIMEROS SERÁN LOS ÚLTIMOS Y LOS ÚLTIMOS LOS PRIMEROS.

VARIACIONES SOBRE UNA TUMBA


 

NOTA: El microrrelato es el género literario mejor adaptado al nuevo formato de Internet. Dada su brevedad resulta ideal en los nuevos medios donde nada puede prolongarse demasiado o agotará la paciencia del divino impaciente, lector o espectador. No obstante su brevedad el microrrelato es un género que puede llegar a la profundidad, interés, suspense y originalidad de cualquier otro género e incluso superarlo. En su favor está que un buen microrrelato exige sobriedad, concentración, originalidad, sorpresa y sobre todo un estilo depuradísimo. Lo que más me gusta del micrrorelato es la facilidad que te da para encontrar un tema imprevisto y hacer variaciones sobre él hasta agotar todas las sorpresas y facetas de ese pequeño diamante. Mis intentos hasta ahora en el microrrelato son solo eso, intentos, pero no desespero de alcanzar algo grande algún día, porque es un formato que me va muy bien. No puedo ni besar la suela de los zapatos de los grandes cultivadores del microrrelato en esta página (no voy a decir nombres por no ruborizarlos) pero con el tiempo y muchos zapatos más creo que podré caminar tan holgadamente como ellos.

 

VARIACIONES SOBRE UN MICRORELATO

 

TEMA

 

¡RESUCITAR PARA NADA!

 

Logró mover la lápida después de grandes esfuerzos que dejaron sus huesos agotados. Sus ojos enfermos resultaron deslumbrados por la luz que penetraba a raudales por el hueco que había quedado en el techo de la tumba. Se irguió como pudo, a pesar de sentir sus músculos anquilosados, y  por el hueco trepó hasta la superficie. Sin hacerse pregunta alguna caminó inmediatamente hacia su casa. Se moría de ganas por estrechar entre sus brazos a quienes tanto quería y tanto había echado de menos.  Solo cuando encontró su casa vacía, la ciudad desierta y el menor aliento de vida a su alrededor comenzó a hacerse preguntas.

 

Sus recuerdos eran confusos pero de algo sí estaba seguro: no tenía la menor duda de haber fallecido. El infarto le pilló desprevenido y acabó con su consciencia en un santiamén, no sin antes pedir al cielo que le diera otra oportunidad para despedirse de sus seres queridos. Puede que hubiera sonado la trompeta del juicio final, aunque él no la oyera, pero lo que no entendía era aquel silencio, aquel vacío, como si la maldita bomba de neutrones de la que se hablaba tanto en el momento de su muerto hubiera sido lanzada en cada rincón del planeta. Tenía que ser eso porque los edificios estaban intactos y no encontró ni un solo cadáver en su camino, ni el menor olor de podredumbre. Tardó en convencerse de que estaba solo en este mundo. Entonces, en lugar de gritar histéricamente, se limitó a murmurar en voz baja: ¡Resucitar para nada!.

 

 

 

VARIACIONES

 

VARIACION DE PUNTO DE VISTA

 

EL LOCO SALIDO DE LA TUMBA

El terror selló su garganta. Alguien estaba moviendo la lápida y no era un sueño porque por el pequeño hueco asomó su pelado cráneo un cadáver irreconocible. Hubiera deseado que la tierra le tragara, pero no le habría servido de mucho puesto que el subsuelo no parecía ser ahora un buen refugio. En cuanto pudo sentir sus piernas salió corriendo del cementerio, deteniéndose tan solo para llamar desde una cabina telefónica. Llamó a todos los teléfonos de urgencia que encontró junto a las instrucciones de manejo: a la policía, a los bomberos, al servicio de urgencia vital, incluso al teléfono de la esperanza…

 

El cadáver fue internado en un hospital, donde se le diagnosticó que estaba vivo, aunque muy traumatizado. No cesaba de repetir una y otra vez: ¡Resucitar para nada!. Un psiquiatra le diagnosticó una crisis de ansiedad generada por una idea fija, compulsivo-obsesiva, puesto que creía que la bomba de neutrones había terminado con toda la humanidad.

 

Al cabo de algún tiempo le dieron de alta. Caminaba por las calles como un zombi repitiendo siempre lo mismo: ¡Resucitar para nada!. La autoridad pertinente intervino porque almas bienintencionadas protestaban de que se permitiera semejante escándalo. Se le internó en un centro psiquiátrico, donde lograron que al menos admitiera la existencia de sus semejantes. Se pasaba los días y las noches (sufría de insomnio) intentando convencer a los demás pacientes y a los doctores de que el que estaba loco no era él, sino los de fuera.

 

VARIACION AL GENERO NEGRO

 

EL PERISCOPIO DEL FBI

 

En el gigantesco cementerio está sonando una orquesta de jazz traída expresamente de New Orleans. El espiritual negro tiene un ritmo endiablado y los pies de los asistentes al sepelio se están moviendo con disimulo. Una lápida en algún lugar se mueve apenas unos centímetros y por la rendija asoma una especie de periscopio.

 

En el fondo de la tumba John Smith, agente especial del FBI, aplica el ojo al periscopio, al tiempo que susurra por el intercomunicador: Están todos, tomen nota, el gordo Carnicero-Joe, el pequeño Cucaracha-Jim… Cuando termina de recitar el largo santoral cierra la comunicación y no puede evitar escupir en el suelo de la tumba, al tiempo que maldice en silencio: ¡Maldita sea mi estampa!. Siempre me tocan los peores trabajos. ¡Ni que los sortearan a dedo!.

 

 

VARIACION A LA COMEDIA

 

CUMPLEAÑOS FELIZ

 

Se despertó con la boca reseca y un espantoso dolor de cabeza. Tardó en hacerse una idea de dónde se encontraba. Lo consiguió después de que le saliera un chinchón en la testa al intentar ponerse en pie. Recordó la juerga de la noche anterior y la tremenda cogorza que cogieron todos para celebrar su cumpleaños.

 

Intentó moverse pero estaba como encajonado, aquello olía mal y no encontraba la llave de la luz. Cuando después de intentarlo todo tuvo que admitir que se encontraba en un sepulcro se le erizaron los pelos del cogote. Con la desesperación del que lucha por su vida logró correr la lápida y salir a un deslumbrante sol mañana. Allí le esperaban todos sus amigos, con matasuegras en la boca y botellas de licor en las manos. Incluso habían contratado una orquestina compuesta por tamborilero y dulzainero. Alguien le ofreció la botella de orujo y entonces recordó que la noche anterior los cafres de sus amigos le llevaron a hombros, jugando al entierro de la sardina y terminaron sepultándole en una tumba vacía del pequeño cementerio de la localidad.

 

Imperturbable como un buda, rompió la botella de licor que le habían ofrecido sobre la cabeza de Romualdo, el autor confeso de la espantosa broma.

 

 

 

VARIACION AL GÉNERO ERÓTICO

 

LAS PRISAS DEL HOMBRE MODERNO.

 

El viejecito se enjugó una lágrima furtiva y salió corriendo del cementerio en una de cuyas tumbas acababa de enterrar a su amada esposa. Jadeando llegó hasta el coche y arrancó como si lo persiguieran los demonios. Apretó el acelerador con tantas ganas que el coche derrapó y a punto estuvo de chocar contra el furgón funerario. Entró en la ciudad como una exhalación entre pitidos y maldiciones de los tranquilos domingueros que abandonaban la urbe. Le faltaban apenas un par de kilómetros para llegar a la meta cuando estampó el coche contra el único árbol de la calle. Salió indemne e intentó parar un taxi que pasó de largo, mientras en una ventana una mujer chillaba histérica. El taxista ni le vio por lo que jadeó con más ganas y continuó corriendo.

 

Entró como una exhalación en el apartamento donde le esperaba su amante, una jovencita desnuda sobre la cama, un cigarrillo en la boca. El viejito se puso enseguida a la faena pero el corazón falló estrepitosamente. ¡Las prisas del hombre moderno!.

 

 

VARIACION HACIA EL LIRISMO

 

En el cementerio las flores forman una alfombra de color sobre los muertos: es primavera. Hasta el sepulturero llega el canto amortiguado de un ruiseñor.

 

En el interior de una tumba un pajarillo pía su desventura. Parece una eternidad el tiempo que lleva allí, encerrado. De pronto se oye un ruido apocalíptico. Alguien ha movido una lápida y el sol, hermoso, deslumbrante, entra en el infierno oscuro donde ha vivido tanto tiempo el desgraciado ruiseñor.

 

Extiende las alas y al salir volando picotea con cariño la mano del dios que acaba de librarle de su prisión infernal.

 
VARIACIÓN MALÉFICA, EJERCICIO DEL TALLER DE ESCRITORES MADRID

 

Mi familia me encerró en el desván, donde encontré la verdadera sabiduría de la vida. Fue como una melodía angelical que me llegaba desde muy lejos, tal vez desde el otro lado del universo. Para mí siempre había sido un auténtico jeroglífico indescifrable el sentido de la vida. Nacemos sin saber por qué, vivimos como podemos o nos dejan y morimos cuando alguien -no sé quién- lo decide. Nada tiene sentido, todo es un misterio. Me hubiera costado menos descifrar los jeroglíficos egipcios sin la piedra roseta de Champollion que descubrir un mínimo sentido a nuestra existencia. Solo las clases de anatomía con las chicas, primero, luego con las mujeres, cuando fui madurando o haciéndome viejo, que viene a ser lo mismo, dieron una tregua a mi corazón angustiado, fue una limosna de la vida, aunque tan solo un jalón en mi camino hacia la muerte. Tuve la intuición de que algo me iba a ocurrir, no sé si mañana, pero pronto, y no me equivoqué.

Reconozco que no me comporté bien con las chicas cuando era joven, mi único interés estaba en seducirlas, a cualquier precio, mentiras, engaños, lo que fuera, todo era aceptable si acababan por dejarse meter mano, mi mano bajo su falda, mi mano trepando hacia sus senos… Disfrutaba de ellas hasta que me cansaba, entonces las dejaba y buscaba otra. Para mí era el paraíso, para ellas, por lo visto, el infierno. Todas se enamoraban de mí o decían que lo estaban, todas se enfadaban mucho, muchísimo, algunas incluso intentaron hacerme daño, a una la sorprendí echando algo raro en mi café. Cuando maduré me dediqué a las maduras, creí que serían más maduras, en el sentido de que nadie cree que algo sea para siempre y que todos nos enamoramos, así sin más, por echar un polvo y pasarlo bien. Pero fue inutil, continuaban enamorándose de mí y buscando una relación seria, de pareja, matrimonial, eterna. Que no, chicas, que no, que aquí estamos solo para pasarlo bien y nada más. Que no creo que el sexo sea un elixir que nos enamore nada más tomarlo, sin más, o una ponzoña que afecte nuetro corazón cuando solo debería afectar nuestro cuerpo, o una parte en concreto. Nada que me fallaron las maduras y me dediqué otra vez a las jóvenes, y luego alterné, maduras y jóvenes, y siempre tuve problemas, aunque lo pasé muy bien, es cierto. Algunas intentaron acabar con mi vida, de muchas maneras y con mucha seriedad, por suerte pude librarme… de todas, menos de una.

En un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme fui jalado por una mujer gitana, madura y con mucho garbo. Quiso leerme la mano y como soy muy débil ante cualquier cosa que quiera de mí una mujer me dejé. Luego llamó a una gitana joven quien me dijo que tenía el mal de ojo. ¿Me lo quitarías tú, guapa? Yo iba a lo mío, como siempre, pero alla iba a lo suyo. Me lo quitó a cambio de una fuerte cantidad de dinero, me leyó las manos y ante mi asombro verdadero sacó a relucir toda mi vida y el mucho daño que había hecho a las mujeres. Me profetizó que acabaría mal, eso ya lo sabía yo, en el cementerio, en la tumba, como todos.

Con mis dotes de seductor me las arreglé para llevármela de allí, en un descuido de la gitana madura. La invité a comer y hablamos, la invité a cenar y ella no pudo resistir más mis encantos y se dejó seducir. Fue una noche fantástica, pero cuando por la mañana me dijo que yo le había arrebatado su virginidad y que el único camino que me quedaba era el matrimonio, me reí en su cara. No debí de hacerlo. Me echó un maleficio, el mal de ojo, me maldijo solemnemente.
Y al día siguiente me atropelló un coche y fallecí, sin comerlo ni beberlo. Alguien, una mano invisible me despertó en la tumba. Me puse en pie y observé a un angel con la espada de fuego que me miraba muy enfadado.

-Don Juan Tenorio, nunca escarmentarás. Mira que llevas vidas y vidas, reencarnaciones y reencarnaciones, y no aprendes la lección, no escarmientas. Ahora te llevaré al infierno. No habrá más oportunidades para ti.

Fue una pena que el ángel de la espada de fuego fuera masculino, de haber sido femenino habría intentado seducirle, habría tenido una última «chance».

César García