RELATOS NAVIDEÑOS
NOELIO
Noelio es un anciano de edad provecta, ni él conoce su edad porque la memoria le flaquea. Hace tiempo odiaba que antepusieran el don a su nombre. No soy un capo mafioso, les decía, y se enfadaba mucho. Ahora sale el primer día de cada mes para cobrar su pensión en el banco y encargar las provisiones para el mes en la tienda de Trini, una buena mujer que le cuida a distancia y está pendiente de su salud, eso sí, a distancia y con mucho cuidado por que don Noelio, perdón, Noelio a secas, odia que alguien se preocupe por él.
Noelio siempre odió su nombre, prefería que le llamarán “Noé” hasta que alguien, muy bíblico, le tomó el pelo con la famosa borrachera de Noé, desde entonces prefería que le llamaran Elio y le importó un rábano que un resabidillo le dijera que el helio era un gas. Noé, Elio o Noelio siempre odió la Navidad, no la soportaba, ni siquiera los regalos que recibía de niño calmaban ese profundo sentimiento de odio. Al parecer sus padres fueron de esas personas con espíritu navideño que decoran sus casas y sus vidas durante unos días y obligan al resto de los mortales a participar en su entusiasmo. De ahí que le pusieran un nombre tan raro que le causó tantos problemas que a punto estuvo de intentar cambiarlo en el Registro civil. Los niños le llamaban Noelia y los adultos siempre buscaban un chiste adecuado para hacerle rabiar.
Noelio se jactaba de ir solo al banco y sacar su pensión en el cajero automático. Es cierto que a veces se quedaba atascado, sobre todo cuando intentaba mandar la pensión a su ex mujer y a su hija o hijos, porque su memoria flaqueaba tanto que ya no podía recordar con exactitud si tenía una hija o varios hijos o si alguna vez estuvo casado y se divorció o si en realidad siempre estuvo solo. La memoria es tan importante que cuando nos falta la echaríamos de menos si tuviéramos memoria para recordarla.
Noelio cobraba una magra pensión pero no quería preguntar al personal del interior por qué cobraba tan poco y si alguna vez cobró más y si realmente tenía que pasar pensión a su ex mujer o a su ex hija o a sus ex hijos. Sentía pánico a que se apercibieran de su presencia y comenzaran los problemas, ¿pero usted está vivo? Entonces… y entonces todo el mundo se daría cuenta de que no debería estar cobrando pensión alguna o que en realidad hacía muchos años que no pasaba la pensión a su “ex” o a sus “ex” que le creían muerto y por eso no reclamaban, o… No le quedaba mucha memoria pero la imaginación es casi lo último en morir en el ser humano, no el cabello, ni las uñas, no es la imaginación lo último que muere y a Noelio aún le quedaba.
Noelio una vez cobrada la pensión, con ayuda humanitaria o con sus propios medios, se dirigía renqueando y sin ninguna prisa a la tienda de Trini, encargaba las provisiones para el mes y le daba el dinero para que lo guardara y lo distribuyera a su manera y medida, porque Trini era el factotum del pobre anciano que solo había encontrado un alma caritativa y era aquella mujer, viuda, sensible, tan humanitaria como una ONG sin ánimo de lucro. De haber sido Noelio más joven o con más pensión las cotillas del barrio hubieran pensado lo peor, pero viendo al pobre anciano, desmemoriado, solitario, tropezando ya con los últimos escalones de la vida, ni el corazón más duro se habría atrevido a imaginar algún asuntillo entre ambos.
Navidad. Navidad era la palabra que nunca debería pronunciarse en presencia del anciano. Trini lo sabía pero un pálpito le dijo que aquella podría ser la última Navidad que vieran los ojos del pobre hombre y por eso se atrevió a hacerlo.
¿Navidad? Preguntó Noelio y se quedó pensativo. Ya ni siquiera podía recordar que existiera. Trini arremetió, convencida de que esta vez le convencería de pasar con ella las fiestas y con sus hijos e hijos que estuvieran donde estuvieran no dejaban nunca de traerle turrones, mazapanes y cava catalán. Hubo un instante, suspendido en el tiempo en el que la buena mujer casi llegó a convencerse de que Noelio disfrutaría de su Noelia, como dicen los franceses, sobre la tierra. Pero de pronto el anciano cambió la expresión del rostro, escupió en el suelo y se marchó, intentando controlar su deseo de emprenderla a bastonazos con la pobre Trini.
Navidad era sinónimo de infierno para don Noelio por eso se refugió en la especie de sótano, semisótano o entreplanta en la que vivía y después de atizar todo lo que pudo la estufa de carbón –un regalo de Trini, lo mismo que el combustible- se sentó en el sofá, colocó la manta sobre sus piernas y se puso a pensar y pensar y pensar… en nada, porque por mucho que lo intentó no logró sacar a la luz un solo recuerdo de su pasado. ¿Alguna vez estuvo casado? ¿Existirían retoños suyos por el mundo? ¿En qué trabajó para que le pagaran una magra pensión?
Navidad. Antes de la Navidad llegó la Nochebuena y don Noelio, sin saberlo, se tomó unas sopas de ajo, hechas con un pan duro de siete días, y se bebió el último sorbo de una botella de vino que le regalara Trini el primero del mes anterior, porque éste no tuvo tiempo de regalarle nada, habida cuenta de cómo se había tomado el anciano la mención de la palabra funesta. Y así, medio transpuesto, medio triste, medio nada, pero muy calentito, se quedó el resto de la noche, hasta que….
Hasta que creyó escuchar los lloros de un niño o una niña y se sobresaltó y pensó que tal vez era su hija que volvía a visitarle tras tantos años y que como el tiempo pasa de una manera muy rara volvía a ser bebé. Y luego pensó que bien podía ser un niño y no una niña. Y luego recapacitó y dedujo que en el edificio no había niños y que él no tenía niños y que era imposible que un niño estuviera llorando allí, y mucho menos a aquellas horas de la noche, que debían de ser muy altas, tanto que Noelio no llegaba a ellas.
Tardó en aceptar que el llanto no iba a cesar, que debería quitarse la manta de encima y caminar hasta la puerta y abrirla. Pero cuando aceptó lo inevitable lo hizo, con mucha pausa, rezongando entre dientes. Casi tropieza con una canastilla de mimbre. Con sumo cuidado dobló las rodillas y entonces pudo ver algo que se movía y cuando movió la ropa pudo descubrir, tan asombrado que casi se cae de culo, que alguien, una madre desnaturalizada, desgraciada, triste y muy mal asesorada por el destino, había dejado allí, ante su puerta una canastilla con un bebé.
Tardó tanto tiempo en recoger la canastilla, en izarse, en darse la vuelta, en ingresar en su modesto hogar, en cerrar la puerta y en llegar hasta el sofá, que la Nochebuena no tardaría en despedirse y en abrir la puerta a la Navidad.
Noelio, sin saberlo, había recibido el mejor regalo que puede recibir un ser humano, un recién nacido de verdad, un Jesusito de mi vida que eres niño como yo, sin pesebre pero en canastilla y en Nochebuena, después de haber cenado unas riquísimas sopas de ajo. Pero su entusiasmo solo duró un instante. Debo llamar a la policía, que vengan a recogerlo. ¿Pero cómo llamo? ¿Tengo yo teléfono? ¿Dónde?
Tardó en comprender que le resultaría más fácil preparar algo para el recién nacido, a ver si así se calmaba, que en buscar un supuesto teléfono que no sabía ni siquiera si existía. No sabemos si fueron consideraciones egoístas o altruistas, si fue la carita sonriente de aquel bebé que le miraba con los ojos muy abiertos después de haberse llenado con leche entera y no desnatada o semidesnatada (que le le hubieran venido mejor e incluso al propio Noelio, pero su cabezonería siempre se impuso a las dulces razones de Trini), o fue su incapacidad para buscar la forma de llamar al 112, porque ese número sí que lo recordaba, de tanta insistencia que había puesto en ello la buena Trinitaria, lo que le decidieron a quedarse con el bebé, a quien sacó de la canastilla, bien arropado, y colocó sobre sus rodillas y sobre la manta deshilachada. Y así se quedó mirando la carita de rosa del bebé que se estaba quedando dormidito, con su manita apretando con fuerza el dedito índice de don Noelio.
Y así les encontraron los bomberos y la policía que acudieron porque un vecino oyó algo muy raro, como el llanto de un bebé. Y tras todos ellos los gritos de Trini despertaron a todas las personas con espíritu navideño del barrio que acababan de acostarse o que ni siquiera se habían acostado, solo cerrado un poco los ojos con una copa de cava catalán en la mano.
Y cuentan las crónicas que aquel bebé fue llamado Noelio, por una señora muy pesada que les dijo a las enfermeras del hospital que o le cuidaban muy bien y le ponían ese nombre o las capaba. Y cuentan las crónicas que el bebé fue adoptado por Trinitaria y siempre amó la Navidad y el espíritu navideño. Y cuentan las crónicas que cuando se hizo mayor, no mucho, escribió la crónica de su papá adoptivo, a quien los ángeles canten en el cielo aquella bonita canción que dice:
Jingle Bells
Dashing through the snow
On a one-horse open sleigh
Over the fields we go
Laughing all the way;
Bells on bob-tail ring
making spirits bright
What fun it is to ride and sing
A sleighing song tonight
Jingle bells
jingle bells
jingle all the way!
O what fun it is to ride
In a one-horse open sleigh
A day or two ago
I thought I’d take a ride
And soon Miss Fanny Bright
Was seated by my side;
The horse was lean and lank;
Misfortune seemed his lot;
He got into a drifted bank
And we
we got upsot
Jingle Bells
Jingle Bells
Jingle all the way!
What fun it is to ride
In a one-horse open sleigh
A day or two ago
the story I must tell
I went out on the snow
And on my back I fell;
A gent was riding by
In a one-horse open sleigh
He laughed as there
I sprawling lie
But quickly drove away
Jingle Bells
Jingle Bells
Jingle all the way!
What fun it is to ride
In a one-horse open sleigh
Now the ground is white
Go it while you’re young
Take the girls tonight
And sing this sleighing song;
Just get a bob-tailed bay
two-forty as his speed
Hitch him to an open sleigh
And crack! you’ll take the lead
Jingle Bells
Jingle Bells
Jingle all the way!
What fun it is to ride
In a one-horse open sleigh.
Y que traducida dice:
cascabeles
Estralla a través de la nieve
En un trineo abierto de un solo caballo
En los campos que vamos
Riendo todo el camino;
Bells en el anillo bob-cola
haciendo espíritus brillantes
Lo divertido que es ir y cantar
Una canción trineo esta noche
jingle bells
cascabeles
Un padre en apuros!
O lo divertido que es ir
En un trineo abierto de un solo caballo
Hace un par de días
Yo pensé en tomar un paseo
Y pronto la señorita Fanny Bright
Estaba sentado a mi lado;
El caballo era delgado y lacio;
La desgracia parecía su suerte;
Se metió en un banco de la deriva
y nosotros
llegamos upsot
cascabeles
cascabeles
Suenen todo el camino!
¡Qué divertido es montar
En un trineo abierto de un solo caballo
Hace un par de días
la historia debo decirles
Salí en la nieve
Y en mi espalda me caí;
Un caballero cabalgaba por
En un trineo abierto de un solo caballo
Se echó a reír, ya que
Me acuesto en expansión
Pero rápidamente se alejó
cascabeles
cascabeles
Suenen todo el camino!
¡Qué divertido es montar
En un trineo abierto de un solo caballo
Ahora el suelo es de color blanco
Ir mientras eres joven
Tome las chicas esta noche
Y cantar esta canción trineo;
Acaba de obtener una bahía bob-cola
dos hasta cuarenta como su velocidad
Le Enganche a un trineo abierto
Y el crack! usted tomará la delantera
cascabeles
cascabeles
Suenen todo el camino!
¡Qué divertido es montar
En un trineo abierto de un solo caballo.
Disculpen los que saben inglés, pero ha sido traducida por el traductor de Google.
Yo siempre creí que en inglés se titulaba “Single bells” pero no, es Jingle bells, cascabeles. De niño me la cantaba mi mamá, Trini, y ella decía single bells y no Jingle bells, y a continuación se ponía a llorar y no paraba y cuando paraba me hablaba del Sr. Noelio a quien los ángeles canten en el cielo, y finalmente me cantaba la canción con su linda voz de soprano, tan dulce, tan dulce, que me quedaba dormido.
EL CRONISTA