LA VIDA VISTA POR JULIEN GREEN
Green, Julien. On est si sérieux quand on a 19 ans : Journal (1919-1924)
NOTA: Las citas han sido traducidas del original en francés por mí. Pido disculpas si hay algún error.
-Lo ideal es ser siempre consciente de lo que se quiere hacer con propósito deliberado.
-La verdad a cualquier precio, bajo pena de faltar criminalmente a nuestra vocación.
«La verdad no está a plena luz, en parte está en una zona de penumbra que nos permanece oculta. Citado en un artículo del País.
-Multiplicidad. No somos simples, ni dobles, ni triples; somos una infinidad de personas. No hablo aquí de personas con las que nos relacionamos en el mundo y según las exigencias de nuestra vida cotidiana, pues no somos esas personas o las somos de forma imperfecta; tenemos máscaras que nos ponemos y quitamos para adaptar nuestro rostro al espíritu del que nos mira. Un hombre bien educado poseedor de un gran número de máscaras se sirve de ellas con mucha más facilidad que él lo hace con la ciencia del mundo. Un hombre mediocremente educado dispone de un número suficiente de máscaras y las usa torpemente; aquel no sabe disimular su verdadero carácter y ponerle de acuerdo con el carácter de la persona con la que habla. De esto resultan malentendidos y disputas. El hombre mal educado se expone a las miradas de todos en un estado de desnudez moral, presenta al mundo un solo rostro que es el suyo y que no sabe cubrir con máscaras.
-Las personas que nosotros somos verdaderamente nacen de nuestra soledad. Cuanto más profunda es nuestra vida y cuanto más grande es un hombre. Una vida en la que no hay soledad es una vida sin valor y sin interés. En resumen, la soledad es el lugar menos solitario que puede encontrarse, ya que la vitalidad de nuestro ser la puebla de inmediato, si bien se puede decir que una vida en la cual no hay soledad es la más solitaria del mundo.
-Es en la soledad que las ideas toman posesión de nosotros. Es preciso figurarse las ideas no como pasivas y capaces de sere examinadas, después dejadas de lado, sino como muy activas y espiándonos, prestas en todo momento a saltar sobre nosotros y a esclavizarnos.
-El mundo tiene singulares misterios que nos chocan cada día sin saberlo. ¿Están ustedes seguros, por ejemplo, de no estar dando la mano a un envenenador? ¿Podéis jurar no haber conocido nunca a un incestuoso? Pasamos los unos cerca de los otros, una venda sobre los ojos, en una ignorancia total de lo que se disimula bajo la máscara de nuestros rostros y palabras, en el corazón de lo que nosotros hemos creído llegar a ser.
-Existe una superstición muy conocida de los amantes de las cosas ocultas que querría que nosotros pereciéramos de espanto para no vernos tales como somos en realidad, despojados de toda hipocresía que forma parte de nuestra educación, encontrarnos cara a cara con nuestra alma y todas sus ignominias.
-Tal sería, parece, el horror de esta revelación que nuestros pobres ojos carnales no podrían sostener la vista y que nuestro cuerpo sucumbiría, golpeado por una muerte súbita. Yo he amado esta idea que me parece plausible. Sobre todo cuando yo miro a los otros.
-El tiempo no existe. Sin embargo, nuestro cerebro está conformado de tal suerte que este error de creer o mejor dicho de obra como si se creyera verdaderamente en la existencia del tiempo es necesaria, es necesaria para nuestra razón. ¿Ponemos nuestra confianza en una ilusión?
-Sabemos que aprender es un medio de disfrutar mejor.
-Pascalnos deslumbra y nos asombra, pero Beethoven nos espanta y nos lleva a regiones que no son de este mundo. Su penetración en el vértigo, su grandeza aplasta. El es a veces tan fuerte, tan por encima de este mundo que nuestro espíritu no puede seguirlo sino con espanto.
-La camisa de fuerza del deber.
-La experiencia lentamente adquirida, ¿a quíen aprovechará tras nuestra muerte?
-Nosotros estaríamos muy atrapados si un día se nos desvelara que el sueño es el cuerpo sustancial del que la sombra proyectada se llama vida. Yo sospecho, por lo demás, que nosotros lo vemos todo al revés.
-Lo que yo busco sobre todo es de disfrutar de la hora presente, de todas las formas posibles.
-Un hombre cansado de la vida se refugia en el sueño, se persuade de que el sueño es la vida real, y esta vida que llamamos real, un sueño. De ello resulta una vida de inconsciencia que termina en suicidio. Se muere diciendo: ¡Qué pesadilla! ¡Dichosamente voy a despertar de inmediato!
-Lectura de Emerson sobre la historia: El estudiante debe leer la historia de forma activa, no pasiva; así el podrá estimar su propia vida como el texto y los libros serían el comentario. (…) El mundo existe para la educación de cada hombre…»
-La inteligencia comprende muy bien que ella no cree; sabe que escoge y asimila, pero no engendra. El genio crea sin necesariamente comprender, produce obras de las que él mismo no sospecha el sentido. Un hombre genial puede expresar espontánemente una multitud de ideas que el hombre más inteligente no comprenderá si no es con mucho esfuerzo y perseverancia, pero uno puede apostar que este hombre inteligencia verá mucho más claro que el hombre de genio.
-El genio no es una larga paciencia y en general no se puede hacer nada con las facultades ordinarias de los hombres.
-Si el mundo no os gusta. ¡Callaos! Pues bien, no. Yo quiero permanecer aquí, por curiosidad. Yo quiero ver un poco de lo que sucederá aquí, Yo desearía vivir hasta que fuera muy viejo. Por razón misma de su naturaleza, el sufrimiento lleva a una recrudescencia de la vida introspectiva y aniquila a la larga el hábito de volverse sobre nosotros mismos y a veces, nos hace seres bastante fuertes para soportar la prueba de esta terrible escuela, nos lleva a una independencia del mundo exterior y a un egoísmo fanático. El mundo interior que llevamos cada uno en notros y que alienta la existencia deviene entonces más profundo y más vasto; se podría muy bien concebir un hombre acosado por la desgracia y que, refugiándose en la vida interior hace crecer la exasperación para morir, abrumado por su propia fuerza espiritual como un resorte que se rompe parque ha sido comprimido demasiado. El desarrollo de la personalidad adquiere entonces una intensidad monstruoso, resultado de un almacenamiento de emociones que, no traduciéndose por ninguna manifestación exterior, fermentan en el alma y la cargan de vitalidad contenida. Un individuo que pertenezca a esta categoria de almas es necesariamente activo, en este sentido sufre y goza de una manera más perfecta que el hombre ordinario para el que la vida entera está a flor de piel -y por activa yo quiero decir que reacciona sobre el mundo sensible de una manera profunda y esencial.
-Es agradable acaso pasar el tiempo en soñar sobre hermosos libros, pero la vocación del hombre está en otra parte.
-En resumen, el estudio es la manera más satisfactoria de pasar la vida; expande la paz alrededor, ofrece una dicha sencilla, aunque permanente y al abrigo de las tormentas del mundo; es una buena madre que distribuye sus riquezas con prudencia y mesura. Lo que más me gusta es que accede de inmediato a nuestras demandas sin satisfacernos totalmente, a veces, lo que sería una falta, porque entonces lo descartaríamos. Con una sabiduría que ignoran las otras pasiones, nos sabe contentar nuestros deseos sin secar la fuente. Es al mismo tiempo el medio y el fin, y uno tiene el sentimiento de vivir a su sombra, que está perpetuamente en trance de alcanzar su fin sin por esto perder el gusto. He aquí algo muy serio.
-La distinción que se hace habitualmente entre hombres de genio, hombres de talento, etc es un error fatal que se debería proscribir de una vez por todas de nuestro sistema de educación. Repetir a los niños que las más grandes obras no pueden ser producidas sino por genios es una falta imperdonable, pero inculcarles la idea de que los genios son excesivamente raros y por así decir monstruosos, en razón incluso de su extrema rareza, es, no hay que dudarlo, un crimen. Es descorazonador para los mejores voluntades antes que ellas hayan intentado el menor esfuerzo. Sería preciso por el contrario repetir sin cansarse que Praxiteles y Da Vinci son una nueva versión, que un siglo sin grandes obras es una vergüenza, más que eso, una falta de la que cada individuo es culpable.
-Hubiera sido bello que pereciera en una guerra, nuestra civilización, una guerra como ésta que no ha hecho sino acabar. Pero no, ella ha resistido al cataclismo, y su mediocridad ha sido la razón de la maravillosa carnicería. Ella morirá pues de una muerte lenta y piadosa, como una vieja candela de sebo que la tormenta desencadenada no llega a apagar enteramente y que se consume y que se licua sin gracia y sin nobleza. Fue fuerte,la tormenta de cuatro años que barrió Europa, y no sé verdaderamente que se podría encontrar de más perfecto como exterminio. Es preciso, pues, que nosotros seamos muy piadosos para que la muerte no haya querido saber de nosotros. ¿Qué hacer? Lo mejor sería de apresurar el fin de nuestra raza, de empujar al suicidio a todos aquellos que no son bellos para dejar el campo libre a mejores elementos.
-Sumergirse en lo más profundo de un ser al que se ama para escoger allí en vivo los sentimientos más íntios, después encontrarse de repente en el umbral del santuario del alma, ¿qué hay más turbador, más conmovedor? Bajo las apariencias penetrar la identidad misteriosa, descubrir una personalidad palpitante de vida y de pasión.
-Yo entiendo que un hombre para que uno esté dispuesto a dejarse matar no puede considerarse verdaderamente como su amigo.
´¿Juzgaremos a un hombre por sus acciones? ¿Son ellas realmente la expresión exacta y completa de su personalidad? Yo lo creo cada vez menos. Primero, ¿no hay una injusticia clamorosa en estimar el valor de un hombre según su conducta pasada, y no es de alguna manera encadenarle a algo que ninguna fuerza human puede vencer o modificar, algo en otro tiempo irrevocable en su espectral horror?
-Referir un hombre a su pasado sería pues una manera de atentado contra su energía. Es como si se le gritara: Tú eres el hombre de ayer, tu serás lo que tú has sido, tu pasado no está detrás de ti, sino delante de ti, está en ti, determina todos los actos, tú eres su esclavo. Convendría responder, imagino: «Yo no soy lo que fui, yo no soy uno, yo soy mil, diez mil. Lo que yo fui ayer o hace una hora no es verdaderamente mi yo, sino como una sombra de mi. No me juzguéis pues por lo que hace esa sombra, sino preferentemente por lo que yo soy capaz de hacer. Cambio de minuto en minuto. Hay en mi millares de seres que quieren vivir y obras. Temed esto más que a los muertos.
-No es precisamente que por estos muertos y estas sombras que podamos predecir cómo será la línea de donducta de un hombre, esto sería causado or una psicología superficial y tierra a tierra (pedrestre). Nosotros somos, por así decirlo, asediados y sitiados por miles de circunstancias de la vida desde que ensayamos obrar, y nuestro Yo, nuestro verdadero Yo, cuando quiere afirmarse, está prisionero de dificultades indecibles; a menudo incluso, sucede que este Yo se engaña a él mismo sobre la importancia o incluso la existencia de circunstancias y él se imagina que haber sido liberado, cuando en realidad no ha hecho otra cosa que obedecerlas, sea que ellas hayan estado ocultas para el discernimiento, o que perfectamente insignificantes en sí mismas hayan sido descuidadas por él, ellas se han coaligado para vencerle. Un hombre no es pues lo que ha hecho, sino preferentemente lo que es capaz de hacer. No es difícil imaginar una vida que sea la contradición de un Yo que, acaso, no sabe nada de esto.
-El sentido de la felicidad, ¿qué es pues esta execrable voz que nos susurra que esta felicidad debe acabar y nos hace sufrir por el futuro de lo que debe llegar a ser?
-Antes o después acabaremos por parecernos a nuestros pensamientos; ellos moldean nuestro rostro. Nos parecemos también a nuestros amigos; yo entiendo esto físicamente. El amor o la amistad nos moldean.