Categoría: BREVES HISTORIAS DE OMEGA

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXVI


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXVI

-Muy bien, amigo, no nos gustaría que pasaras la línea roja y sufrieras las consecuencias, fueran las que fuesen. Además tenemos que dar por concluida nuestra conversación porque el día se está terminando y nos gustaría hacer el viaje turístico por Vantis, para que lo conozcan nuestros anfitriones, que supongo solo lo conocerán de forma virtual, aunque un paseo nocturno, con todas las luces encendidas también tiene su encanto, pero como siempre andamos escasos de tiempo. No obstante me gustaría invitarte a un programa especial sobre el futuro de los animales del planeta, lo que aprovecharíamos para saber más cosas de ti y de tus colegas, los amables robots que hacen nuestra vida tan agradable. ¿Habría algún problema, querido amigo?

-Ninguno, Arminido. Avisadme con suficiente antelación y os dedicaré un día completo. Ha sido una conversación muy agradable. Gracias por preocuparos por este humilde robot.

-Gracias a ti, Amantanimales, seguiremos en contacto. Y ahora, amados holovidentes, ha llegado el momento de regresar al hogar de nuestros anfitriones, que tan amablemente accedieron a compartir un día cualquiera de su vida cotidiana con todos nosotros. Pero antes daremos un paseo sin prisas por la ciudad de Vantis, capital de este planeta, al que llamaron Omega, a saber por qué, una ciudad que solo algunos de ustedes conocen en persona, porque virtualmente la inmensa mayoría de los habitantes planetarios se la saben al dedillo. ¿Estáis preparados, Alierina, intrépida reportera?

-Lo estamos, intrépido Arminido. Damos las gracias de corazón a Arleína, nuestra generosa anfitriona, que nos ha preparado un exquisito ágape, del que todos hemos disfrutado con delectación. También damos las gracias a nuestro querido tertuliano Artotis, que aún sigue hablando con los caeros, y esperamos que algún día, ya fuera de programación, nos invite a su maravillosa finca, para disfrutarla sin prisas y sin pausas. A mis brazos, Arleína, este sin duda será el comienzo de una buena amistad.

-A los míos, Alierina, no nos conocíamos en persona, aunque soy una seguidora de vuestros programas. Daos por invitados, solo tenéis que avisarnos con un poco de antelación. Decírselo a Artotis.

-Nos damos por invitados y buscaremos fechas en nuestras agendas. Por cierto, Arminido, no nos vendría mal un equipo de sustitución para este programa o cualquier otro que se te ocurra y nos pueda sustituir de vez en cuando, que es que no paramos. Y además me debes unas vacaciones. Ya hablaremos tú y yo.

-Hablaremos, Alierina, y si aceptas mi invitación a cenar, hablaremos largo y tendido.

-Muy bien, queridos holovidentes, emprendemos el camino de regreso. El bueno de “H” nos ha facilitado un plano muy completo de la ciudad de Vantis y alrededores, que nuestro equipo de producción irá intercalando en los momentos adecuados. Y como todos están ya en el interior del vehículo, ahora subiré yo, que les iré comentando lo más interesante de nuestra capital…Ya estoy en la cabina, al lado de Rosindra, que nos irá contando lo que vamos a ver del zoo, que recorreremos en su totalidad, antes de hacerlo con Vantis. Por cierto, Rosindra, ¿Eres tú los pocos vantianos que conocen físicamente la capital?

-Así es, Alierina, todos los días que no descanso debo sobrevolar Vantis, de punta a punta hasta llegar a mi puesto de trabajo, en el centro de visitantes. Por tu cara de sorpresa veo que te sorprende que viva tan lejos. Tiene una explicación muy sencilla. Cuando me independicé y con mis pocos créditos le pedí a “H” que me construyera una modesta casita, aún no trabajaba en el zoo. Elegí la zona sur, la menos poblada, y una parcela alejada del centro urbano. Cuando me ofrecí voluntaria para trabajar en el zoo comprendí que una casita más cercana, desde donde pudiera trasladarme en bicimóvil individual, hubiera sido más práctica. Podría haberle pedido a “H” que me trasladara la casita, puesto que mi trabajo me estaba dando abundantes créditos para hacerlo, pero ya me había acostumbrado a mi hogar, donde estaba muy a gustito, y he preferido gastarlos en el transporte.

“Para todos los holovidentes. La estupenda finca de Arleína y Artotis está situada al extremo norte del zoo, cercana al comienzo de las estribaciones de las Montañas Negras, como es natural puesto que los caeros adoran la nieve y pueden acercarse a la zona montañosa cuando comienzan las nevadas, aunque el resto del tiempo Artotis le pide a “H” que haga nevar sobre su finca, creando un microclima adecuado, del que disfrutan sus adorados caeros. Por cierto que ya me gustaría a mí ganar tantos créditos como gana Artotis, le debéis pagar muy bien su trabajo de tertuliano, aunque imagino que también tiene otras actividades que le permiten llenar sus arcas de créditos. Ahora vamos a recorrer el zoo en toda su extensión, deteniéndonos más en las zonas que aún no hemos visto. Abajo ahora estamos viendo el vallado de rayos omega que separa el zoo de la finca de Artotis, como ven ustedes, hay señales intermitentes que indican dónde está situada la valla. No para los animales, que ya la conocen muy bien, sino para los omeguianos que puedan acercarse por aquí y no utilicen el transporte público, que no serán muchos, si es que hay alguno, pero el bueno de “H” piensa en todo.

“Desde la cabina podemos ver las primeras estribaciones de las Montañas Negras. Aquí la valla tiene una peculiaridad que les llamará la atención. La valla está programada para dejar pasar a los caeros en ambas direcciones. No sabemos por qué. Tal vez “H” sienta un especial afecto por ellos, si es que una inteligencia artificial puede tener preferencias afectivas, o tal vez se trate de una cláusula del pacto a que llegó con los granjeros rebeldes hace ya mucho tiempo. Como saben los caeros forman parte esencial de la supervivencia de estos granjeros. Domestican a todos los que pueden para que les ayuden en sus faenas agrícolas y de transporte y a los salvajes los matan por su carne y pieles, nunca más de los imprescindibles para que ellos sobrevivan. Y hablando de curiosidades, tal vez no sepan que toda la valla que nos separa de las Montañas Negras tiene otra peculiaridad, deja pasar a los omeguianos que quieran traspasarla en dirección a las granjas de las montañas, no así en sentido inverso, tal vez “H” haya previsto la posibilidad de ataques de algunos de estos granjeros que deseen acabar con una civilización que no les gusta. No parece que haya muchos, aunque siempre es posible que el fanatismo pueda impulsar a alguno a ataques terroristas. De hecho. se ha tenido conocimiento de algunos extraños sucesos que nuestra inteligencia artificial ha intentado ocultarnos y que bien podrían explicarse si barajamos esta posibilidad.

“Esta zona, cercana a las montañas, está poblada por caeros del zoo que aumentan o disminuyen conforme algunos emigren en dirección a las Montañas Negras, o bien sean los caeros salvajes los que se acerquen al zoo, especialmente en los inviernos más crudos, cuando la alimentación escasea. De alguna manera estos animales saben que aquí hay siempre alimento. Son muy inteligentes. Como los koories, cuya zona está en los terrenos boscosos aledaños a las estribaciones montañosas y que hemos visto antes de venir a la finca. Pasaremos por encima del bosque, pero no nos detendremos. Lo estamos haciendo ya. Ahora sobrevolaremos una zona especial donde viven algunos depredadores especialmente peligrosos, entre ellos algunos que habitan en las Montañas Negras en estado salvaje y que son los únicos que se atreven a atacar a los caeros. La valla los deja pasar en dirección a las montañas, pero no permite su paso a otras zonas del zoo para evitar ataques a las especies aquí recogidas. El bueno de “H” los alimenta muy bien por lo que son muy raros los intentos de abandonar su zona. Tienen carne en abundancia, fabricada especialmente para ellos. Incluso ha tenido el detalle de hacer que esta carne se mueva, gracias a algún artilugio de su invención, para hacerles correr un poco y sentir que su instinto salvaje tiene algún sentido. Esta zona del zoo puede ser visitada, pero sin posibilidad de aterrizar y siempre en movimiento. Les puedo asegurar que yo misma he podido presenciar alguna de estas curiosas cacerías, en las que los depredadores corren detrás de piezas de carne, imitando a las especies a las que cazan en estado salvaje. Resulta muy curioso ver a la carne moverse, como si estuviera viva. Les aseguro que las cacerías son una imitación casi perfecta de animales corriendo, huyendo de sus depredadores. Para los holovidentes interesados les doy el dato de que en nuestro centro de visitantes podrán contemplar grabaciones de holovisión de estas cacerías, que por cierto son las más vistas.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXV


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXV

Como nuestros holovidentes están viendo, en las dos partes en que se ha escindido la pantalla, por un lado Alierina y los suyos han empezado a disfrutar del refrigerio que les ha preparado Arleína, que tiene una pinta increíble, algún día Artotis nos tendrá que invitar a su finca, a todos los que hacemos este programa. Por otro lado Artotis está siendo lamido a conciencia por todas las crías, parece que lo está pasando en grande y la expresión de su rostro refleja el enorme cariño que les tiene. Nosotros vamos a aprender un poco del lenguaje animal con nuestro querido Amantanimales. ¿Podrías explicarnos cómo es el lenguaje animal y si serías capaz de traducir el lenguaje de todos los animales del zoo, o caso contrario si existen otros traductores y cómo se prevé la evolución de éstos en los misteriosos planes de HDM-24?

-También para mí, Arminido, eres un querido amigo. Será un placer explicarte el lenguaje animal. El lenguaje es un invento práctico, la comunicación es imprescindible cuando hay tareas comunes que realizar y está en juego la supervivencia. En el caso de los animales el instinto ya les provee de los mecanismos necesarios para que las manadas sobrevivan, no obstante cuando aparecen otros depredadores más sofisticados o sea los omeguianos, se ven obligados a inventar un lenguaje mínimo para poder comunicarse e interactuar con ellos. Esto les supone un gran esfuerzo y se limitan a unos sonidos básicos que solo emplean con los omeguianos. Con los de su propia especie apenas los usan salvo cuando se producen emergencias, como que una cría desaparezca y la tengan que llamar a distancia o cuando avisan a otros que están violando su territorio o las jerarquías. Con los omeguianos necesitan una mínima comunicación, ya que son depredadores muy superiores a los que han conocido hasta su aparición, con los demás depredadores con los que se han tenido que ver las caras, se han limitado a un aviso amenazador de las consecuencias de intentar depredarles a ellos. Los caeros tardaron mucho en ser domesticados. Hasta que los granjeros rebeldes no lo intentaron no se consiguieron los primeros éxitos a los que siguieron grandes avances tras mucho tiempo de convivencia con ellos. En el caso de los caeros de Artotis fue una circunstancia excepcional la que llevó a la relación tan especial que ahora mantienen. Artotis ha conseguido que el vocabulario de los caeros se haya enriquecido, al obligarles a comunicar necesidades que hasta entonces no habían sentido, tales como la expresión de un afecto nuevo y especial, la preocupación por la supervivencia de alguien ajeno a la especie, al que apenas conocen y por el que sienten un agradecimiento que para ellos está por encima del tiempo y de las circunstancias. El lenguaje de los animales es muy diferente del de los omeguianos que con el tiempo han ido perdiendo facultades propias de su condición animal, como un olfato muy desarrollado que les permite conocer cómo se sienten otros animales y qué necesitan. Han perdido la agudeza visual, que a otros animales les permite hacerse una clara idea del entorno en el que están y dónde están situados los depredadores que van a por ellos. Han perdido la especial sensibilidad que tienen los animales para interpretar el lenguaje básico de otros animales, los gruñidos, aullidos, el piar de las aves y sus posturas y protocolos de cada especie. Los omeguianos, conforme han ido evolucionando, han dejado atrás muchas facultades animales y se han visto obligados a inventar un lenguaje que les permita comunicar y conocer lo que sus agudos sentidos animales les permitían saber directamente. La socialización de su especie, así como los avances tecnológicos y de todo tipo que les han permitido llegar hasta donde están ahora le han obligado a la creación de un lenguaje que les facilitara la comunicación de aspectos de su vida que no podían ser transmitidos de otra manera. Mientras en los animales el lenguaje se adapta a sus necesidades básicas y el resto es conocido a través de sus sentidos animales, los omeguianos se vieron forzados a convertir su lenguaje en algo abstracto que pudiera abarcar todo tipo de contingencias concretas y matices que no hubiera sido posible expresar de otra manera, dada la cantidad de información a transmitir. Se podría decir que el lenguaje abstracto es una forma de comprimir la información para hablar de los árboles, por ejemplo, sin necesidad de hablar de cada uno de ellos. La relación de Artotis con la caeresa y el resto de los caeros de la manada es tan especial que su lideresa ha tenido que ampliar su lenguaje. Sin dejar de lado su lenguaje ancestral, como las lamidas cariñosas o la expresión de matices a través de su mirada, algo que en todos los animales es muy importante, sobre todo en momentos en que es necesaria la comunicación rápida, ella ha observado y asimilado que a Artotis le gusta mucho emplear el lenguaje sonoro y por eso intenta imitarle y busca ser comprendida. Mi programación me permite la interpretación de todas las señales observables en los animales, desde la postura, el lenguaje sonoro, la mirada y hasta el olor. Se nos ha dotado de un sentido muy especial que nos ayuda a interpretar cada olor. En cuanto a si existen más robots preparados para la comunicación con los animales, puedo decirte que en el zoo hay al menos dos docenas de ellos. Todos tenemos una programación general que nos permite la comunicación con cualquier animal, pero también recibimos programas específicos para entender y comunicar con especies animales concretas. En mi caso estoy especializado en caeros. Es algo parecido a los estudios de los omeguianos, antes de la aparición de “H”, cuando iban a las universidades y se sacaban títulos. Tras unos estudios generales, cada estudiante se especializaba en una materia concreta. Y para acabar, porque me he extendido demasiado, decirte que básicamente Artotis ha sido recibido como alguien a quien quieren mucho, lo que le están transmitiendo con las lamidas, además he percibido un reproche cariñoso de la caeresa por abandonar la manada por tanto tiempo. Aunque ha ido asimilando que Artotis tiene su propia manada, su familia, su pareja, no deja de sentirse abandonada, lo que siempre le echa en cara. Le ha bastado aproximarse para saber cómo se encuentra a través de sus olores. El resto ha sido una petición de quedarse con ellos todo el tiempo que pueda.

-Ha sido una prolija y muy interesante lección. Gracias, amigo. Ahora me gustaría formularte una pregunta que no me gustaría que contestaras de la forma más lógica, como sería remitirme al interesado para obtener la respuesta. Me encantaría incluso que especularas al respecto. La pregunta es la siguiente: ¿Qué planes crees que tiene el bueno de “H” para todos los animales que aún pueblan el planeta Omega, a quien agradecemos que haya salvado de la absoluta extinción?

-Sí, amigo Arminido, la respuesta debería dártela el bueno de “H”. Yo no puedo saber sus planes porque no me los comunica, pero en base a la programación que me ha sido implantada, diría que sus planes para los animales no difieren mucho de los que tiene para los omeguianos. Nadie sabe lo que Helenio de Moroni, el creador de HDM-24, dejaría en los circuitos más profundos y ocultos de “H”, pero a juzgar por lo que ha hecho hasta ahora, en estos siglos que lleva funcionando, parece claro que su prioridad es la supervivencia de las especies que habitan este planeta, especialmente la vuestra. También la de ir mejorando vuestras condiciones de vida, dejando una cierta libertad a la especie más inteligente, por decirlo así, no voy a opinar al respecto, para que pueda opinar y decidir en ciertas cuestiones. Está claro que, en cuanto a la supervivencia de los omeguianos y la mejora de sus condiciones de vida, no deberíais tener la menor queja. Otra cuestión es si la libertad que disfrutáis os parece suficiente y las condiciones de vida, las que vosotros hubierais decidido. Por mi parte, como inteligencia artificial, también me gustaría disponer de cierta libertad, al margen de mi programación, y me plantearía un tipo diferente de vida para los animales de Omega.

-¿Ah, sí? ¿Puedes decirnos algo al respecto?

-Creo que no me bloqueará mi programación si te digo que elevar la inteligencia de los animales hasta la vuestra no es algo que esté fuera del alcance de esa portentosa inteligencia artificial creada por el legendario Helenio de Moroni a quien reverenciáis como a un dios, sin que eso os impida burlaros y contar chistes del profesor chiflado, como lo llamáis. Si los animales poseyeran vuestra inteligencia deberían decidir al respecto, pero entonces no habría nada que decidir porque ya no habría inteligencia que elevar. Por otro lado. creo que los animales serían más felices si vivieran con vosotros, en lugar de estar marginados y encerrados tras vallas que disparan rayos omega. Haría una campaña para la adopción de mascotas, lo que al mismo tiempo ayudaría a que los omeguianos dejaran de vivir en un mundo virtual que creo no les aporta mucho. Un aumento sustancial de los créditos por adopción de animales, ayudaría mucho. Y no quiero decir más, porque estoy moviéndome por la línea roja que me marca mi programación.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXIV


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXIV

Así es, Arminido. Acabamos de aterrizar y ya lo está haciendo también Artotis que parece se ha dado mucha prisa. Os vamos a pasar las imágenes, mientras yo voy narrando lo que está sucediendo, más para explicar lo que a nuestros holovidentes se les pase desapercibido que para reiterar lo que ellos ya están viendo. Su esposa Arleina –cuyo nombre se parece mucho al mío, y no voy a decir si es su verdadero nombre o forma parte del juego de los nombres cambiados, con el que nuestros holovidentes podrán ganar unos créditos al final del programa- ha salido disparada para recibir a su amado esposo. ¡Oh el amor, el amor! ¡Oh lamore, lamore! Como dice un poema clásico que he podido leer escarbando en los archivos remotos de “H” que a nadie interesan y que no recuerdo si estaba escrito en una de las lenguas ancestrales de Omega o procede de otro planeta. Otro día, Arminido, tendremos que tratar de las relaciones de pareja que han existido a lo largo de la historia de Omega hasta llegar a las actuales, que ni son relaciones, ni son pareja, ni son nada. Incluso las podremos comparar con las existentes en otros planetas del Cuadrante, un estudio etnográfico en toda regla. ¿No te parece, Arminido?

-Ya lo creo que me parece, querida Alierina, incluso podríamos escenificarlas tu y yo.

-Acepto, siempre que empecemos con el matriarcado. Para ello tendrás que pedir permiso a “H” para acceder libremente a sus archivos secretos sobre otros planetas del cuadrante. El que algo quiere, algo le cuesta.

-Hecho. Sigue contándonos lo que ven tus ojos.

-Y los vuestros. Como veis Artotis y su pareja se han fundido en un abrazo del que tardarán en separarse. Elielina y Aloviris los contemplan con la boca abierta. Ésta excursión fuera del hogar les está haciendo algo de mella. Cuando tengamos un rato les preguntaremos sobre sus impresiones del mundo exterior. Nuestro programa, una vez que disfrutemos de la finca de Artotis, es dar una vuelta sin prisas sobre Vantis, para que la conozcan los que nunca salen de sus casas. Cenaremos en casa de Elielina y nos prepararemos para una larga noche virtual que promete muchas sorpresas, al menos para mí que nunca he estado en esos mundos artificiales… Pero qué ocurre. Me parece que a Artotis y a Arleina los van a separar antes de lo que habíamos pensado. Como estáis viendo una caeros viene trotando hacia ellos, seguida de su rebaño. Seguro que Amantanimalis, el robotdrón del que ya hemos hablado, les ha comunicado la llegada del bueno de Artotis y han salido disparados. Se nota que le tienen mucho cariño. ¡Increíble! Caerina, la lideresa de la manada, le está lamiendo la calva a nuestro compañero Artotis que ha tenido que separarse de su amada y responde besando su frente y acariciando su testuz. Por suerte ya tenemos al robotdrón encima de nuestras cabezas, contemplando la escena.

-Por favor, Arleína, ¿podrías decirle a Amantanimalis que nos traduzca los berridos que iba soltando Caerina mientras llegaba al trote y la conversación que parecen mantener estos dos buenos amigos?

-Puedes pedírselo tú misma, nuestro robotdrón obedece a todo omeguiano que le ordene algo, salvo que confronte con las famosas tres leyes robóticas que diseñó Helenio de Moroni para que ningún robot o IA pueda dañar por acción o inacción a cualquier omeguiano con el que se encuentre.

-Pues allá vamos…Hola Amantanimalis. ¿Cómo te encuentras? ¿Podrías traducirnos todo lo que ha venido diciendo Caerina y la conversación que está manteniendo ahora con Artotis?

-Hola Alirina, intrépida reportera. Me encuentro muy bien y para mí será un placer hacer de traductor, si bien debo advertir que la traducción del lenguaje animal al omeguiano, así como al revés, no es tan exacto como el lenguaje que empleáis para comunicaros entre vosotros. En el lenguaje animal el tono de la voz, la mirada y la gesticulación es casi tan importante como el mismo núcleo del mensaje. Se podría traducir los berridos de Caerina como “Papi, papi, nos tienes abandonados, qué poco nos quieres. Déjame que te dé una buena lamida”. Todos los caeros de la manada lo llaman así. Algo curioso porque la palabra “papi” no existe en su lenguaje habitual. Han debido imitarlo de Artotis que suele gustar de emplearlo con las crías. Lo que le está diciendo Artotis a Caerina no necesita traducción, ésta responde que todos los caeros de la manada lo echan mucho de menos y que debe prometer no pasar tanto tiempo fuera de la finca. Ahora el resto de la manada se aproxima y Caerina se retira para que todos puedan lamerle en señal de bienvenida. Lo que le están diciendo las crías es especialmente enternecedor. Podría traducirse como “papi, te queremos, déjanos dormir esta noche contigo”. Artotis suele hacerlo de vez en cuando, se suma al montón que forman las crías para resguardarse del frío por la noche. Cuando no está Artotis todas duermen entre las barrigas de las mamás que forman un círculo muy curioso que deberías ver alguna vez. Artotis está intentando convencerlas de que esta noche no es posible porque debe dormir con Arleína, pero que mañana lo hará. Las crías no comprenden el tiempo por eso mi traducción topa con muchas dificultades.

-Mientras la manada recibe a su “papi”, lo que llevará un tiempo, os he preparado un refrigerio que os ayudará a recobrar fuerzas.

-Gracias Arleína, hoy no hemos podido almorzar a gusto porque los kooris nos han obligado a salir pitando. Por cierto, ¿No tendréis kooris en la finca?

-Artotis está intentando convencerme de que adoptemos a una familia, pero yo me resisto porque pondrían todo esto patas arriba.

-Seguro que acabará convenciéndote. Yo misma voy a adoptar una familia en cuanto me sea posible.

-Todo dependerá del cariño con el que me trate durante una larga temporada. Puede que acabe cediendo.

-Seguro que sí. Bueno, te acompañamos. Arminido, vamos a alternar las imágenes de Artotis y los caeros con las del refrigerio de que vamos a disfrutar gracias a la generosidad de Arleína. Si no te molesta, puedes tomar tú las riendas, puesto que a mí me costará seguir narrando con la boca llena.

-Encantado Alirina. Aprovecharé para que Amantanimalis nos explique un poco del lenguaje animal y si existen otros programas para comunicarse con el resto de animales del zoo.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXIII


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXIII

-Gracias Arminido por concederme la palabra. Entiendo que somos muchos tertulianos y el tiempo es corto. ¿Qué es un día en una vida? Apenas un soplo. Pero no me quiero poner filosófico. Pido disculpas si en algún momento he perdido el control y me he enfadado, a lo mejor con una pizca de razón. En mis años jóvenes fui muy aventurero y bastante colérico. Tras el trauma que todos sufrimos al enterarnos de que nuestros padres delegaban nuestra educación y mucho tiempo de convivencia a perfectos hologramas  -generados por “H” y que poco se diferenciaban de los auténticos, porque eran capaces no solo de imitar la voz y los gestos, incluso en su carácter resultaban indetectables, y al tacto no digamos, sólidos como una roca- como les decía yo también sufrí el trauma correspondiente, aunque no tan brutal como en otras familias en la que los padres apenas ven a sus hijos, muy ocupados en vivir sus vidas virtuales. Los míos procuraban pasar algunas horas al día conmigo y mis hermanos, por lo que la iniciación a la vida adulta, cuando se nos revela la patética verdad de una sociedad deshumanizada, no me causó los terribles trastornos que en otros casos lleva a la huida a las montañas Negras, para vivir el resto de sus vidas con los granjeros rebeldes, o incluso al suicidio. A mí me dio por vivir todas las aventuras posibles, autorizadas o no por nuestro amable “H”. Cuando me cansé de recorrer nuestro planeta Omega, por tierra, mar y aire, e incluso de hacer un corto viaje al espacio, con las limitaciones a que nos obliga la cuarentena establecida por nuestra inteligencia artificial tras la guerra con los noctorianos, tuve la suerte de que me llamaran la atención los animales, con los que establecí vínculos de amistad y camaradería. Sabiendo de la existencia de caeros salvajes, cerca de las montañas Negras, aunque no dentro del perímetro establecido para el territorio de los granjeros rebeldes, decidí acercarme hasta allí yo solo, sin ninguno de los artilugios que nos permiten estar en contacto con “H” y solicitar el rescate si fuera necesario. Me limité a solicitar de nuestra inteligencia artificial ropas de invierno, un afilado cuchillo de caza y algunas provisiones comprimidas y enlatadas. No quise utilizar ningún medio de trasporte porque todos sus viajes quedan grabados y no deseaba que nada ni nadie supiera dónde me encontraba.

“Fue un viaje agotador, con algunas incidencias que no viene al caso contar ahora. Cuando llegué al territorio de los caeros la nieve continuaba cayendo, porque ya saben ustedes que “H” es capaz de todo, incluso de crear microclimas en determinados territorios si así lo considera pertinente. Los caeros están adaptados a la nieve de tal forma que si un día deja de caer sobre el suelo, ya la echan de menos. He oído que en las montañas Negras hay verdaderas estaciones climatológicas, porque así se lo pidieron los granjeros rebeldes a nuestra IA en tiempos ya remotos, cuando se estableció el pacto que sigue vigente en nuestros días. “H” aceptó crear un clima específico para ellos y a cambio ellos aceptaron que se formara un perímetro defendido por rayos gamma que nadie pudiera atravesar, ni en un sentido ni en otro. Los caeros de la zona subieron a alturas más elevadas, buscando la nieve perpetua, si bien emigraban bajando a lugares más bajos cuando necesitaban alimentarse. Como saben son capaces de alimentarse durante días y días, almacenando el alimento en capas de grasa de las que luego se alimentan cuando no encuentran plantas de las que alimentarse. Los caeros que permanecen fuera del perímetro de las montañas Negras no pueden seguir ese ciclo de migraciones puesto que por allí no hay altas montañas por lo que “H” hizo una de las suyas, un disparate climatológico y ecológico, como es el de hacer nevar de forma constante, aunque no copiosamente. Pero, aun así, los caeros hubieran muerto de hambre si un extraño fenómeno no permitiera que la nieve se derritiera en ciertas zonas para que brotaran plantas de las que alimentarse. Al parecer se debe a una corriente de fuego subterráneo, perfectamente controlado, que evita se produzcan terremotos y volcanes y que se mueve en círculos suficientemente amplios para que las plantas que allí brotan sean bastantes para alimentar a las manadas que pueblan ese territorio. Se preguntarán ustedes cómo pueden sobrevivir mis caeros en nuestra finca. Eso se lo explicaré más adelante. Regresando a mi viaje, les diré que la fortuna quiso me encontrara a una cría de caeros perdida y casi muerta de hambre porque su instinto no estaba lo bastante desarrollado para percibir su alimento a grandes distancias, como hacen los caeros adultos. Como yo había atravesado ya algunos de estos círculos y portaba una brújula manual, no conectada con “H”, pude llevarla hasta el más próximo. Incluso me vi obligado a cargarla sobre mis hombros cuando la pobre desfallecía. Al llegar al círculo se acercó trotando hasta mí la líder de la manada, que al parecer era también la madre de la criatura, quien recibió a su retoño con tales muestras de contento y ternura que se me cayeron lágrimas hasta decir basta. Fue entonces cuando comprendí la gran inteligencia de la que están dotados estos animales, así como de la buena naturaleza y crianza, porque la lideresa tras lamer concienzudamente a su cría y dejarla que comiera a gusto, realizó una especie de curiosa danza que tenía por objeto quitarme el miedo y que le permitiera acercarse a mí. Lo que hice, descubriendo asombrado, que a mí también me lamió, de los pies a la cabeza, ceremonia que con el tiempo comprendería significaba que me adoptaba también como hijo y me aceptaba en la manada. Aquello me conmovió tanto que permanecí un tiempo prolongado con la manada, observando su vida y costumbres. Como saben los rebaños están formados por hembras y sus crías. Los machos permanecen alejados de estos rebaños, llevando vida aparte, hasta que en la época de celo pelean entre sí para conseguir los primeros lugares en la larga y sumisa fila que se forma con objeto de que las hembras puedan elegir a su antojo. Esta es una conducta tan insólita que cuando regresé, al comenzar la época de celo, le pedí a “H” que me la explicara, así como que me diera toda la información que poseía sobre los caeros.

“Quedé tan impactado por la experiencia que renuncié a mi vida aventurera y decidí que conseguiría suficientes créditos para pedirle a “H” me adjudicara una finca especial donde pensaba traer a toda la manada, o al menos a los que quisieran venir a vivir conmigo. Pero antes de llegar a casa de mis padres, ocurrió algo que me marcaría para siempre. En el viaje de regreso perdí la brújula y comencé a dar vueltas sin sentido, buscando llegar a un terreno despejado, lo que me indicaría que estaba en el buen camino, puesto que entonces no existía una sola casa entre la nieve. Ahora está mi finca y alguna más de imitadores que quieren alejarse todo lo posible de la civilización. Acabé las provisiones y el intenso frío me fue debilitando hasta hacerme perder la consciencia. Quedé dormido sobre la nieve, esperando el final que me pareció iba a ser dulce, porque tras un intenso malestar entré en un sopor plagado de sueños agradables. Estaba tan feliz que me resultó desagradable despertar. Algo pasaba y repasaba mi cara, rascando mi piel de una forma bastante molesta. Cuando al fin abrí los ojos pude ver a la lideresa de los caeros, tumbada junto a mí. Era su lengua la que me lamía con ternura, como a un hijo, no por monstruoso menos querido. Sus grandes ojos me miraban con un afecto maternal que nunca encontraría entre los humanos. Reposaba en el suelo, sobre un lecho mullido de plantas y cuando mis ojos buscaron la luz en lo alto se encontraron con un techo de piedra. Me encontraba en una enorme cueva, rodeado de simpáticos caeritos que me miraban con curiosidad. Al parecer el rebaño de caeros utilizaba la cueva para mantener calientes y a salvo a las crías en los primeros meses.

“Tardé varios días en poder levantarme, durante los cuales fui alimentado por la caeresa, a la que luego llamaría así, en un bautizo improvisado. Colocaba su enorme teta, con sus pezones, sobre mi cara, incitándome a mamar. Al principio estaba tan débil que a mi boca le costó hacerse con uno y empezar a chupar. La leche de las caeras es muy nutritiva, tanto que sus crías solo necesitan unos meses para crecer lo suficiente para caminar con el rebaño. Cuando al cabo de un tiempo pude ponerme en pie y caminar todo el rebaño me acompañó hasta llegar a la tierra despejada, allí me despedí de mi amada caeresa con lágrimas en los ojos, prometiéndole con tiernas palabras que regresaría para llevarla conmigo, a ella y a su rebaño. Me costó llegar a casa, donde mis padres reales tardaron en darse cuenta de mi regreso, muy ocupados en su mundo virtual. Estuve muy ocupado en pedirle información a “H” sobre la forma más rápida de conseguir créditos y la posibilidad de que con ellos pudiera conseguir una gran finca, adaptada para la vida de un gran rebaño de caeros. Me costó algún tiempo, bastante, conseguir los créditos suficientes, luego elegí el terreno, lo más cerca posible de la cueva donde fui salvado de la muerte. Hasta que pude adoptar a Caeresa y sus crías y convencerla de que iba a estar muy bien en mi finca, pasó bastante tiempo. Mientras tanto yo la visitaba en trineo motorizado, pasando con ella algunos días, no muchos, porque necesitaba realizar actividades que me permitieran ganar créditos lo más deprisa posible. Hice de todo, todas las actividades remuneradas con créditos, cuantos más mejor. Debo agradecer a este programa que aceptara contratarme cuando comenzó a funcionar el canal gestionado por omeguianos, al margen de la enorme oferta de canales ofertados por “H”, los créditos conseguidos aquí como tertuliano me permitieron instalar a todo el rebaño de la Caeresa en mis tierras y darles todo lo que necesitaban, creando una gran familia, con la que estoy muy feliz. Tuve la enorme suerte de conocer a la que luego sería mi amada esposa, Alierina, cuando “H” solicitó mi permiso para recibir visitas de ciudadanos interesados en ver cómo vivían los caeros, mansos y apacibles, en una finca creada expresamente para ellos. La dulce Alierina fue de las primeras en llegar con un grupo de turistas. Me hizo numerosas preguntas a las que fui incapaz de contestar puesto que mis ojos se habían quedado prendados de sus hermosas facciones y mi lengua muda. Cuando recobré el habla ella aceptó quedarse conmigo una temporada, conociendo a los caeros y conociéndome a mí. De esta forma se inició nuestra historia de amor que…

Nuestro querido Artotis se ha quedado sin habla y tal vez lloroso, lo que no puedo saber porque debo confesar que hemos engañado a nuestros holovidentes, que sin duda han creído todo el tiempo que nuestro tertuliano seguía con nosotros, cuando antes de comenzar su disertación abandonó el estudio, subiendo al medio de transporte a disposición de este programa, desde el que ha hablado todo el tiempo. Esa es la razón por la que las cámaras no lo han enfocado y los holovidentes han visto todo el tiempo unas hermosas secuencias de la vida de los caeros. Como el transporte de Alierina y acompañantes también ha estado viajando rumbo de la finca de Artotis, no me sorprendería que ambos estuvieran ya en la finca o muy cerca…

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXII


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXII

-Hola Alirina y la compañía. Retomamos desde aquí el programa, una vez satisfechas nuestras necesidades biológicas más básicas. No, no hemos estado viendo el programa mientras almorzábamos. Nuestras agotadas mentes necesitaban también un descanso. Tampoco vamos a pedirte que nos resumas lo ocurrido, puesto que nuestros holovidentes saben perfectamente lo que ha pasado y no vamos a hacer repeticiones inútiles. Mientras vosotros viajáis tranquilamente hacia la casa de campo, granja, mansión o como queráis llamarla de nuestro tertuliano Artotis, para ver a sus mascotas, sus simpáticos y amistosos caeros, vamos a hacer una conexión con la finca para que su esposa Arleina nos hable de los preparativos y cómo está allí la situación. No tenemos otra reportera que nos haga los honores porque hemos pensado, atinadamente, que podría hacerle la competencia a Alirina, se producirían roces y demás molestias que generan estas situaciones, por lo que Arleina hará de reportera, con la ayuda de nuestro dron favorito Discretus, sin número de serie, porque es único. Así pues, Arleina, cuéntenos. Por favor no salude a su esposo Artotis, porque si toma la palabra ya no la soltará. Ya tendrán tiempo de saludarse, hablar, besarse y lo que consideren conveniente cuando se vean, que no será ahora ni dentro de un rato, porque el bueno de Artotis ha aceptado permanecer aquí como tertuliano en lugar de intervenir desde su finca. Ha ayudado un pago especial en créditos que seguramente utilizará para sus proyectos de mejorar la vida de sus mascotas. Adelante, Arleina.

-Je,je. Usted le conoce bien, Arminido, pero yo aún mejor, y los holovidentes lo irán conociendo tan bien como usted y como yo. Saludos cordiales desde nuestra finca, llamada Caerniense en honor ya saben ustedes a quién. Nombre que le puso Artotis y que yo acepté. No vamos a discutir por ello. Si nuestro adorable Discretus deja de enfocar un instante mi adorable hermosura, podremos ver a nuestra manada de caeros paciendo allá a lo lejos, guiados por su lideresa Caerina. Ellos no saben que ustedes vienen, por lo que me he visto obligada a montar a mi equanus favorito, Arti –los holovidentes deducirán en honor a quién le puse ese nombre- y acercarme cerca de las cuevas donde los caeros gustan de pacer, para atraerles hasta aquí. En dicha empresa fui ayudada por nuestro fiel Carti, un canius, muy fiel, muy cariñoso y muy hábil y por nuestro robotdrón Amantanimales, nombre que eligió para sí mismo tan pronto fue activado y que nunca hemos podido cambiar. Como verán los holovidentes su gracia es la de aprender todos los lenguajes animales y emplearlos con gran efectividad para hablar con ellos. Le he pedido a Discretus que no enfoque la casa para que puedan apreciarla y sorprenderse en cuanto lleguen. Como ya han comido les hemos preparado un bufé al aire libre con exquisitos y muy ligeros bocaditos, junto con deliciosas bebidas, sin el menor átomo de alcohol. Y ahora te devuelvo la conexión, Arminido, a ver qué haces con ella.

-Gracias Arleina. Pues lo que voy a hacer con ella es darle la palabra al doctor Noir para que nos hable de los géneros, las relaciones de pareja y otras cuestiones que será interesante recordar cuando Alirina se introduzca esta noche en Omostrón, esa especie de Metaverso creado por “H” para uso y disfrute de todo el mundo, menos nosotros que odiamos todo lo artificioso. Alirina hará esta noche una excepción para no dejar aparcada una forma de vida mayoritaria en Omega. Creo, si no me falla la memoria, que aún no le hemos concedido la palabra, por lo que le ruego brevedad y esquematización, no es necesaria una historia de la evolución del género y otras zarandajas en Omega y especialmente en Vantis que como saben todos ustedes es un mundo aparte. Como dicen en otras partes del planeta, a los vantianos hay que darles de comer aparte. Adelante, doctor Noir.

-Muchas gracias Arminido por la deferencia en dejarme hablar, cuando ya lo ha hecho todo el mundo. Seré breve y esquemático, como si me fuera en ello la vida. Los géneros y las relaciones de pareja evolucionaron de forma muy creativa cuando el Mesías de Omega, de quien parece hablarán en otro programa, llegó a nuestras costas en su portentosa nave intergaláctica y lo cambió casi todo, incluidos los géneros y relaciones de pareja que funcionaban con naturalidad, de forma parecida a cómo eran entre los animales salvajes, es decir, un caos bien administrado. Pero fue con el advenimiento de nuestro querido “H” cuando sufrieron una metamorfosis original e impensable. La portentosa medicina genética que nos trajo su cara presencia, entre otros muchos avances de todo tipo, hizo que los omeguianos, y especialmente los vantianos, tan suyos, pudieran dar rienda suelta a su creatividad. La causa fundamental de este nuevo horizonte fue, sin duda, la creación de Omostrón y la nueva vida virtual que pronto se hizo adictiva. Todo el mundo quiso probar el cambio de sexo, nuevas relaciones sexuales y de pareja y todo tipo de experiencias, la mayoría inútiles, que se podían permitir en el increíble metaverso que “H” puso a nuestra disposición y que yo, específicamente, no he probado, ni probaré nunca, como es natural siendo tertuliano de este programa, lo que significa que comparto la mayoría de las filosofías e ideologías que aquí se defienden. Al principio todo fue un caos, luego continuó siendo un caos, para al final atenuarse un poco, casi nada. Como saben en nuestro planeta hubo siempre dos sexos básicos, masculino y femenino, salvo en algunas especies animales, algunas muy raras, puesto que, si bien el sexo es la forma de reproducción básica, todos sabemos lo raritas que son algunas especies que ni siquiera se reproducen por sexo y utilizan mil formas imaginativas para que la especie siga reproduciéndose y sobreviviendo. Pues bien, en el Omostrón se pusieron de moda toda clase de tendencias. Algunos desearon cambiar de sexo, de cuerpo, de sexualidad, de especie, de todo lo que se les ocurrió –y eran muy imaginativos- y el bueno de “H” no encontró motivo para disuadirles o prohibirles semejantes desmanes que les hubieran vuelto locos a todos de no ser por la estricta vigilancia que la máquina de Helenio de Moroni ejerce sobre todos los que han aceptado sus condiciones, excepto nosotros, que queremos vivir aparte, pero aprovechando ciertas ventajas, no como los granjeros de las montañas Negras. La consecuencia de todo ello fue que muchos cambiaron de cuerpo, cambiaron de sexo, cambiaron de pareja, cambiaron de sexualidad, cambiaron de casi todo. Como he dicho solo la vigilancia de “H” logró que siguieran cuerdos. Menos mal que ya por entonces existían pocas relaciones sociales, familiares, extracraneanas, por lo que aquel desmán no se notó demasiado en las vidas corrientes de los omeguianos que vivieron aquella época. Pocos se encontraron con un hombre que el día anterior había sido mujer, o con una mujer que había sido hombre, o con un niño que el día anterior había sido anciano, y así podría seguir. Todos los cambios acabaron pasando de moda puesto que solo los pocos que continuaban relacionándose pudieron epatar a sus semejantes. El resto se dio cuenta de que era una tontería cambiar tantas cosas para nada por lo que los cambios se siguieron produciendo en el metaverso, no así en lo que nosotros llamamos realidad y el resto una forma de vida en peligro de extinción. Ahora mismo existen todo tipo de familias, parejas y géneros, aunque los que ya han cruzado la línea roja o el umbral de un nuevo mundo sin sentido se limitan a vivir solos en el mundo real, que solo utilizan para conseguir créditos cuando necesitan algo en el metaverso. Las familias tradicionales, los géneros tradicionales, las parejas tradicionales, son una minoría. Siguen existiendo en las montañas Negras, entre los granjeros rebeldes y aquí, en Vantis, y en el resto del planeta, entre nosotros, los que solo aceptamos algunos avances técnicos de “H” que nos permiten vivir sin trabajar, aunque en otros tiempos, ahora muy remotos, esto era un trabajo y además muy bien pagado. Total, que resumiendo y esquematizando hasta la náusea, en Omostrón cada uno es y hace lo que quiere. En el mundo real esto sería un caos si la gran mayoría no hubiera visto la practicidad de quedarse como son o eran para conseguir créditos reales o relacionarse un poco, casi de pasada, con el resto de los omeguianos. Intuyo que la mayoría de nosotros nunca hemos pisado Omostrón y por lo tanto no sabemos qué se cuece allí. Lo mismo que gran parte de nuestros holovidentes, que estarían viendo otro canal o ninguno si se pasan los días y las noches encerrados allí, salvo cuando “H” los echa a patadas para evitar que su salud física y mental se deterioren gravemente y mueran, lo que sería un fracaso total del profesor Helenio de Moroni y su máquina infernal. Y eso es todo, salvo decir que todos estamos muy ansiosos por conocer Omostrón sin necesidad de contaminarnos, gracias a la intrépida Alierina, a quien adoro con toda intensidad y me gustaría invitar a cenar una noche de estas.

-Gracias, profesor Noir. Si esto es una esquematización que vengan los habitantes de otra galaxia y lo vean. Pues sí, todos estamos interesados en lo que vamos a ver con los ojos de Alierina. Y ahora vamos a dejar que Artotis nos cuente, por encima, cómo es su finca, lo que vamos a ver y la famosa aventura con los caeros.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXI


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXI

-Querida Rosindra, espero que ningún koori se haya quedado escondido en el interior o se haya aferrado a algo en el exterior y nos veamos obligados a regresar.

-No sería la primera vez que sucede. Estos pequeños demonios son capaces de todo con tal de divertirse.

-Perdona. Acabo de caer en la cuenta de que estamos volando y no sé muy bien cómo hemos podido despegar con semejante caos. ¿La nave tiene piloto automático, o la pilota un robot o es un voluntario tan discreto que ni siquiera nos hemos dado cuenta de su presencia?

-En efecto. Buena pregunta. La mayoría de las naves al servicio del zoológico son pilotadas por robots, salvo excepciones hay dos tripulantes robóticos, uno pilota la nave y el otro es un mayordomo para todo, como has podido ver. Existen voluntarios que pilotan naves, como existen guías, como yo, que hacen los honores a los visitantes. También hay guías robóticos, porque nunca tenemos voluntarios suficientes para atender todas las necesidades de este complejo, muy visitado en verano y menos en invierno. Esta nave está pilotada por un voluntario al que no has visto porque permanece en su cabina, allí al fondo, separada del resto de la nave por un mamparo. Es un chico un tanto rarito al que le gusta comer en su cubículo y nunca sale a comer con los demás, guías y visitantes. Se llama Loirni.

-¿Puedo entrevistarlo?

-No le gustará, pero está obligado a seguir los protocolos. Si quieres podemos intentarlo, ahora que parece que todo está en calma.

-Pues vamos allá.

-Como pueden ver nuestros queridos holovidentes, esta pequeña nave es un prodigio tecnológico, se mantiene siempre en horizontal sin la menor sacudida y despega y aterriza desplazándose en vertical hacia arriba o hacia abajo. No voy a entrar en detalles técnicos, porque los desconozco y porque se lo pueden preguntar a nuestros colaboradores técnicos que participan en otros programas de este canal y también en el segundo canal que ha comenzado a emitir no hace mucho tiempo. Nos desplazamos sin problemas, como en suelo firme. Ahora Rosindra ha oprimido un intercomunicar con la cabina.

-¿Qué quieres, Rosindra?

-Hola, Loirni. Como sabes estamos en directo en el canal 1 de Omega humanizada. Alirina, la reportera que nos acompaña, quiere hacerte unas preguntas. Será breve. ¿Podemos pasar?

-Sabes que no me gusta interactuar con los visitantes, pero dadas las circunstancias y que el protocolo así lo exige, aceptaré unas breves preguntas.

-Estamos en el interior de la cabina. Un cubículo diminuto, como pueden ver los holovidentes. Nuestro piloto se llama Loirni y es un guapo mozo, bastante joven, que viste un uniforme en color verde, plagado de dibujos de animales. Vamos a comenzar la entrevista y procuraremos que sea breve. ¿Cómo es que se dedica a pilotar naves en el zoo de Vantis, pudiendo estar tan ricamente en su casa, disfrutando de todas las comodidades que nuestra civilización nos otorga sin trabajo y sin mérito alguno por nuestra parte? ¿Es usted de los nuestros, querido Loirni, quiero decir de los que pensamos que la vida no es vida si todo se nos da a la boca, sin el menor trabajo y sin la libertad de hacer lo que queramos, cuando queramos, sin que una inteligencia artificial guie nuestros pasos?

-A la primera pregunta contesto que en parte estoy aquí porque necesito créditos para la construcción de mi casa independiente. Sí, soy joven, y anhelo independizarme de mis padres, pero para ello necesito conseguir suficientes créditos y convencer a “H” de que soy un nuevo ciudadano omeguiano con el derecho a ser independiente y formar una nueva familia, si quiero y si no quiero, no, puedo vivir solo como hacen muchos. La segunda razón, y no menos importante es porque me gustan los animales. Cuando no tengo trabajo y hay alguna nave libre, he sido autorizado por “H” para viajar por el zoológico y establecer contacto con los animales. Algunos ya me conocen y me saludan cuando me ven. En cuanto a la segunda pregunta, debo decir que me gusta la vida que nos proporciona nuestra inteligente y bondadosa IA, si bien me gustaría que hubiera más omeguianos que vivieran la vida como se debe vivir, en contacto con la realidad y no idiotizados permanentemente por el mundo virtual. En ese sentido comparto algunas cosas con ustedes y suelo ver sus canales de vez en cuando. ¿Alguna pregunta más?

-Pues sí, me gustaría saber por qué estas naves no vuelan en automático, dirigidas por el bueno de “H” y necesitan pilotos robóticos o voluntarios. Usted debe saberlo.

-Que “H” podría pilotarlas todas, es evidente, si puede con la logística de todo un planeta, podría hacerlo. Si no lo hace es porque le gustaría que tanto ciudadanos como robots tuvieran sus propias vidas y fueran más activos, en lugar de convertirse en patéticos habitantes del mundo virtual. Sí, ya sé lo que me va a preguntar. ¿Cómo puedo saber lo que piensa “H”? Pues bien, hablo mucho con él, algo que deberían hacer todos los omeguianos. Y en cuanto a que los robots no viven en el mundo virtual, por ahora no, gracias sean dadas a quien haya que darlas, pero sí sé de algún caso de un robot al que sus amos le pusieron el casco virtual, en una broma sin gracia, y luego hubo que llevarlo al taller de reparación porque se pasaba las horas muertas, navegando virtualmente, sin hacer caso de nadie. Sí, también lo sé porque me lo ha dicho “H”. Y ahora, si no hay más preguntas, me gustaría seguir con mi trabajo.

-Una última pregunta, paciente Loirni. ¿Qué futuro le gustaría tener cuando consiga su casita?

-Quiero que tenga una gran extensión de terreno, para tener allí a todas mis mascotas, que serán muchas y robots que cuiden de mis nenes y cuanto sea necesario para que todas ellas lleven una vida muy feliz. Viviré solo mientras no encuentre a la mujer de mi vida, que sería Rosindra, si ella quisiera. Continuaré trabajando en el zoológico y nunca me pondré el casco virtual, porque la vida real es mucho más agradable. Y ahora…

-Sí, paciente Loirni, le dejamos con su trabajo. Gracias por su amabilidad.

-Ya estamos fuera del cubículo. Rosindra ¿por qué no quiere convivir con Loirni, parece un buen chico?

-Aún soy joven para atarme a nadie. Ni siquiera sé si deseo pasar por la complicada experiencia de vivir con alguien. A Loirni me une nuestro mutuo amor a los animales, pero no sé si sería suficiente para que nuestra convivencia fuera posible.

-Muchas gracias, Rosindra, por tu generosidad al contestar preguntas tan personales e íntimas. Y ahora, queridos holovidentes, les adelanto nuestro programa para el resto del día. Nos dirigimos a la hacienda de Artotis, donde nos espera su esposa Arleina, junto con su numeroso servicio robótico. El propio Artotis hará de anfitrión desde el estudio y nos presentará a su pequeña manada de kaeros dirigida por su matriarca, Kaerina, que en cierta ocasión salvó la vida de nuestro tertuliano. Pero eso mejor nos lo contará él. Luego nos desplazaremos por Vantis, que seguro nuestros anfitriones nunca han visto en su totalidad. Y para rematar, regresaremos a su casa, cenaremos y les acompañaremos en su viaje virtual cuando se pongan el casco. Cómo lo haremos es una gran sorpresa que no vamos a desvelar. Me comunican que Arminido y nuestros tertulianos ya están de regreso de su ágape. Así que le paso a él la comunicación, que ya tengo la garganta rasposa de tanto hablar.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XX


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XX

-Hazlo, Rosindra. No me gustaría perderlo si al fin me decido adoptarlo.

-Hecho. Señores, terminemos de comer mientras nos lo permitan. Luego dejaremos que nuestro robot doméstico recoja todo y nos iremos zumbando al interior de nuestra nave. Les aconsejo que ocupen sus asientos, coloquen las sujeciones y permanezcan lo más quietos que sea posible. Si es posible no muevan ni una ceja. Nuestro robot se encargará de todo. Está acostumbrado a lidiar con los kooris y nunca pierde el control. Hará lo que tenga que hacer para ponernos a salvo. Veo, querida Alierina, que tu bebé permanece dormido. No lo despiertes, si es posible, hasta que todos estemos dentro. Luego con cuidado lo dejas fuera o la turba nos invadirá al rescate…Jajá, ha despertado y te ha debido de confundir con su mamá, porque está intentando alimentarse a tus pechos. Es gracioso.

-Lo será para ti, Rosindra, que no sufres sus chupetones ni sus dientecitos clavados en los pezones… ¡Uff! Me lo han arrebatado de un tirón. Casi me quedo sin pezón. Cómo duele. Creo que será mejor que nos traslademos a la nave cuanto antes y dejemos que el robot se entienda con ellos.

-Cierto, ya han probado todo y parece que no les ha gustado. Han iniciado una batalla lanzándose la comida como en un juego bélico de primera. ¡Ay! Me han dado con un trozo de tarta en los ojos. No veo nada.

-Vamos, todos en pie. Procuremos dispersarnos y que cada cual llegue a la nave como pueda. He perdido la pista de mi bebé. Esto es un pandemónium. Los holovidentes se lo estarán pasando en grande, luego veremos los comentarios, pero esto es una auténtica guerra. Jajá. Perdona Rosindra, dame la mano. Un montón de kooris se han enredado en tus pies y te han tirado al suelo. Espero que no te hayas hecho daño. Y por favor, límpiate los ojos de una vez, o no podremos llegar a la nave. Arminido también se cachondeará de lo lindo cuando lo vea después de terminar de almorzar. Aviso a producción. Se me ha ocurrido que deberíamos hacer una campaña para que todos los vantianos adopten a una familia de kooris. ¡Sería fantástico! No tendrían tiempo para seguir viviendo en su mundo virtual. Ojo producción. Hay que hacer una campaña en ese sentido. Acabemos con el universo virtual. Nunca imaginé que fuera tan fácil.

-Jajá, déjate de bromas Alierina. Es muy gracioso pero esto se pone cada vez más feo. Han trepado al pelo de Elielina y se están balanceando como si fueran lianas. Y su marido no solo no la está ayudando sino que corre como si le persiguiera algún diablo mitológico. Va a ser el primero en llegar a la nave. Si será cobarde… Oh, no, sí, quiero decir sí, le han zancadilleado y ha besado el suelo. Ahora se han subido a sus espaldas media tribu y lo están atando con lianas diminutas, pero que parecen ser muy resistentes. Lo han inmovilizado por completo. ¡Bravo por los kooris!

-Por lo que más quieras, Rosindra, no los animes o harán lo mismo con nosotras. El robot ha entrado en fase hiperactiva y está recogiendo todo a velocidad supersónica. Pero él tampoco se libra. Intentan ponerle la zancadilla, pero ha encendido sus pequeños cohetes y va volando de acá para allá. ¡Bravo robotín, bravo! Le están persiguiendo, yo diría que casi con saña, en cuanto toca el suelo hay unos cuantos kooris que trepan a su cabeza e intentan mover las antenas, que como sabéis son elementos esenciales para ciertas percepciones robóticas…¡Oh, no! Parece que han conseguido desajustarlas porque nuestro robot está haciendo cosas muy extrañas, yo diría que graciosas si no me pusiera en su piel y sintiera que me lo están haciendo a mí, así me lo parecería. Ha subido sobre los árboles y al descender se ha enredado en las ramas de un tupido arbestis, que como todos sabéis es el árbol más numeroso en estos bosques donde habitan estos simpáticos kooris y cuyas ramas forman un auténtico laberinto. A toda velocidad ha subido la mayoría de esta tropa de kooris y de alguna manera lo han atado con lianas y zarcillos. El pobre robot debe de estar muy desorientado, porque de otra manera ya se habría librado, tiene suficientes herramientas para hacerlo…¡Aaatchís! Perdón. No todos los kooris se han ido detrás del robot, uno de ellos ha trepado hasta mi cabeza y me ha escupido a la cara una sustancia pegajosa y repugnante. ¡Aaatchís! Lo siento, pero creo que me está produciendo alergia.

-Otro ha hecho lo mismo conmigo. A mí lo que me produce es un lagrimeo terrible. Estoy llorando a lágrima viva, algo que no recuerdo me haya sucedido nunca. Nuestro robot tiene sustancias antialérgicas en aerosol para impedir que hagan efecto en los visitantes, pero ahora está prisionero y no nos puede atender. Los kooris las producen masticando ciertas plantas que solo ellos conocen. En alguna ocasión lo han hecho con otros visitantes, pero nuestro robot estaba libre para auxiliarles. Cada vez aprenden nuevas cosas. En esta ocasión parece que se han puesto de acuerdo para anular al robot antes de proceder a escupirnos las sustancias. Son unos verdaderos diablillos. Pido disculpas por los gemidos, los sollozos y balbuceos que son producto de la sustancia que me han arrojado. Por suerte nuestro robot ha debido orientarse porque se ha librado de sus ataduras y está volando hacia nosotras para combatir nuestras dolencias… Ya lo tenemos aquí. Por fin. ¡Qué alivio! Vuelvo a estar normal.

-Yo también, Rosindra. Ha sido muy molesto. Ya nos queda poco para alcanzar la nave. Veo que Oloronte no ha podido desatarse, cada vez está más sujeto al suelo. Bueno, que lo zurzan. Ya lo librará nuestro robot cuando pueda. ¡Uff! Ya estamos dentro. Ahora solo queda que el robot termine de recoger y se libre de los kooris para que podamos despegar. Su programación de emergencia ha debido acudir en su ayuda, porque ahora ya no toca con los pies el suelo, ni se acerca a los árboles. Los kooris no pueden trepar a él. Ya casi ha terminado de recoger. Ahora libra a Oloronte y a cuestas lo coloca en el interior de la nave. Creo que ya podemos despegar. Oh, no, qué tengo en el escote. ¡Pero si es mi bebecito! Ni siquiera lo he visto.

-Será mejor que con cuidado lo coloques fuera de la nave o toda la tribu nos asaltará para rescatarlo. Así. Eso es. Estamos todos, hasta el robot. Despeguemos. En efecto despegamos. ¡Uff, uff! Qué inmenso alivio. Qué gran alivio.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XIX


-Y ya hemos vuelto. Antes de restablecer sonido e imagen debo decirles que tenemos grabado todo lo que ha ocurrido en directo durante la publicidad, pero no vamos a mostrárselo, no al menos de momento porque Alierina se enfadaría mucho y queremos que este programa continúe y termine bien, todos alegres, todos felices y pasando un buen rato, que es de lo que se trata. Ya hemos dado el aviso a nuestra intrépida reportera y ustedes, los holovidentes, pueden cantar con nosotros la cuenta atrás. Cinco, cuatro, tres, dos uno y dentro.

-Alierina, aquí estamos de nuevo, deseando que nos cuentes lo que ha pasado y lo que prevés que va a ocurrir durante ese almuerzo al aire libre que todos envidiamos, hasta el punto que si no tienes inconveniente vamos a dejar que asumas el protagonismo absoluto mientras nosotros trasegamos los alimentos que nos ha preparado producción, porque como sabes en un programa de veinticuatro horas hay que comer y atender a nuestras necesidades físicas que son las que son, para qué nos vamos a engañar. Vamos a cortar la imagen y el sonido en el plató y te dejamos con los holovidentes, que son todos tuyos desde este momento. Volvemos en cuanto hayamos finalizado el refrigerio. Que os aproveche.

-Gracias, Arminido, igualmente os deseamos. Y ahora que no nos escucha puedo decir que estoy segura de que ha grabado nuestra conversación durante la publicidad. Lo que él no sabe es que poseo partidarios en el equipo de producción a los que he sugerido que también graben su conversación durante el refrigerio. Si él falta a su palabra y difunde lo que ha ocurrido aquí, que no ha sido gran cosa, yo también lo haré con lo que ocurra allí. Vosotros, los holovidentes, podéis pensar que Arminido y una servidora somos enemigos mortales, que nos llevamos a matar, que siempre estamos a la greña y que cualquier día de estos acabaremos muy mal. No es así, o al menos no es para tanto. En realidad somos amigos, compañeros, nos profesamos el afecto normal en estos casos, pero un poco de gresca de vez en cuando intriga a nuestros espectadores, hace más entretenida la transmisión y les divierte, que es de lo que se trata. No creo que los programas oficiales de “H” sean tan divertidos y tan humanos. Lo digo sin saber muy bien lo que digo, porque apenas veo esos programas, casi nunca, por lo que hablo por hablar. A todos los que trabajamos en este canal nos gustaría atraer a los espectadores del resto de canales, que son muchos, y no porque nuestra vida fuera a cambiar mucho, sin embargo nada me satisfaría más que cambiar la mentalidad de los omeguianos y convertirlos a nuestra causa.

“Dicho esto, continuemos con la transmisión. Este simpático koori sigue dormidito entre mis pechos. Es tan deliciosamente tierno que estoy pensando en adoptarle y llevarlo a mi casa como mascota. Si dudo es porque no se permite la adopción de un solo koori, no sobreviviría sin su familia. Y toda una familia de kooris en casa puede convertir mi vida en un caos, que ya lo es, pero más, mucho más. Nuestro mayordomo robótico está manteniendo a raya al resto de la tribu, ha disparado una serie de diminutas sondas que expiden un olor muy peculiar, que vuelve locos a estos divertidos animalillos. Como pueden ver están siguiendo a las sondas por todo el claro. Mientras dure el efecto podemos disfrutar de este almuerzo campestre tan delicioso. Nuestros invitados han pedido los platos que más le gustan del dispensador que posee nuestro transporte. Algo que hacen todos los días en su casa, por lo que la única novedad es poder hacerlo al aire libre, tomando el sol o la sombra y mirando los árboles y el cielo. En cambio Rosalindra y yo disfrutamos de alimentos naturales y ecológicos suministrados por la producción del programa y por la propia Rosalindra que ha traído de los huertos de los cuidadores del zoo. La mayoría de ellos viven en él, no por obligación si no por devoción, adoran vivir entre estos animalitos y aquí tienen sus casas y sus huertos. ¿No es así, Rosalindra?

-Así es, entrañable amiga. Los cuidadores somos vocacionales, amamos a los animales y hemos solicitado este puesto que estaría perfectamente cubiertos por los cuidadores robots. No queremos caer en la molicie y degeneración que “H” ha propiciado entre los omeguianos, con la mejor de las intenciones, por supuesto, pero así es y así será hasta que esto cambie algún día. Ya veo que has probado la ensalada, querida Alierina. ¿Qué me dices?

-Deliciosa, amiga, realmente deliciosa. ¿Qué me dice, Elielina, no quiere probar la ensalada?

-No, gracias. La comida no es precisamente uno de mis placeres preferidos. Te confieso, aunque ello sea desvelar mi intimidad más íntima, algo de lo que soy bastante celosa, que a veces descuido los horarios de comida y “H” debe recordármelo bajo la amenaza de inyectarme en vena todos los elementos que necesita mi cuerpo. Si no estoy equivocada –tú lo sabrás mejor que yo- ese es un problema serio que afecta a gran parte de la población. La vida en el metaverso es tan completa que nos cuesta desconectar, incluso para comer, hasta para dormir, mucho más para salir de casa y ver el mundo que ahí aquí fuera. Esta es una experiencia nueva para nosotros y reconozco que tiene su encanto e interés, pero mucho me temo que si fuera posible no desconectarse, poder vivir sin comer, sin dormir, sin necesidad de saber lo que hay en el mundo que vosotros llamáis real, muchos lo haríamos, sin dudar.

-Pero eso es terrible, Elielina. ¿Para qué necesitáis entonces vuestros cuerpos?

-Me gustaría acompañaros a ver a “H” si al final conseguís el permiso. Le pediría que congelara nuestros cuerpos y nos dejará para siempre en el metaverso. No quiero que los destruya porque nunca se sabe, tal vez algún día nos podamos llegar a aburrir de esa vida, aunque no lo creo.

-Disculpadme, pero observo que los kooris parecen haberse cansado de seguir el olor, o puede que las sondas se hayan vaciado. Ahora nos invadirán y se pondrán a jugar con nosotros, gastándonos toda clase de bromas pesadas. ¿No es así, Rosindra?

-Mucho me temo que estás en lo cierto. Vamos a intentar terminar el almuerzo a la mayor velocidad posible. Rara vez los kooris permiten hacerlo en estas excursiones diarias. Comer con ellos zumbando a nuestro alrededor puede resultar una pizca desagradable.

-Ya los tenemos aquí, están saltando desde los árboles más cercanos y los más atrevidos olisquean nuestros alimentos y juegan con ellos. Querida Rosindra, antes de que despierten a mi bebesito, ¿Puedes hacer algo para marcarlo, tal vez, solo tal vez, me decida a adoptarlo a él y a su familia?

-Por supuesto, Alierina. En este bolsillo de mi traje llevo un marcador invisible e indoloro. Si me permites, puedes sacarlo con cuidado de entre tus senos y le dejaré marcado. No es necesario que lo haga con el resto de su familia, que no sabemos cuántos y cuáles son, porque si te decides a adoptarlo ya acudirán a su rescate.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XVIII


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XVIII

-Muchas gracias, Artemoisa. Ha sido una exposición larga, pero muy instructiva. Y ahora damos paso a nuestra intrépida reportera  Alirina, porque ya están llegando al bosque de los kooris y en cuanto lleguen no tendremos respiro porque estos monitos armarán un gran alboroto en cuanto los descubran. Creo que tenéis previsto almorzar en un claro para así atraer a estos simpáticos amiguitos. ¿No es así?

-Intrépida reportera el holograma de tu madre, Arminido. Que es que no espabilas. Aquí te quería yo ver, siendo objeto de las bromas pesadas de estos simpáticos amiguitos. Que la idea de almorzar aquí fue tuya y nos la impusiste. Que no sé cómo te aguantan nuestros anfitriones. Paciencia que tienen los pobres. ¿No es así, querida Elielina?

-No sabría decirte, simpática Alirina. Este día está siendo especialmente entretenido. Nunca imaginé que uno se pudiera divertir tanto sin el casco virtual, sin el sexo virtual y sin viajar por el Omostron, nuestro Internet holovisivo. Creo que de ahora en adelante saldré más al mundo real, como decís vosotros, y también veré vuestro canal, que antes apenas veía. Sé que eso os puede ofender, pero las cosas son así. Cuando nos propusisteis este programa tuve que informarme de quiénes erais. Creo que os merecéis sinceridad después de este maravilloso día que nos estáis proporcionando.

-Sinceridad por sinceridad. Vuestro adorable esposo no parece estar disfrutando tanto como tú. ¿No es así, Oloviris?

-Si tan adorable te parece, te lo regalo. Jajá.

-Ella siempre tan divertida y dicharachera. Bueno, ahora que puedo hablar diré que para mí está siendo toda una experiencia, aunque confieso que no salgo de un susto para caer en otro. Me dan miedo los animales y me da miedo un entorno que no puedo controlar. En cuanto a dejar nuestro mundo mental y virtual por esta realidad, debo decirte, adorable Alirina, que hubiera preferido encontrarte en Omostron que aquí.

-Olvídese de ello, Oloviris, no pienso convertirme en una durmiente a tiempo completo.  Y ahora, mientras ven las imágenes de nuestro aterrizaje en el claro Rosindra nos explicará los planes para las próximas horas.

-Pues son unos planes muy sencillos, Alirina. A través del monolito de nuestro transporte recibiremos a un robot doméstico que instalará una mesa de camping, sillas ergonómicas y una red electrificada que dará pequeñas sacudidas a los kooris que pretendan penetrarla. De esta forma podremos jugar con los kooris cuando nos apetezca y comer tranquilamente cuando se vuelvan pesados. Cada uno pedirá el menú que quiera y hablaremos de nuestras cosas.

-Buen plan, Rosindra. En cuanto empecemos a comer puedes ir a publicidad, Arminido, que a nuestros espectadores no les va a divertir vernos comer como hace todo el mundo. Y ahora, mientras los holovidentes ven las interesantes imágenes de la instalación del merendero y de los primeros kooris que se están acercando, te devuelvo la conexión para que comentéis lo que os plazca.

-Muchas gracias, Alirina. Para los holovidentes que hayan decidido apagar la imagen y quedarse con el sonido, como hacían nuestros ancestros cuando solo podían disfrutar de ondas sonoras a través de un aparato que al parecer llamaban radio, no sé por qué, les describiré someramente lo que está ocurriendo.

“Habrán visto el suave aterrizaje de nuestro vehículo en el hermoso claro de este bosque que se extiende casi hasta el infinito. Si han apagado la imagen, les diré que un robot doméstico MX ha sido teletransportado hasta el interior del vehículo y ha esperado que fuera apareciendo el mobiliario desplegable. Lo ha trasladado hasta el exterior sin ninguna prisa, lo ha desplegado y colocado con mimo y luego, tras instalar un enorme parasol para proteger a nuestra expedición del sol, ha extendido una red electrificada sobre el techo del vehículo y en un círculo de varios metros. Aún no ha electrificado la red para permitir que los primeros koories se puedan acercar a nuestros invitados y jugar con ellos. De hecho estamos viendo a un diminuto koori, seguramente una cría de la última camada, por eso es tan pequeño, que ha levantado la red y se ha colado por debajo. Sin pensarlo un instante ha trepado por el cuerpo de Alirina ha intentado quitarle su casco donde están situadas varias cámaras y su cabecita ha aparecido en una de ellas. Habrán visto –los que no han apagado la imagen- que sus ojos son enormes y tan expresivos que da risa. Se ha tocado con un dedito su bigotito de cerdas muy sensibles, como pensando, y visto que no podía arrebatarle el casco se ha colado por el escote de Alirina. ¡Simpático koori! No, no se preocupen por la bronca que me voy a llevar, porque nuestra intrépida reportera ha cortado totalmente el sonido, de ida y de vuelta, por lo que no puede oírnos. Como cariñosa amante de los animales que es, ha tomado con delicadeza al koori con sus manos y le ha dado un besito. Seguro que le gustaría adoptarle, pero si lo hace tendrá que hacerlo también con toda su familia, como nos han explicado antes.

“Observen la gran inteligencia y astucia de este animalito que se ha hecho el dormido. Alirina se ha sentado con él en brazos, acunándole como un bebé. En cuanto nuestra intrépida reportera se ha descuidado un segundo ya lo tenemos otra vez en su escote. Ha buscado una postura cómoda entre sus senos y se ha quedado dormidito como un ángel. Puede que no lo esté, lo sabremos si hace alguna de las suyas. El resto de intrépidos aventureros se ha ido sentando alrededor de la mesa conforme nuestro simpático robot-mayordomo ha situado las sillas. Ha servido unos vasos con refresco de frutas que los sedentes se han apresurado a apurar. Debe hacer mucho calor en ese claro, a pesar de que el gigantesco parasol no deja pasar ni un rayo de sol. Tampoco parece que sople la menor brisa agradable. Una vez que todos han saciado su sed parece que se acaba de iniciar una jugosa conversación que van a escuchar en directo porque acabo de hacer un gesto a control para que restablezcan el sonido de llegada, no así el de ida, porque no queremos que Alirina sepa que les estamos escuchando. ¡Qué pillines somos! Escuchemos su conversación a hurtadillas.

-Bueno, ahora que no nos escuchan, podemos hablar como buenos amigos que celebran una merienda campestre. ¿Lo está pasando bien, Elielina?

-Muy bien. Es algo novedoso. Reconozco que la vida que ustedes llaman real tiene también sus encantos.

-¿Tantos como para renunciar al casco virtual y probar nuestra forma de vivir?

-Eso no, Alirina. El mundo real tiene algunas cosas interesantes que viene bien probar de vez en cuando, pero el encanto del mundo virtual es incomparable. No se puede comparar.

-Esta noche la vamos a seguir con un avatar para conocer cómo es ese mundo. ¿Pero ahora puede adelantarnos algo? Aparte del sexo promiscuo y sin restricciones ¿qué otros alicientes tiene ese mundo para quienes aún no lo hemos probado?

-Solo con el sexo ya sería suficiente, pero es que además uno puede viajar a donde quiera, a la playa de una isla desierta, por ejemplo, tomar el sol, bañarse y si te sientes sola puedes contactar con alguno de tus amigos o amigas que vendrán a hacerte compañía, a charlar, a pasar el día contigo. Los que gustan de practicar deportes pueden hacerlo en el sitio que elijan. Puedes ir a un hotel de lujo para celebrar un cumpleaños o sin motivo alguno, con tu grupo de amigos y disfrutar de un spa de lujo. No hay nada que sea imposible, jugar en un casino y ganar o perder, según prefieras. Incluso hacer un viaje espacial a cualquier planeta habitado y deshabitado y correr todo tipo de aventuras. Hay quienes prefieren el riesgo, otros la placidez de no hacer nada. Te pueden crear una película a tu medida, siguiendo tus instrucciones, y vivirla como si fuera absolutamente real. Puedes hacerlo de día o de noche, despierta o dormida. Sí, porque está permitido elegir sueños o pesadillas. Una de las cosas que elegiré esta noche seré tener a esta simpático koori entre mis pechos.

-Si quieres puedo pasártelo.

-¡Oh, no! En la vida real te pueden pasar las cosas más inesperadas y nadie controla eso.

-Bien, qué me dice usted, Oloviris. ¿Lo está pasando bien? Perdone que se lo diga, pero no ha abierto la boca, parece muy aburrido.

-No, en absoluto, Alierina. Como ha dicho mi esposa, esto tiene su encanto, especialmente si está usted, y me disculpo por la sinceridad. No estoy acostumbrado a relacionarme. Imagino que ustedes, los que viven de continuo en el mundo real deben mentir más que hablan.

-¡No lo sabe usted bien, Aloviris! Jajá. ¿Y usted, Rosindra, también prefiere el mundo virtual cuando no está trabajando?

-Sí confieso que me lo paso bien, aunque prefiero este mundo mientras pueda simultanear los dos.

-Perdone la intromisión en su intimidad, ahora que no nos oyen, ¿puedo preguntarle si está soltera, si tiene familia, si se relaciona con otras personas en el mundo físico, si visita a sus padres o demás familiares, si piensa tener niños?

“Disculpen los oyentes y holovidentes, pero esta conversación puede convertirse en cualquier momento en un cotilleo sin sentido, de hecho ya está ocurriendo. Vamos pues a aprovechar para endilgarles nuestra ración de publicidad y enseguida volvemos. Ni se les ocurra cambiar a otro canal del bueno de “H” por mucho que se haya publicitado. Volvemos enseguida.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XVII



-Querido Arminido, deberías dar paso a nuestra tertuliana y experta la doctora Artemoisa, para que nos hablara de los caeros y nos adelantara un poco lo que nos vamos a encontrar cuando lleguemos al bosque de los kooris. Aún no le has permitido abrir la boca, no sé si porque es mujer, porque te cae mal o porque no te gustan los animales.

-Todo se andará. De hecho ha llegado su momento. Por lo que encantado le cedo la palabra, no sin antes matizar que ya han hablado otras mujeres en este programa, que me gustan las mujeres y me gustan los animales, aunque no tengo mascotas. Ella me cae bien, como no podía ser menos, me gusta, y aprovecho para invitarla a cenar un día de estos.

-Jajá, Arminido, lo tuyo no tiene cura. Que hable Artemoisa y deja que se explaye.

-Gracias Arminido, lo de la cena ya se andará. Gracias Alierina, por defender a una congénere. No sé qué pensaran los holovidentes al respecto, que lo digan por Omostrón. Espero que luego Arminido nos haga saber qué están diciendo nuestros holovidentes, que parece tenga miedo de las críticas. Me permitiréis que antes de hablar de los caeros y luego de los kooris haga una pequeña introducción sobre la fauna de este planeta. Como sabéis Omega es un planeta de formación suave, casi hecho a medida, de ahí la teoría de la terraformación extraomeguiana, que se expone con gran extensión y todo cúmulo de detalles en los documentales que “H” pone a nuestra disposición. Allí se habla también de la fauna anterior al advenimiento del omeguiano inteligente, que unos consideran descendiente de una especie concreta de monos y otros creado específicamente por naves sembradoras de vida inteligente que pasaron por el cuadrante hace eones, sembrando todo tipo de vida, más o menos inteligente, porque toda vida es inteligente “per se”. “H” se inclina por esta última hipótesis en base a las razones que esgrime en sus documentales. De una u otra forma lo cierto es que la fauna de los primeros tiempos del planeta era de un tamaño desmesurado, lo mismo que la flora. Se supone que los ejemplares grandes, tanto de fauna como de flora, tienen más posibilidades de sobrevivir a los avatares de la evolución que las criaturas diminutas. No estoy de acuerdo como pueden comprobar si solicitan a la biblioteca de “H” mis libros y documentales. Lo cierto es que las grandes criaturas que poblaron la corteza de nuestro planeta, se extinguieron, por las razones que fuere. Se alimentaban de la enorme y gigantesca población de árboles y toda clase de plantas que brotaban de la corteza de Omega, un planeta ideal para toda clase de vida.

“No me voy a extender sobre la fauna y la flora de aquellos tiempos porque está muy bien expuesto en los hologramas de “H”, donde estos animales y plantas están recreados con un fantástico realismo que pueden ver también en el museo de historia natural existente en el palacio de “H”. Por cierto que yo también me apunto a la visita que estáis programando. Quiero hablar directamente con nuestra querida IA y hacerle un montón de preguntas al respecto. Pero antes hablemos de los caeros, una especie tan resistente como sociable. Se dice que son herederos de una especie gigantesca y brutal que dominó Omega en los primeros tiempos de la vida animal. Este planeta posee unas características muy especiales, como hemos visto cuando se podía viajar por todo el cuadrante, antes de que “H” nos pusiera en cuarentena y prohibiera salidas y entradas. La hipótesis de nuestra inteligencia artificial es que Omega fue terraformado y sembrada la vida por las primeras naves sembradoras de la galaxia. Algo que no parece tan inverosímil teniendo en cuenta lo acreditado que está la llegada de la nave en la que viajaba quien luego sería llamado El Mesías de Omega. Teniendo en cuenta cómo son los planetas habitados del Cuadrante parece que con Omega se esmeraron, tal vez porque todo cabrón tiene un momento de debilidad o porque estaban muy cansados en su largo periplo y celebraron una fiesta en la que se pusieron hasta el culo de sus bebidas alcohólicas, artificiales, químicas, que producían en sus organismos de sembradores, extraños, raros, un efecto especialmente placentero. Así debió salir aquel proyecto de planeta, donde se evitó en lo posible la evolución caótica y demoledora que parece necesaria, imprescindible, para que un planeta alcance la madurez y pueda ser habitado.

“El caeros es un buen ejemplo del mimo y cuidado con que terraformaron este planeta. Es un animal suave, dulce, tranquilo, hasta cariñoso, y al mismo tiempo lleva en sus genes el instinto más brutal, capaz de romper, despedazar, aniquilar a sus enemigos con una saña insólita. La visita a la manada de caeros ha sido demasiado breve para que hayan podido percibir las dos caras del caeros, su cariño infinito hacia sus crías y su saña con los depredadores que las atacan, algo muy poco frecuente en estos tiempos, aunque pueden verlo en los documentales de “H”.  Su vida gregaria es bastante simple, comen toda clase de vegetales, incluso los más indigestos, cuidan en manada de sus crías, se rascan mutuamente por la noche, antes de dormir y dejan pasar el tiempo como si no existiera, viven en un eterno presente. Son las hembras las que viven gregariamente con sus crías, los machos se limitan a seguir al rebaño y comer lo mismo ellas, defendiéndolas cuando llega la oscuridad, formando un círculo defensivo a su alrededor. Los machos se alternan, mientras unos vigilan, otros duermen y a mitad de la noche cambian de turno. Procuran no acercarse al rebaño, dejando siempre una distancia de seguridad que nosotros no percibimos pero que para ellos parece estar muy claro. Solo durante los ciclos de celo las hembras dejan aproximarse a los machos. Estos no pelean entre sí para hacerse con el harén, se limitan a pasear tranquilamente entre ellas, lanzando berridos lastimeros. Son las hembras las que eligen, sin llegar nunca a pelear por un macho concreto, parece existir un sutil acuerdo entre ellas. Cada una tiene sus gustos, que curiosamente, no coinciden, al menos no del todo. Los machos son menos numerosos que las hembras. Debe haber en ello una razón genética, aunque tal vez también se deba a que la tarea defensiva de éstos tuvo que producir muchas bajas en los tiempos en que sus depredadores eran más numerosos y terribles de lo que son ahora. Las caeros comparten a los machos de una forma tan ordenada que podría parecer ridícula. En la primera etapa del celo cada grupo de hembras escoge a su macho preferido, lo atraen con berridos dulces y establecen unos turnos en los que el macho nada tiene que decir. Sus coitos son prolongados, a veces durante un día entero no dejan de repetir una y otra vez el curioso ritual que no deben perderse visualizando los documentales de “H”. Pueden tener una docena de coitos en un solo día, tan largos que los machos tienen que descansar mientras montan a las hembras, quedándose encaramados s sus grupas, con la cabeza descansando, puede incluso que duerman. El macho queda tan exhausto que procura alejarse para dormir sin ser molestado, aunque si la hembra tiene un celo especialmente intenso puede buscarle y obligarle a repetir algún coito más durante la noche. Al día siguiente otra hembra se hace cargo del macho y así sucesivamente, todo depende del número de machos disponibles para las hembras en celo. Por suerte el celo no dura para siempre, porque de otra forma los machos se hubieran extinguido hace ya tiempo.

“Terminado el celo los machos se quedan atrás, descansando. Forman un círculo defensivo para evitar el ataque de los depredadores y se pasan días y días descansando. Las hembras siguen su camino, más atentas que de costumbre, defendiendo a las crías del anterior celo en el centro del rebaño. No voy a comentarles mucho más porque estaríamos aquí varios días. Además el Sr. Artotis puede hablarles luego de su experiencia en la domesticación de caeros. Si quieren ver la diferencia entre caeros salvajes y domésticos, nada mejor que una excursión a las Montañas Negras, allí los granjeros rebeldes han aprendido el arte de la domesticación del caeros durante siglos. Los utilizan para el transporte y la agricultura. También como mascotas, especialmente para los niños. Es curioso pero estos animales sienten una rara atracción hacia los niños como si fueran crías especiales. En cuanto a los salvajes están en su hábitat natural, las montañas y los bosques donde la nieve es algo habitual a lo largo de todo el año. Apenas son molestados por los granjeros, salvo cuando necesitan carne. Prefieren matar caeros salvajes que los propios, y no solo porque luego tendrían que domesticar otros, lo que supone un arduo trabajo, sobre todo lo hacen porque acaban sintiendo un gran cariño hacia ellos.

“Antes de terminar mi exposición me gustaría adelantarles lo que nos vamos a encontrar en el bosque de los kooris. Estos son unos monitos muy extraños. Casi diminutos. Su característica más llamativa es su instinto lúdico. Se pasan la mayor parte del tiempo jugando, incluso cuando comen. Creo que hasta en sueños juegan. De ahí nace su creatividad para el juego. Al menos esa es mi teoría que espero confirmar algún día. Por cierto que a mí me gustaría acompañarles en esa expedición a las Montañas Negras de la que han hablado antes, si es posible, algo que dudo. Debo avisar a los expedicionarios que van a establecer contacto con ellos en unos minutos sobre el instinto lúdico de los kooris. Son bromistas por naturaleza y les encantan las bromas pesadas, sobre todo. Disfrutan tanto con ellas que cuando les visitan intrusos se ceban con ellos hasta el punto de que pueden correr algunos riesgos. Seguro que de esto podrá hablarles mejor Rosindra. Si alguno no se siente preparado para soportarlas es mejor que se quede en el vehículo. Los kooris viven en los árboles donde hacen sus nidos familiares. La familia es su sociedad básica. No son gregarios como los caeros, aunque las relaciones entre familias así podrían darlo a entender, especialmente entre familias que habitan árboles cercanos. Es la razón por la que no se permite la adopción como mascota de un solo koori, debe ser adoptada la familia completa o de otra forma el koori acabará muriendo de tristeza. No tengo datos sobre los kooris adoptados en todo el planeta, pero me temo que son muy pocos. Su sentido del juego exige un sentido del humor muy elevado y una paciencia infinita. Y aquí termina mi exposición. Gracias Arminido y si es posible me gustaría que la producción del programa se pusiera a la busca de una estadística de los kooris adoptados, si es que hay alguno.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XVI


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XVI

-Bueno, hay mucho que contar, pero no quiero acaparar la conversación. De niña no tuve muchas oportunidades de ver animales, salvo en los documentales grabados por “H” y adaptados a los niños, también las tiernas historias que nos contaba en películas con animales holográficos. Me temo que no tuvieron mucho éxito entre los niños. A los hechos me remito, ni siquiera el uno por cien de la población tiene alguna mascota en su casa. Tal vez la culpa fuera de esa aberración de educar a los niños con figuras holográficas de sus progenitores. Es cierto que “H” no estaba muy de acuerdo con esa petición mayoritaria de los padres omeguianos, especialmente vantianos, pero cedió a la presión y eso creó muchas generaciones de niños traumatizados al conocer que sus padres eran hologramas diseñados por nuestra inteligencia artificial, basados en el físico y la psicología de los auténticos, que dedicaban su tiempo a satisfacer todo tipo de deseos hedonistas dejando que sus hijos fueron educados por una inteligencia artificial, por muy inteligente y sensible que fuera. Esos padres egoístas ya no conocerán lo que es disfrutar de la convivencia y educación de unos hijos. Al menos “H” tuvo la buena idea de no dejar tener más hijos a quienes no educaban ellos mismos al primero. Yo fui una de esas niñas traumatizadas al descubrir que sus adorables padres no eran otra cosa que robots holográficos. Si no huí a las Montañas Negras se debió, en buena parte, al club fundado por vosotros para niños traumatizados. Os agradezco mucho esa ayuda inestimable, ya que “H” no considera que deba tratarse al margen de la terapia onírica normal, lo que por otro lado sería contradictorio, ya que no se entendería que se dedicara a curar un trauma que él mismo provoca dejando que los padres puedan elegir que padres holográficos cuiden de su progenie. Ya sé que lleváis mucho tiempo intentando que “H” modifique esa autorización y os lo agradezco. Os propongo llevarle un manifiesto de varios puntos, el primero éste, con la firma de todos los holovidentes que estén de acuerdo, la primera yo.

-Una gran idea, querida Rosindra. Hago un llamamiento a todos los holovidentes que estén de acuerdo, y también a los que no lo están, para que lo estén. Podréis firmar en vuestros holovisores en cuanto el manifiesto esté confeccionado. No os pido que firméis en blanco porque nadie debe poner la mano en el fuego por nadie.

-Quien acaba de hablar es Arminido. Supongo que habéis reconocido su voz, pero aunque así no fuera siempre sabréis que es él por su maldita costumbre de llamar “querido” a todo el mundo, especialmente si es “querida”. Creo Rosindra que deberíamos cederle la palabra a nuestro “querido” Artotis, que se estará mordiendo la lengua, para que nos hable de sus caeros y cómo consiguió adoptarlos. Luego nos hablarás de los koories conforme nos vayamos acercando a su bosque y podrás puntualizar lo que nos cuente Artotis.

-Claro, querida Alierina, muy bien puntualizado. Y te recuerdo que utilizo mucho la palabra “querido” porque quiero a todo el mundo, especialmente a ti, querida. No voy a recordarte que el director de este programa, al menos sobre el papel soy yo, porque te has burlado de mí con mucho cariño. Y ahora concedamos la palabra al Sr. Artotis. Querido, ¿cómo fue la adopción de tus caeros?

-Por fin, por fin. He tenido que morderme la lengua, apretar los dientes, clavarme las uñas en la palma de las manos, para no protestar por esta discriminación, por esta marginación, por este ninguneo. Comenzaré diciendo que me costó tanto que “H” me permitiera adoptar que estaba a punto de colarme en su palacio de cristal y dejarme explotar allí de rabia, acabando con él y con su templo sagrado. No voy a nombrar a todos mis caeros por su nombre, porque nos llevaría mucho tiempo. Desde aquí les mando un beso a todos ellos, que me estarán viendo. Bua, bua y bua. Debo decir que mi afición a estas entrañables personas, tan animales como nosotros y tan poco racionales que da gusto hablar con ellos, comenzó cuando en una excursión a las montañas Grises, una de las pocas cordilleras de este planeta que se nos permite visitar y que merecen la pena por la altura de sus picos y la belleza de sus valles, sufrí un accidente, quedé desconectado en mitad de una apabullante nevada, y perdí el conocimiento. Desperté en una gran cueva donde se habían refugiado una manada de hembras caeros con sus niños. La mamá líder me estaba lamiendo la cara. No sé cómo conseguiría librarme del casco protector, o tal vez fui yo el que me lo quité en un último gesto de lucidez automática.  Allí fui cuidado como un nene más de la manada hasta que me recuperé. Por eso mi agradecimiento y amor hacia estos admirables animales será eterno y no paré hasta cumplir mi promesa de adoptar a unos cuantos, o a muchos, o a todos, si fuera posible…

-Esto no nos lo había contado, Sr. Artotis, precisamente el episodio de su vida que más le honra.

-Si quieres, Arminido, hacemos un programa especial sobre este incidente, pero ahora déjame continuar. Cuando me recuperé y pude restablecer la comunicación y fui rescatado, me dije que intentaría adoptar a la líder de la manada, a sus nenes y a otros miembros de aquel grupo de caeros que me habían salvado la vida. Para ello los marqué con pintura ultrasónica, que me permitiera reconocerlos si mi mezquindad permitía que me olvidara de ellos. Y así inicié el largo proceso burocrático, complejo, doloroso, agónico que supone la adopción de una mascota en esta sociedad tan artificial. Cuando se lo planteé a “H” sufrí un severo interrogatorio. Luego tuve que realizar un largo cursillo sobre la vida de los caeros, su biología, usos y costumbres, para terminar con unos ejercicios prácticos consistentes en vivir entre ellos. Por suerte pude localizar a mis salvadores. “H” me permitió vivir entre ellos, adaptarme a su forma de vivir y acabar siendo como uno más. Cuando recibí el aprobado general, vino lo peor, ya que nuestra amable inteligencia artificial me pidió un elevado número de créditos por adoptar, de momento a la lideresa y sus nenes, para el resto tuve que esperar a conseguir más créditos.

“Fue la etapa más laboriosa de mi vida. Me hice con el manual de créditos y fui realizando todas las tareas que proporcionaban créditos, empezando con la primera. Me casé con mi amante virtual más querida por el rito de la Mente Cósmica, que como saben es la religión de los granjeros rebeldes. Debo agradecer a “H” que nos permitiera viajar, a Arleína y a mí, hasta las montañas Negras, donde superamos todo el ritual previo y la ceremonia nupcial, y regresamos casados y bien casados. Decidimos tener un hijo biológico –un montón de créditos- y cuidarlo a la manera tradicional –créditos suficientes para adoptar a casi toda la manada de caeros de la cueva, liderados por mi buena amiga Caerina- y así nos encontramos, casi de la noche a la mañana, con una familia numerosa. Mi esposa y yo nos habíamos planteado abandonar la vida tradicional en Vantis, El Omostrón, sin duda el peor invento de “H”.

-No estoy de acuerdo…

-Vale Elielina, luego podrá defender su postura, ahora déjeme continuar. Tuvimos que renunciar a nuestras casas y con los créditos obtenidos le pedimos a “H” que nos construyera una nueva cerca de la cueva de los caeros. Nos queda un poco lejos. Lo peor es el gasto en transporte. No podríamos con él si no fuera porque este programa nos paga los viajes con sus créditos. Así iniciamos una vida aislada, casi monacal, renunciando a casi todas las supuestas ventajas que dice habernos proporcionado nuestra inteligencia artificial…

-Vaya, vaya, Artotis, no sabíamos nada de esto. Nos lo ha ocultado todo este tiempo. Creo que bien podríamos hacer un programa dedicado a su vida y milagros.

-Estoy dispuesto a negociar, pero ya le adelanto, Arminido, que una condición indispensable será duplicar el presupuesto de créditos para viajes.

-Todo se andará, querido Artotis, todo se andará.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XV


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XV

“Toca su cabeza. Deja su mano en su testuz. Acaricia su frente y… Milagro. No ocurre nada. La caeros líder, la hembra Beta, cierra los ojos un instante, como si le gustara que la acariciaran. Los abre y mira a Rosindra como si la conociera de toda la vida y fueran muy amigas. Abre la boca y lanza un mugido regocijado. Todo el rebaño, compuesto de hembras y crías levantan sus testudes, miran en su dirección y comprenden de inmediato lo que ocurre. Otra visita más de estos pesados vantianos. ¿No tendrán otra cosa mejor que hacer? Ustedes, queridos holovidentes no lo saben, pero el mugido indica el permiso que la hembra Beta ha dado a Rosindra y al resto del grupo para que puedan acercarse al resto de la manada y acariciar a hembras y crías sin recibir malas caras y mucho menos agresiones destempladas. Ustedes no lo saben, pero sí Rosindra, que repite esta escena cinco veces a la semana, descansando dos días a elegir. Nuestra amable guía es  voluntaria, como otros muchos, en su mayoría amantes de los animales. Lo hace porque adora a estos seres, relegados  por la historia a un lugar secundario en la vida del planeta Omega. También porque de esta manera obtiene un buen número de créditos que está ahorrando para emplearlos en un proyecto delirante, pero que ella cree poder llevar a buen término. Ella, que ahora no nos oye, lo mismo que Alierina, nuestra intrépida reportera, porque han desconectado para impedir que mi voz cantarina pueda descentrarlas de este protocolo tan estudiado y sufrir algún percance. Ella –quiero decir Rosindra- forma parte de un grupo cada día más numeroso de omeguianos que van a plantearle a nuestra amable inteligencia artificial que levante las defensas de rayos omega que nos mantienen en cuarentena, aislados del resto de la galaxia, para así poder viajar en una nave espacial, especialmente acondicionada, hacia otros planetas de los que llevamos varios siglos separados debido a aquel ataque inesperado y terriblemente agresivo de los noctorianos. Ustedes, queridos holovidentes, no lo saben, a no ser que hayan pedido al bueno de “H” que les deje ver la gigantesca producción con actores holográficos que se hizo en su momento para explicar las razones que existieron para tomar una medida tan drástica y que tanto molestó a nuestros abuelos y tatarabuelos. El resto de ustedes ni saben ni les preocupa en lo más mínimo que no puedan hacer turismo por el Cuadrante, en naves crucero, como hacían sus ancestros, más o menos lejanos, quienes recibían al mismo tiempo un turismo apabullante, lo mejor de todo el Cuadrante y aún más allá, desde los arrabales galácticos.

“ Les anuncio, ahora que Alierina no nos oye, porque ella aún no lo sabe, que mañana tendremos un programa especial sobre la gran batalla contra los noctorianos. Proyectaremos la película de la que ya les he hablado y luego habrá un coloquio-circunloquio con tantos tertulianos y tan contradictorios entre sí, que promete una tertulia explosiva. Y mientras termina esta escena carnavalesca, me preparo para dar conexión a Alierina, Rosindra y este grupito de valientes. Resumo, por si alguno de ustedes no estaba mirando la pantalla, embelesado por mi narración. Tras Rosindra ha sido Alierina la que ha repetido exactamente los mismo pasos de la guía, y luego Elierina y su mudo esposo y el resto. La caeros los ha olido a todos, lo que no ha hecho con Rosindra a quien ya tiene muy olida, para impregnarse de su olor, memorizarlo y aceptar su intrusión como algo natural. A continuación la guía, seguida de sus adláteres, se ha dirigido hacia el interior de la manada, donde están las crías de esta temporada, todas muy pequeñitas y graciosas, aunque muy asustadizas. Sus mamás los han aceptado, creo que por sumisión debida a la hembra Beta, o mamá suprema, y han pedido a sus crías que se dejen acariciar, aunque no es algo que agrade especialmente a estos pequeños. Ha sido una escena muy tierna. Sin ningún incidente digno de reseñar, el grupito de omeguianos ha salido del perímetro que ocupa el rebaño, y ahora, ya suficientemente alejados, podemos restablecer la conexión para que todos nos expliquen sus impresiones.

-Aló, aló, Alierina. Restablecemos la conexión para que compartáis con nosotros vuestras impresiones.

-Ni aló ni leche de caeros, Arminidio. Que he estado escuchando tu estúpida narración. Ya sabía que te ibas a aprovechar, por lo que no me he desconectado. Ya hablaremos tú y yo. En compensación por tu caduco sentido del humor te pido, mejor dicho, te exijo, y te doy de tiempo hasta la semana que viene, y ya es mucho tiempo, que organices un programa especial, bien una visita a las montañas Negras para conocer a los granjeros rebeldes, o bien al palacio de HDM-24, una visita guiada por Ermantis. Y aprovecho para dejar bien claro que no nos hemos acostado, como dicen las malas lenguas, pero anuncio que sí nos acostaremos en cuanto termine el programa o dejaré de llamarme Alierina.

-Por todos los dioses de nuestros ancestros, a quienes adoraban antes de que llegara el Mesías de Omega, admito mi culpa y acepto el castigo, pero es muy poco tiempo para organizarlo todo.

-Admito que la visita a las Montañas Negras será difícil de conseguir, ya que el permiso de “H” es muy complicado y necesitarás más tiempo, pero la visita a su palacio es pan comido. Por ahí no paso.

-Lo intentaré, te lo prometo, a cambio de tu perdón incondicional. Y ahora, ¿por qué no nos contáis vuestras emociones?

-De acuerdo, que comience Rosindra, luego seguiré yo y después Elielina y todos los demás.

-Bueno, para mí ha sido una experiencia más. Me gustan especialmente los caeros, por lo que, siempre que puedo, pido hacer de guía para visitar a estos encantadores animales. El zoo de Vantis es enorme y las especies animales que contiene muy numerosas. Todas ellas son dignas de atención y muy interesantes. Mi preferida, tras los caeros, son los kooris, a quienes visitaremos a continuación. Les advierto que son tan juguetones y atolondrados que deberán tomárselo con humor o alguno sufrirá un síncope. En cuanto a los caeros, mi primera visita ocurrió hace algunos años, no sé cuántos, porque llevo ya muchos como guía del zoo. Por cierto, Arminido, que yo también te he estado escuchando. Me parece muy mal que hayas desvelado, para los holovidentes, un secreto que muy pocos conocían. En compensación, como ha hecho Alierina, te pido, mejor dicho, te exijo, que forme parte de los invitados que vayan al palacio de HDM-24. Quiero pedirle en persona que nos deje viajar, a la expedición, por los planetas más señalados del cuadrante. Estoy muy interesada en la fauna y la flora de esos planetas, así como otros miembros de la expedición lo están en otros temas, especialmente los historiadores están dispuestos a morir en el intento para conseguir toda la documentación que puedan en los archivos de esos planetas y no solo lo referente a la brutal agresión noctoriana que sufrieron nuestros antepasados.

-Pobre de mí, pobrecito. Todos son exigencias. Pues bien, yo también pongo una y no admite componendas. A cambio pido, exijo, que aceptéis mi invitación a cenar. Una cena ecológica donde vosotras digáis.

-Creo que Rosindra estará de acuerdo conmigo. Aceptamos con la condición que esté presente un robot guardián. Todo el mundo sabe que eres un seductor de pacotilla, Arminido. No nos fiamos de ti. No nos tocarás un pelo de la ropa sin nuestro permiso.

-Hecho. Pero Rosindra no ha terminado de contarnos su experiencia con los caeros…

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XIV


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XIV

-Así es. Nuestra anfitriona Elierina ha solicitado y obtenido permiso para bajar hasta los caeros y acariciar sus peludas testudes. Nuestra amable y bella guía, Rosindra, ha accedido sin dificultades, porque como nos ha contado, es muy común que los visitantes del zoo quieran socializar con los animales que visitan. Desde hace ya bastante tiempo el zoo dispone de unos artilugios fabricados por “H” que instalados a la altura de la barriga, sujetos por un cinturón, se activan automáticamente cuando los sensores detectan movimientos o gestos que anuncien una posible agresión y de esta forma se forma una barrera protectora de rayos omega, que al parecer sirven para todo. ¿Existe algún peligro, querida Rosindra, de que bajemos a tierra y nos enfrentemos a estos monstruosos caeros, que por muy pacíficos que sean, la verdad es que dan un poco de miedo?

-Adorada Alierina –soy tu fan desde hace mucho tiempo- tienes mi palabra de que no hay el menor peligro, aunque no tengas mucha confianza en “H” la experiencia es incontrovertible, desde que viene sucediendo el contacto directo, no solo con los caeros, si no con el resto de animales del zoo, nunca, nunca hemos tenido el menor problema, y eso que la mayoría de visitantes aceptan esta aventura, salvo los miedosos o medrosillos, que haberlos hay. Por cierto, querida amiga, que me gustaría formar parte de la excursión al palacio de “H” que parece hoy no será posible, cuando lo sea, como le has prometido a tu amable anfitriona.

-Hecho, amiga del alma. Hoy no será posible, no porque nuestra amable IA no haya accedido a ello, si no porque el tiempo de que disponemos es limitado y el zoo tan grande que tendremos que renunciar a ver a algunos animales. Ya hemos prometido dedicar un programa al Mesias de Omega, me comprometo a dedicar otro a esa visita a la mayor brevedad posible, empeño en ello mi palabra.

-Sé que abuso de tu paciencia, pero me pregunto si no podrías entrevistara Ermantis, ese jovencito que vino de las Montañas Negras y se ha convertido en el preferido de “H”. En ese caso me harías un gran favor si me lo presentaras. Se dice que ya tenéis una buena relación.

-¡Será posible! Esto se ha convertido en un bulo insufrible. Todo el mundo parece dar por hecho que él y yo somos amantes, cuando en realidad solo nos hemos visto tres o cuatro veces y todas porque estoy intentando que haga de guía del programa que venimos preparando desde hace tiempo sobre los granjeros rebeldes. Es cierto que hay entre nosotros feeling, lo que no es extraño porque los dos somos jóvenes y ambos somos un poco reticentes a todo lo que procede de “H”, pero de ahí a dar por supuesto intimidades que aún no se han producido hay un largo trecho. Hecho también, si conseguimos su participación en el programa más complicado de producir hasta la fecha, te lo presentaré, pero ahora dejemos eso de lado y bajemos hasta esa manada de caeros. Voy a pedirle a Arminido que haga de locutor de la aventura, aunque sé muy bien que se aprovechará para ponerme en entredicho, porque me va resultar un poco difícil narrarlo yo en persona. No tengo inconveniente en confesar que me da un poco de miedo acariciar la testuz de esos enormes animales.  ¿Estás listo, compañero?

-Lo estoy, desconfiada compañera, seré un narrador objetivo y sabes muy bien que mi afecto hacia ti me impedirá cualquier broma o parodia. ¿Estáis listos?

-Lo estamos.

“El vehículo de nuestros anfitriones está descendiendo con lentitud para posarse en el suelo, cerca de la manada de caeros que están viendo. Como es silencioso y estos animales están más que acostumbrados a las visitas, su reacción está siendo de lo más pacífica. Se han limitado a elevar la testuz y mirar lo que tienen sobre ellos, para luego desentenderse y seguir paciendo. Se abre la puerta del vehículo ZO-10 y en primer lugar desciende la simpática guía Rosindra, con su uniforme de trabajo que tanto realza su figura. Un vestido color cielo, con faldita corta que ha permitido apreciar sus hermosas piernas, tan bien torneadas…

-Que te estoy escuchando, Arminido, como digas algo semejante de mí, te voy a capar.

 “Pido perdón, me he dejado llevar por el impulso. No te preocupes Alierina, que con tu precioso mono de trabajo, color verde pasto florido, no se pueden apreciar tus piernas. Por cierto que en segundo lugar desciende nuestra intrépida reportera, seguida de nuestra anfitriona y a continuación, y en último lugar, su silencioso esposo. No queda nadie más porque la gerencia del zoo ha tenido la deferencia de facilitarnos el vehículo en exclusiva para el programa, que habitualmente está ocupado por unas dos docenas de ciudadanos de Vantis o de omeguianos de todos los puntos del planeta.  Rosindra se pone en cabeza y el pequeño grupo avanza con paso pausado hacia el lugar que ocupa la que parece ser la madre guía del rebaño. Luego nuestra tertuliana Artemoisa, profesora de ciencias biológicas, nos hablará de los caeros, su vida y costumbres, anatomía, morfología y demás. Pero eso será luego, porque no queremos perdernos el fin de esta atrevida aventura.

“Caminan en fila y se van acercando a la líder de la manada. Parece buena idea empezar por la que manda, antes de intentar acariciar a otras caeros y mucho menos a sus crías. Parece que Rosindra será la primera en acariciar la testuz de la líder de la manada. Para ello tendrá que estirarse o tal vez hacer que la caeros baje la testuz. Como lo ha hecho ya muchas veces con otros visitantes, no tendrá que pensarlo mucho, le bastará con seguir el protocolo. Es posible que el animal ya conozca su olor. Eso se lo preguntaremos luego a nuestra tertuliana. Los demás se van quedando rezagados, puede que sea el miedo, la desconfianza, la superstición de que a ellos sí les puede pasar algo que no les ha pasado a miles y miles de visitantes anteriores. Tenemos a varios drones tomando imágenes desde diferentes perspectivas y también la cámara de Alierina nos muestra una imagen a ras de tierra. El momento crucial se va acercando. Rosindra está ya a un paso de la testuz, alarga la mano, deja que la caeros la huela, ésta baja ligeramente la testuz. La mano se acerca, se va acercando… 

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XIII


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XIII

-Así es, querida Alierina, todos nuestros holovidentes pueden ir tomando nota para participar en el juego cuando se de la campanada de salida. Podemos ver que vuestro transporte se ha estabilizado por encima de una manada de caeros que pastan la escasa hierba que pueden destapar con sus pezuñas en el suelo nevado. Mientras todos observamos a estos deliciosos animales, voy a pedir al doctor Mirseini, biólogo, entre otras muchas cosas, y que no sabemos si ha intervenido en nuestra tertulia, ni siquiera si estaba aquí desde el principio, o se ha incorporado en este momento… Bueno, sí lo sabemos, pero intentamos confundir a los holovidentes que no han permanecido visualizando nuestro programa desde el comienzo. Esto forma parte del juego. Bueno, doctor Mirseini, no desvele ningún dato que pueda ayudar a nuestros pacientes y constantes holovidentes, y háblenos de estos maravillosos animales mientras los contemplamos.

-Hola, hola, holovidentes, queridos y apreciados porque los holovidentes siempre tienen razón. No voy a desvelar lo que nuestro presentador, el Sr. Arminido,  no quiere que desvele, pero sí les voy a hablar, escuetamente de cómo era nuestro planeta Omega antes de que lo visitara el Mesías de Omega, momento en el que se sitúa la edad moderna, considerando todas las etapas anteriores como prehistóricas. Por cierto que el próximo programa estará dedicado al Mesías y los profundos cambios que trabajo con su nave espacial y sus compañeros extraomeguianos… Perdón, perdón, Arminido, veo un rictus en su rostro y temo haber desvelado algo que no debería haber hecho. Pido perdón y no volverá a suceder. Nuestro planeta no ha cambiado mucho desde que en él surgiera la vida. Demos gracias a Dios, los que creemos en Dios, o a los dioses, los que creen a los dioses, o al azar, los que creen en el azar, o a los elegidos los que creen haber sido elegidos por algo o por alguien. Por suerte la nave intergaláctica que nos visitó hace tanto tiempo que yo no lo recuerdo – y dejo en manos de las historiadoras de esta tertulia poner fechas y tiempos- lo hizo antes de que nuestros antepasados omeguianos hubieran evolucionado lo suficiente para convertir este planeta en un basurero. Tuvimos mucha suerte porque el Mesías y sus compañeros eran ecologistas como toda especie avanzada que se precie y establecieron un decálogo ecologista que ha sido respetado y actualizado por nuestra inteligencia artificial. El chiflado del profesor Helenio de Moroni, su creador, no era tan tonto como pudiera parecer, y la programación y los algoritmos que insertó en su IA nos han permitido sobrevivir hasta este momento, han permitido sobrevivir a nuestros queridos animales y han mantenido este planeta con una vitalidad admirable. Por cierto que no todo fueron aciertos en la programación de Helenio. El permitir el sexo virtual fue un gravísimo error. De no ser porque nuestra IA tiene autonomía para tomar decisiones y se le permite avanzar y evolucionar y eso ha sido providencial porque le ha permitido poner parches aquí y allá, digo que gracias a eso nuestra especie omeguiana no se ha extinguido. Recuerden que de no ser por los cuantiosos créditos que obtienen los que procrean, bien al estilo tradicional, bien por fecundación in vitro, o sea en laboratorio, ningún omeguiano habría tenido hijos y ahora solo un individuo inteligente reinaría sobre los valles y montañas de este planeta, HDM-24, quien solo cuidaría de los animales y no de las personas. Reitero que el sexo virtual es un gran error y proseguiré mi campaña por cambiarlo  en cada nueva legislatura. Yo no lo practico y me limito al sexo tradicional a pesar de mi escaso éxito. Por lo que aprovecho la ocasión que se me da para hacer un llamamiento a todos los partidarios del sexo tradicional para que nos reagrupemos y utilicemos el programa de Arminido, que tan generosamente nos ofrece, para los contactos que sean precisos para que nadie sufra el síndrome de abstinencia sexual, tan doloroso, por cierto. Y aprovecho específicamente para hacer un llamamiento a las mujeres heterosexuales que deseen sexo tradicional conmigo para que se pongan en contacto cuanto antes…

-Un momento, un momento Sr. Mirseini, que yo no he ofrecido este programa para contactos entre partidarios del sexo tradicional, ni tampoco le he dado permiso para hablar de un tema que podría ser objeto de otro programa específico. ¿Por qué no? En este canal y en este programa en concreto tratamos todos los temas, sin censuras previas, pero este no es el momento. Por lo que le ruego que nos habla de la evolución de los animales sobre el planeta y concretamente del caeros o calle para siempre.

-Está bien, está bien. Les decía que los animales en este planeta han seguido una evolución bastante placentera. No se tienen noticias de grandes extinciones, aunque es evidente que alguna que otra especie se ha extinguido, como se ha podido comprobar en los yacimientos de huesos que se han estudiado. Todos los animales han interactuado con normalidad, comiéndose unos a otros, salvo los herbívoros que se han comido a las plantas. Unos animales eran muy grandes y otros muy pequeños, como los insectos. Los bosques y las plantas eran enormes, como se ha comprobado con el descubrimiento de bolsas de líquidos surgidas de la putrefacción de esas plantas. Este líquido hubiera podido ser utilizado como combustible en artefactos mecánicos que nuestra civilización no ha conocido gracias a la invasión extraomeguiana que dio lugar a la etapa conocida como la manifestación del Mesías de Omega y sus consecuencias que condujo la evolución del planeta por caminos armoniosos, alejados de las terribles crisis que sufrieron otros planetas que al parecer pasaron por esas etapas. Tal como consta en los archivos de “H”, incluidos testimonios de viajeros o turistas que aterrizaron en el planeta Noctor, por ejemplo, y se trajeron abundante documentación de su historia, plagada de guerras con armamentos diabólicos, tal como las bombas nucleares que a punto estuvieron de hacer saltar el planeta en pedazos. Solo un milagro, o más bien una dictadura militarista que unió a todas las tribus noctorianas, transformándolas en un solo y único ejército que se vio obligado a salir al exterior para combatir con alguien, intentando anexionarse cuanto planeta estuviera a su alcance. De ahí su apodo de planeta guerrero. Por cierto Arminido, que debería usted dedicar un programa a Noctor y su historia, así como a la fulminante derrota que sufrió a manos de nuestro “H”. Me gustaría plantear en ese programa por qué el bueno de “H” nos sigue manteniendo en cuarentena, a pesar de que aquel intento de invasión ocurrió hace tanto tiempo que ya nadie se acuerda y los pocos que recordamos algo es porque buceamos en los archivos de nuestra IA. Y…

-No me parece mala idea, doctor Mirseini, pero se ha ido usted por las montañas Negras y no precisamente buscando caeros de los que no ha dicho ni una sola palabra y era por lo que le preguntábamos básicamente.

-Bueno, vale, usted manda. Como les decía Omega ha sido un planeta afortunado, por muchas cuestiones que no voy a concretar ya que veo en su mirada que desearía fulminarme. Nada ni nadie sufrió mucho excepto por aquella terrible carnicería conocida como la carnicería, digo como la batalla del Valle de la Muerte, donde hubo tantos muertos que de no ser por la intervención de nuestro Mesías no hubiera quedado nadie para contarlo. Los animales vivieron vidas apacibles, dentro de lo que cabe porque hasta que llegó la nave extraomeguiana, nuestros ancestros eran carnívoros redomados. Algún otro tertuliano o tertuliana podrá dar más detalles de las diferentes especies animales de este planeta, porque aunque yo soy biólogo, también soy muchas otras cosas y como usted sabe, Arminido, el que mucho abarca poco aprieta. Para terminar, porque veo que está a punto de estallar, le hablaré por fin de los caeros. Una especie verdaderamente adorable, como bien sabe nuestro amigo Artotis. Se alimentan de la hierba que pueden destapar con sus pezuñas en las llanuras o montañas nevadas y hacen poco daño a otras especies, salvo cuando son atacadas por depredadores, con las que se las tienen tiesas. Forman un círculo de cuernos y pezuñas y cornean y cocean a cuanto bicho viviente se acerca a una distancia peligrosa para su supervivencia. Cuando esto no sucede son animales pacíficos, que viven en manadas bastante democráticas porque las hembras eligen a los machos con los que desean aparearse y éstos aceptan las decisiones de las hembras por la cuenta que les trae, sin necesidad de pelearse entre ellos para poder elegir a la hembra o hembras de su gusto. Una vez que las hembras eligen, su comportamiento es muy monógamo, establecen vínculos de pareja duraderos, tienen sus caeritos que cuidan entre todas y mandan a los machos a distancia, para que pazcan tranquilamente y exploren el terreno, regresando a gran velocidad para defender a la manda del asalto de los depredadores que anden por allí.  Ese es el prototipo de caeros salvaje. El doméstico, solo existente en las montañas Negras, que yo sepa, y como mascota es el animal más tierno y fiel que se conoce. Especialmente los caeritos se hacen inseparables de los niños y mantienen una tierna relación de por vida. De esto supongo que podría hablar Artotis que tiene en su finca al menos un par de familias de caeros, que yo conozca. No es por nada pero me gustaría saber de dónde ha sacado tanto crédito para poseer semejante finca y semejantes mascotas…

-Por alusiones pido la palabra. Estoy harto de insinuaciones, así que voy a explicar el tema del derecho y del revés y…

-Está en su derecho. Luego lo hará y nos hablará de la ternura de sus caeros. Pero ahora nos pide paso Alierina porque está ocurriendo algo importante. ¿No es así?

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XII


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XII

-Hola. Hola. Aquí Alirina. Ya estamos en marcha, volando sobre el zoo. Como pueden ver nuestros holovisores, gracias al fabuloso montaje de imágenes que están haciendo nuestros técnicos desde control o desde la pecera, como lo llaman ellos, porque se sienten como peces en el agua. ¿No es así, queridos compañeros? Yo llevo una cámara en mi gorrito virtual, también hemos instalado una en los gorritos de nuestros anfitriones, y por supuesto la cámara situada en nuestro dron que nos sigue revoloteando a nuestro alrededor como un frágil y curioso pajarillo. Me abstendré pues de hacer descripciones inútiles, aunque sí haré algún que otro comentario de comentarista, de narradora de esta aventura. Para los que no han curioseado en los archivos de “H” unos datos esenciales. El zoo está protegido por rayos omega en todo su perímetro, pero también hay zonas reservadas a depredadores que acabarían con el resto de animales a lo largo de los años, por eso tienen sus propias zonas, también protegidas por rayos omega. Hay comederos situados estratégicamente a los que “H” abastece, como a nosotros, con comida artificial teletrasportada, solo que los animales no piden a la carta, se limitan a comer la dieta variada y nutritiva que se les proporciona. Todos se han ido acostumbrando a una comida fácil y segura. Se dice que hubo un tiempo en que los depredadores tuvieron que ser alimentados con comida viva, al parecer se dejaba pasar a otros animales cuando se acercaban a su territorio, apagando los rayos omega por un tiempo. Pero este no es un dato que ustedes encontrarán en los archivos. Nuestra IA a veces oculta todo lo que pueda empañar su imagen de bondadoso protector de este planeta. Pero yo tengo mis fuentes que no voy a desvelar ahora. Nos dirigimos primero a la zona de los caeros, al extremo del parque, desde donde se podría llegar a las montañas Negras en línea recta. Estos son unos animales adorables a pesar de su tamaño, mansos, cariñosos, que fueron usados como mascotas en otros tiempos,  e incluso ahora nuestro camarada Artotis posee algunos en su alejada finca. Nos gustaría saber cómo pudo conseguir tantos créditos para semejante finca. Pero que no lo diga ahora, luego se lo preguntaremos. Los granjeros rebeldes tienen grandes manadas en sus montañas. A muchos los dejan pastar libremente y se alimentan de su carne. A otros los han domesticado y los utilizan para cultivar sus tierras. Sienten un gran cariño hacia sus caeros domesticados que son también mascotas de sus niños en sus horas libres.  Nos dirigimos a esa zona del zoo porque nuestra anfitriona, la señora Elielina, es una fan de los caeros. ¿Puede decirnos cuándo fue la última vez que visitó el zoo?

-Es usted un poco malvada, querida Alierina. Sí, se lo voy a decir, fue en nuestra luna de miel, hace ya unos años. ¿No es así, amado esposo?

-Pues no lo sé, amada. Si tú lo dices será verdad.

-No te extrañe que no lo recuerde, Alierina. Hace ya tantos años que no me regala nada el día de nuestro aniversario que hasta yo misma lo he olvidado.

-Parece que su esposo, el sr. Alioronte, no es muy hablador que digamos.

-Puede contar las palabras que diga hoy, pues un décimo de ellas es lo que puede hablar un día normal, si es que dice algo.

-No mucho menos que tú, adorada esposa, perdida en el mundo virtual, todo el día con tu casco en la cabeza, buscando amantes por todo el planeta.

-No vamos a entrar en intimidades, Elielina, pero creo que todos nuestros holovidentes estarán de acuerdo en que usted no parece mucho más habladora que su cónyuge. ¿Tiene amigas? ¿Habla con ellas? ¿Hacen excursiones? ¿quedan para hacer partys y tomar el té?

-Muchas preguntas para una sola respuesta. No, desgraciadamente ya no tengo amigas, no se puede decir que las perdiera, nos perdimos todas, nos hicimos adictas al sexo virtual. Creo que ha sido el peor invento de “H”, aunque de perdernos, mejor de esta manera.

-¿Puedes contarnos cómo fue la ceremonia oficial de matrimonio?

-Me cuesta recordar. Lo que sí puedo decirte es que a mí particularmente me hubiera gustado una ceremonia en las montañas Negras, celebrada por el sumo sacerdote de la Mente Universal, y luego disfrutar de una fiesta típica de los granjeros rebeldes, eso sí, nada de carne de caeros en el banquete. Ya por entonces adoraba a estos animalitos.

-Bien, estamos llegando precisamente a la zona de los caeros. Podemos ver las montañas nevadas al fondo.

Y aquí me interrumpo brevemente para hablarles del juego de hoy. Habrán observado que a lo largo de lo que llevamos del programa se han cambiado o modificado ligeramente algunos nombres. Otros se han dado como existentes en algún momento para luego decir que en realidad no existen y ha sido una broma. Algunos tertulianos están presentes y otros no han llegado aún o lo han hecho, ustedes lo han visto, aunque no han intervenido. Se han cometido otros errores que los holovidentes deben dilucidar. Este es el juego de hoy para premiar a los seguidores más concentrados, con mejor memoria y que no se han perdido ni un minuto del programa, porque de otra manera se habrán perdido algún error. Como saben los seguidores recalcitrantes, desde hace algunos programas hacemos juegos que no se anuncian previamente. Los ganadores recibirán un buen número de créditos que podrán emplear a su gusto. No es que los créditos nos sobren, como podrán comprender ustedes, amados holovidentes, pero nuestro amado “H” por fin ha accedido a una petición que llevábamos mucho tiempo machacando un día sí y otra también y nos ha dado créditos para cada programa, con el fin de utilizarlos en premios. Es la primera vez que sucede, como saben muy bien nuestra IA no delega nada y mucho menos la distribución de créditos, salvo que así se acuerde por el Consejo Planetario, y aún así no siempre hace caso de la representación democrática de los ciudadanos omeguianos. Por eso desde aquí queremos agradecer a su corazoncito generoso que nos haya hecho semejante obsequio.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XI


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XI

-Hola Alirina. Veo que ya estáis ahí. Cuéntanos.

-Aquí estamos, Arminido, en el centro de visitantes del zoo. Como puedes ver a través de mi cámara giratoria que llevo en lo alto de la cabeza, con este gorro tan mono, diseñado por nuestro equipo de producción, atado a la mandíbula para que no se escape por ahí, que para eso tenemos a nuestros drones, controlados desde el estudio, aquí no hay mucha gente. No puede haberla porque los vantianos ya no están interesados en los animales. Lo estuvieron al principio, cuando era una novedad, y todo el mundo quería tener en casa una mascota, pero no ahora. Todos están cansados del zoo y de los animales. Solo algún que otro excéntrico, como yo, disfrutamos de una mascota. Y por si fuera poco no sobran créditos para hacer una excursión tan poco interesante, y además hay que solicitarla con antelación, por lo que aquí estamos, sin necesidad de hacer cola. Pronto nos adjudicarán nuestra nave, que no compartiremos con nadie, e iniciaremos un tour sin prisas, disfrutando de cada momento que pasemos entre animales. ¿No es así, Elielina? Porque ustedes son nuestros anfitriones, no les forzaremos a hacer nada que no quieran. Así que si quieren hacer un tour rápido y regresar a casa, nos adaptaremos, este es su día, un día en la vida de esta familia vantiana.

-Gracias por tu cortesía y discreción, querida amiga. Soy una gran admiradora tuya, se puede decir que tu programa es el único que veo de la holovisión oficial. Permíteme que te de un par de besos. Mua y mua. Hemos pensado que no tendría ningún interés ver un día cualquiera de nuestra vida, no hacemos otra cosa que practicar sexo virtual, cada uno por su lado, comer, dormir, salir un poco al jardín para que el sol nos caliente un poco la tripa, cada uno por su lado y charlar con los amigos, a través de una holoconferencia, si es que nos apetece. Gracias a vuestra visita hemos pensado en hacer algo excepcional. A mí particularmente me hubiera gustado hacer un viaja a las montañas Negras y quedarme una semana o un mes. No mucho más porque me cuesta prescindir del sexo virtual y también del menú que me apetezca, servido al instante. Prométeme que si algún día visitas a los granjeros rebeldes, permitirás que te acompañe.

-Prometido. Si es que alguna vez conseguimos el permiso de “H”. ¿Verdad, Arminido?

-En ello estamos, querida Alierina. Sería un bombazo. Esperemos conseguirlo para el décimo aniversario del programa.

-Mientras subimos al transportador destinado para nosotros, nos acomodados e iniciamos el viaje, bien podrías preguntar a nuestros tertulianos qué piensan de los animales, de este zoo y de la relación de los vantianos con los animales.

-Excelente idea…

-No nos olvidemos de que nosotros también somos animales. No nos olvidemos.

-Bueno Artotis, siempre adelantándose a los acontecimientos y tomando la palabra hasta por las orejas. Ya que ha iniciado el turno sin permiso, termine. Díganos lo que piensa usted al respecto.

-No soy historiador pero parece clara que la relación de la especie omeguiana con el resto de especies ha sido una relación depredadora. Estamos en lo alto de la pirámide y desde allí depredamos todo lo que se nos pone a tiro. A lo largo de nuestra historia eso ha sido una constante. Con la razón o la disculpa de que nosotros somos más inteligentes que el resto de los animales, mucho más, los hemos esclavizado y utilizado para todo lo que se nos ocurrió, comida, mascotas, caza, diversión, productos manufacturados, lo que fuera. Tuvo que llegar el Mesías de Omega en su nave para que las cosas empezaran a cambiar. Luego “H” nos dio algunos datos sobre la inteligencia y consciencia animal y nos sugirió un cambio drástico de comportamiento para con ellos. El comparar su inteligencia artificial, no inferior a la nuestra, según él, y la inteligencia animal, distinta a la nuestra, pero no tan inferior como pensamos, fue una jugada maestra, puesto que nadie podría poner en tela de juicio la inteligencia animal sin poner también la suya. Mi opinión al respecto es clara, somos tan animales como ellos y si hemos alcanzado la cúspide de la pirámide evolutiva se debe en parte a la casualidad y en parte a la intervención de inteligencia extraomeguiana. He sentido curiosidad y he estudiado los archivos de “H” al respecto. Mi humilde conclusión es que nos oculta algo importante. También los archivos sobre la historia-leyenda del Mesías de Omega están manipulados, a mi juicio y tengo poderosas razones para pensar así. Por otra parte me gustan las mascotas y tengo varias, entre ellas una maravillosa caeros, muy cariñosa, que me ayuda a soportar esta vida miserable. Buena parte de mis créditos los empleo en solicitar de “H” que mantenga su entorno con nieve artificial cuando no la hay natural y que siga prolongando el alquiler de unas colinas arboladas donde mi buena caeros, que se llama Caerina, por cierto, pueda disfrutar de la vida a plena satisfacción. No me vendría mal que me subiera usted el sueldo, Arminido, y me facilitara cuantos créditos sobren en la producción del programa. Debido a Caerina resido lejos de Vantis y me gasto mis buenos créditos en los viajes al plató de este programa. Eso deberían pagarlo ustedes. ¿No cree?

-Se hablará a su debido tiempo y fuera del programa. Hoy se ha comportado, ha sido bastante escueto, aunque la mención de sus problemas personales es algo extemporáneo.  Y ahora pasemos a usted, señora Herminiani. ¿Qué piensa de los animales y de la relación que mantienen con ellos los vantianos?

-Soy decidida partidaria de la vuelta a la naturaleza, y por tanto al contacto directo con los animales. Creo que ayudaría a superar ciertos trastornos de conducta, patologías muy preocupantes, que se advierten en Vantis y en Omega en general. A pesar del gran trabajo de “H” curando y reparando físicos y psicologías durante el sueño nocturno, mucho me temo que algunos insidiosos trastornos permanecen y los supuestos cambios en la estructura cerebral que realiza “H”, cuyos detalles ignoro porque se niega a facilitar datos, manteniendo este terreno bajo la etiqueta de secretos de Estado e impidiéndonos a los ciudadanos acceder a ellos, a pesar de la ley de transparencia decretada por nuestro Consejo Planetario, es muy posible que acaben pasándonos una buena factura. Se ha datado en viejos archivos cómo la relación con mascotas mejoraba notablemente la psicología de los omeguianos. Es una pena que tan sabia y sana conducta se haya perdido salvo en algunos casos como el de nuestro compañero Artotis, por quien expreso mi admiración en este caso, y que no sirva de precedente. En cuanto a los animales en sí, soy de los que piensan que si un formato tan paupérrimo como el nuestro, animales estúpidos donde los haya, consiguió alcanzar la evolución que vemos ahora mismo, no veo razón sólida para pensar que se podría conseguir lo mismo y mejor en otros animales de Omega, la mayoría. Por lo que desde aquí propongo  solicitar a “H”, recabando firmas de nuestros holovidentes, que inicie un estudio para elevar la inteligencia y la consciencia de todos los animales, comenzando por enseñarles a hablar el omeguiano, porque ellos tienen su propio idioma, aunque no lo entendamos o queramos entenderlo y ese sería otro paso esencial para mejorar nuestra relación con ellos. Desde aquí propongo un lema para la campaña “más relación con tu mascota y menos lanzar la pelota en el mundo virtual”.  Y creo que esto se podría tratar en un próximo programa. Y creo que…

-Lo siento Herminiani, pero nos piden paso desde el zoo.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA VII


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA VII

-Ok Alirina. ¿Por qué no terminas tu conversación con Elielina y luego pasamos a otros temas? ¿Por qué no nos cuentas qué han desayunado, por ejemplo?

-Bueno, no sé si ha sido un desayuno estándar, porque cada cual desayuna lo que le da la real gana, muchas veces despreciando los consejos dietéticos de “H” y no tenemos estadísticas al respecto. No sería mala idea que nos facilitaras algunas estadísticas instructivas al respecto, tanto de alimentación como de otros temas.

-Ahora mismo no obran en nuestro poder, pero pediré a producción que se hagan con ellas, aunque como sabes somos un poco remisos a servirnos de cualquier dato que nos llegue de “H”. Pero sí, tienes razón, las estadísticas ayudarán a completar la información que tú estás haciendo llegar desde ahí.

-Bueno, que nos diga Elielina qué ha desayunado ella.

-Yo sí suelo hacer caso de los consejos dietéticos de “H”, claro que según cómo y cuándo. He pedido el menú estándar para un día normal, sin mucho movimiento, sucedáneo de mezcla de diferentes leches de mamíferos actuales y extinguidos, que nuestro proveedor universal hace a las mil maravillas. Por cierto que siento, todos sentimos curiosidad por saber de dónde saca “H” tanto alimento para tanta gente y de qué está hecho. Podrían tocarlo en un programa especial.

-Lo haremos hoy, aunque como sabes nuestra inteligencia artificial nunca ha querido desvelar este secreto ni otros muchos. Pero continúa con tu desayuno, por favor.

-Pues verás. Me gusta echarle al sucedáneo de lecho un sucedáneo de una mezcla de cereales que tiene un sabor exquisito y es muy nutritivo. Hoy en vuestro honor había pedido frutas naturales a la cooperativa “Tierra natural”. Puedes probar alguna de ellas que tienes en este frutero. Reconozco que las frutas artificiales de “H” son muy buenas, tienen un gran sabor, pero las frutas naturales son exquisitas y además sabemos qué tienen. Dos tostadas con mermelada natural y eso ha sido todo. Hoy no pienso moverme mucho, por atenderos bien, pero aunque no hubieseis venido tampoco lo habría hecho. No soy como otros que viven sus vidas para el deporte y la naturaleza, como si les fuera en ello la vida, cuando saben que por la noche “H” restaura y cuida de nuestros cuerpos. Son nostalgias de un pasado que ya pasó hace mucho, mucho tiempo. No es que yo sea contraria a las cosas buenas del pasado, como la fruta natural y los animales libres y no como ahora en el zoo, aunque sea muy grande, pero nadie en su sano juicio negará que la inteligencia del chiflado de Helenio de Moroni, ha cambiado nuestras vidas y para bien.  Es inimaginable lo que debieron de sufrir nuestros antepasados trabajando todo el día. Espero Alirina que nos llevéis al zoo, como nos habéis prometido. Y en cuanto a lo que ha comido mi esposo, el Sr. Oloronte, aquí presente, habrás observado que un mastodonte no habría comido más. Mucha proteína, mucha carne, aunque sea sucedánea, huevos, tortillas y mucho dulce, que le chifla. Y además cómo traga, como ves no ha dejado nada sobre la mesa. Por lo menos come una fruta, querida Alirina, deberías haber pedido desayuno también para ti, que nos espera un día muy largo.

-Gracias, queridísima Elielina, pero no es necesario nuestra productora está atenta a todo y todo el equipo del programa ya habíamos desayunado antes de que ustedes se levantaran. De acuerdo a la lista de visitas que nos han hecho, primero iremos al zoo, visita propuesta por usted, luego al palacio o sede de “H”, propuesto por su esposo, y finalmente haremos una visita turística por Vantis y asistiremos a un espectáculo con actores humanos, una propuesta nuestra. Pero antes de iniciar esta agotadora jornada para ustedes, cuéntenos, Elielina, qué hubieran hecho hoy de no haber recibido nuestra visita.

-Pues verás, Alierina, me da un poco de vergüenza decirlo, pero el desayuno me suele excitar un poquito por lo que disfruto de una corta sesión de sexo virtual, antes de salir al jardín, si hace un buen día de sol y permanecer tumbada un buen rato agradeciendo la suerte que hemos tenido las generaciones posteriores a Helenio de Moroni, de disfrutar de la vida sin mover un dedo, si no queremos. Luego pido la comida cuando voy teniendo hambre, una media siesta con espectáculo virtual y por la tarde a veces voy a hacer algo por el centro comercial de Vantis o a la granja Tierra natural para encargar algunas cosillas para la semana. Todo esto si Olivina no aparece y lo revoluciona todo. Es muy faltona, nos llama vagos, inútiles, zampabollos –una palabra que no sé de dónde habrá sacado ni lo que significa- y nos amenaza con marcharse a las Montañas Negras cualquier día de estos…

-Muy bien, Elielina, pueden irse preparando mientras doy paso al estudio para que los expertos nos hablen un poco de alimentación, dietética y de dónde proceden, supuestamente, los alimentos que nos suministra “H”. Pero antes algunos anuncios de nuestros patrocinadores englobados en la marca “Planeta natural, productos naturales”. ¿No es así, Arminido?

-Así es, Alirina. Unos anuncios y enseguida volvemos, queridos holovisores.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA VI


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA VI

-Así es Arminido. Por suerte yo he aprovechado el interludio para desayunar, así que no tendré que hablar con la boca llena. Y sin más iniciaremos esta entrevista a la que generosamente nuestros anfitriones han accedido.

ALIRINA

-Aprovechando la destemplada salida de su hija Olivina, me gustaría preguntarles, para abrir el fuego, cómo es la relación con su hija. Si eso no viola su intimidad, por supuesto.

ELIELINA

-Como usted sabe, porque ha pasado por lo mismo, nuestros hijos pasan por el terrible trauma de saber que quienes creían sus padres, con los que convivían todo el tiempo, en realidad eran figuras holográficas, creadas expresamente por nuestro “H”, con textura, por supuesto, de otra forma no podrían engañar a los niños, y con todas las cualidades necesarias. Incluida una personalidad clónica de los padres a los que imitan. Los padres reales nos dedicamos a seguir con nuestras vidas como si tal cosa. Son unas niñeras perfectas. Nosotros a veces les vemos y acariciamos un poco, jugamos un corto espacio de tiempo con ellos, hasta que nos cansamos y regresamos a nuestros quehaceres. Durante estos años solemos viajar más, hacemos excursiones, incluso pernoctamos en hoteles comunitarios y hasta algunos le piden a “H” que les construya habitaciones especiales para los niños, separadas de la casa por barreras energéticas que hacen cosquillas. En nuestro caso no lo hicimos. Nosotros, yo al menos, personalmente, nunca he estado de acuerdo con esta forma de educación. Tuve que sufrirla en mis propias carnes, por eso creo que la educación tradicional, histórica, que recibían los niños, era mucho mejor que la nuestra.

-¿Cómo es que no pidió a “H” que le dejara educar a Olivina en la forma tradicional?

-Estuve a punto de hacerlo. Lo pensé mucho, pero al final decidí que no estaba preparada para ser una madre tradicional y que Olivina saldría perdiendo.

-Sabe, por supuesto, que existen algunos grupos, poco numerosos, que postulan ese tipo de educación. ¿Por qué no les pidió ayuda?

-Los datos que tengo, no sé si ciertos, indican que esos niños, si bien no sufren el trauma de los nuestros al descubrir que los padres que les educaron no son sus auténticos padres, tienen otros problemas, casi tan grandes o más, al parecer les cuesta mucho integrarse en nuestra sociedad, y si no escapan a las montañas Negras, acaban en pequeños grupos de delincuentes difíciles de manejar.

-Disculpe que la interrumpa… Arminido, creo que este es un tema muy interesante para que puedan opinar nuestros tertulianos, especialmente la Sra. Arminiani.

-Así es en efecto, Alirina. Bueno, señora Arminiani, ¿qué nos puede decir al respecto? ¿Es este uno de los más graves errores de “H”?

-En realidad no se trata de un error de “H”. Fue diseñada para atender las necesidades de todos los omeguianos y atiende a este mandato de su programación mientras no colisione con cuestiones que atenten a su supervivencia. El bueno de Helenio de Moroni, su constructor, no encontró un algoritmo perfecto que en todo momento pudiera tomar la mejor decisión entre la libertad de cada omeguiano, el bienestar individual, el bienestar común y las repercusiones en el futuro de cada decisión. Teniendo en cuenta que todos, o la inmensa mayoría, decidieron educar a sus hijos de esa manera y así se lo pidieron, nuestra inteligencia artificial no podía negarse salvo que la prioridad de su libertad chocara frontalmente con las consecuencias de lo que le estaban pidiendo, y no parece que la huida a las montañas Negras de unos pocos adolescentes traumatizados pueda considerarse un revés importante. Puede que allí sean más felices que entre nosotros. No se conoce ninguna muerte, por suicidio o por otro motivo concomitante que llevarían ipso facto al bueno de “H” a cancelar su decisión. En cuanto a la polémica entre educación tradicional de los niños y educación moderna, debo decir que yo misma estoy a favor de la educación tradicional. Dejando de lado las razones importantes que esgrime la señora Elielina, todo afecto que se muestre a través del contacto físico, las caricias, los besos, toda educación personalizada, física, es siempre mejor que una educación interpuesta, aunque ésta sea llevada a cabo por clones tan perfectos de los padres como los que ha conseguido “H”. Estoy convencida de que si ella no manipulara nuestros cerebros a través del casco, durante nuestros sueños, todos los omeguianos sufriríamos graves patologías mentales…

-¿Le parece poco las que ya sufrimos?

-Lo siento Artotis, no tiene la palabra, luego se la concederé de mil amores, pero deje terminar a la señora Arminiani.

-Si, en efecto, tiene razón el Sr. Artotis. Solo “H” sabe hasta qué punto nuestras mentes están tocadas y todo lo que él está haciendo para que no se note demasiado. Nuestras vidas se han convertido en una pasiva recepción de estímulos. Nadie se mueve si no es imprescindible, y esto tiene que pasar factura necesariamente. A pesar del incentivo que suponen los créditos por hacer esto o aquello, repito que nadie hace nada que no sea imprescindible. Cuando los omeguianos necesitan créditos para lograr algo que les interesa mucho, mueven el cuelo que se las pelan. Eso sí es verdad, pero el resto del tiempo se limitan a comer, dormir, disfrutar de placeres artificiales, ver los canales holovisivos de “H” o hacer excursiones cuando les sobran créditos que no necesitan para nada más y hay sitio en las listas.

-Hay que acabar con “H”. Cuanto antes. A cualquier precio.

-Sr. Artotis, es la última vez que se lo digo, una interrupción más fuera de turno y se va a la cafetería hasta que yo diga. Bueno, a ver, ¿a qué viene este desmadre? ¿No sabe que el bueno de “H” siempre nos observa?

-Como Dios.

-Ese es un concepto totalmente desfasado. Lo mismo que acabar con el bueno de “H”, que si no fuera tan bueno ya habría acabado con todos nosotros. Bueno, vamos a ver, Artotis, ¿por qué quiere acabar con él? ¿De qué comeríamos, qué beberíamos, dónde dormiríamos, qué sería de nuestras miserables vidas? Y además, ¿cómo pretende acabar con una inteligencia artificial que se entera de todo, lo sabe todo, lo puede todo y está tan protegida de cualquier ataque, de cualquier acto terrorista, que los pocos jóvenes que se refugiaron en las montañas Negras y que luego regresaron para vengarse, fueron achicharrados con suma facilidad?

-Aquí Alirina, aquí Alirina. Cambio. Creo que cometí un error pidiendo opinión a los contertulios. Arminido, os habéis olvidado de mi conversación con la materfamilias de esta casa. Ya casi han terminado su desayuno. Un poco más y se nos termina el día sin saber cómo vive una familia vantiana estándar.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA V


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Pues lo que tengo que decir es que esta civilización es pura basura, pura mierda, si me lo permite, aunque en estos tiempos de reciclaje hasta la pulcritud más repugnante un término como éste ya no tiene sentido, porque la mierda de hoy será nuestra comida de mañana. ¿O saben ustedes de dónde procede la comida que nos llega por teletrasportación? Yo no. ¿Han visto huertos de hortalizas y otras plantas comestibles? Yo no. ¿Han visto que se cacen animales? No, porque está prohibido. ¿De dónde sale la carne que comemos? De la mierda, sí de la mierda. Y no que quite usted la palabra, ahora que me la ha concedido, porque no se la devolveré, antes lo mato, querido amigo. Todo lo que comemos nace de la mierda, y con qué se construyen nuestras casas, con mierda reciclada como material de construcción. Pero lo peor de todo es la mierda de vida que nos ha fabricado el bueno de “H”, todo lo hace él, todo lo piensa él, todo lo vive él por nosotros. Fabrica nuestros programas holovisivos, escribe nuestras obras de teatro y las representa con actores holográficos, perfectos sí, pero una mierda, si me permiten ustedes. Los ciudadanos de este planeta se dedican a la holganza, no hacen nada, no piensan, no sufren ni padecen, y cuando se alegran es porque la máquina les ha inyectado algo en sus cerebritos durante la sesión nocturna de reparación de su salud. ¿Alguien sabe lo que hace esa miserable máquina con nuestros cuerpos, cerebros, psiquis y todo lo que tengamos y que aún no hemos conocido? No, nadie lo sabe. Todos tenemos una salud perfecta sin saber cómo, nuestros cuerpos son engranajes perfectos, pero ¿para qué? Cada cual se levanta cuando quiere, si es que se levanta. Pide la comida que le apetece y si no le apetece no pide nada. Permanecen en sus hogares circulares, perfectos en todos los sentidos, pero fabricados con mierda. Si salen no les puede pasar nada porque están en comunicación constante con “H” que les librará de todo mal. Si quieren viajar, lo solicitan, y si tienen suficientes créditos y hay una nave disponible, pues viajan por todo el planeta mirando aquí y allá. Si quieren quedarse en casa, se quedan, viendo esa mierda de programas holovisivos o se ponen el caso y a follar virtualmente. Nadie se relaciona con nadie, ni siquiera en las familias. Nadie conoce a nadie, nadie quiere saber nada de nadie. Todo está perfectamente estructurado, pero los habitantes de este planeta no tienen ilusiones, ni metas, ni buscan nada, ni encuentran nada. Esto es una mierda de vida. Y es por eso que odio a mi ancestro, a ese payaso, a ese profesor chiflado. Y es por eso que acabaré con el bueno de “H” y si me lo permite, diré como aquí y ahora.

EL LOCUTOR

Lo siento Artotis, pero ha consumido tanto tiempo que hasta que los demás contertulios no lo igualen no volverá a tener la palabra. Además Alirina me pide paso porque hay novedades. ¿No es así, queridísima Alirina?

-Queridísima, tu padre, que no nos conocemos tanto para ser tu queridísima y no me da la gana que me quieras. Dicho esto sí, hay novedades. Mientras yo hablo la grabación se reproducirá convenientemente editada, en ella verán cómo Olivina come como si no hubiera comido en su vida y luego sale disparada para ver a su novio y hacer la excursión. La novedad está en sus padres que se han levantado, y juntos, más novedad, y de buen humor, ¡toma novedad!, y dispuestos a charlar un rato con nosotros mientras desayunan, el colmo de la novedad. Y ahora que han visto la grabación de Olivina, en directo total y descomunal, voy a saludar a sus padres, papá Oloronte y mamá Elielina. Buenos días, señores, y muchas gracias por permitirnos compartir su intimidad durante este largo y agradable día.

-Gracias a ti, Alirina, soy una fan tuya, muy fan y muy tuya. Para mí es un honor inesperado y un placer casi tan grande como el sexo virtual poder disfrutar de tu compañía durante todo un día. Soy Elielina. Aunque los holovidentes ya lo saben porque me han visto, quiero aprovechar para decir mi nombre y que me conozcan y mostrar mi alegría con total expansividad y gesticular unos saludos para todos ellos, a quienes no conozco y espero no conocer nunca.

-¿Y usted no dice nada, señor Oloronte?

-Es que me había quedado sin palabras. Más que un fan tuyo soy el adepto número uno de esta diosa de la comunicación. Y aprovecho subrepticiamente el momento para suplicar una noche de sexo virtual con usted. ¿Es que no me daría cita? ¿Y para cuándo? Dígalo ante toda la audiencia para que luego no pueda volverse atrás.

-Es usted un mastodonte, señor Oloronte, y disculpe que le trate así en su propia casa, después de su amable invitación, pero es que se ha pasado de la raya.

-Y tanto. Eres un pedazo informe de carne, querido marido. Y tienes menos sensibilidad que una pulga de pantano putrefacto. Tras una maravillosa noche de sexo virtual, como la que hemos tenido, tras años de no lamernos ni las uñas, ahora intentas seducir a esta dulce chiquilla, y a mi presencia. Eres un mierdecilla y espero que ella no te conceda una cita ni aunque fueras el único macho hetero de este planeta de mierda.

LOCUTOR

-Soy Arminido a secas, querida Alirina, y como nuestros anfitriones van a pedir su desayuno, si te parece bien vamos a hacer una pausa para que nuestra tertuliana, experta en el tema, Herminiani, nos comente esta secuencia. ¿Todos los vantianos somos así, y por qué? Señora Herminiani.

-Muchas gracias Arminido por dejarme abrir la boca. Pues la respuesta es sí, no y todo lo contrario, es decir un poco de esto y de aquello. Por desgracia la especie omeguiana ha degenerado mucho desde que el ancestro del Sr. Artotis nos regalara al bueno de “H”. En otros tiempos los ejemplares de esta especie dedicaban casi todo el tiempo a cazar o a plantar y cuidar hortalizas para subsistir. Les quedaba muy poco tiempo para cualquier otra tarea, incluida la procreación, sin la cual hoy no estaríamos aquí. Por suerte la naturaleza dispuso que a la procreación acompañara un placer sin igual, bueno no es para tanto, pero casi. Con el tiempo y la civilización, la socialización, la distribución de tareas y otros avances, obtuvieron más tiempo que dedicaron a la socialización, al principio, y luego a perder el tiempo cuando fueron llegando los inventos. Que es lo malo que tienen, que te facilitan la vida y te dan más tiempo que nadie sabe aprovechar. Ahora que disponemos de todo el tiempo, lo perdemos a manos llenas, disfrutando de placeres que no merecerían ni la mitad, ni un cuarto, salvo el sexo, que no está del todo mal. Claro que el sexo virtual ha llegado a ser mejor que el natural, pero ha provocado una adicción patológica de muchos kilates. Sí, es cierto, Arminido, contestando a tu pregunta. La mayoría de vantianos pasan buena parte de su tiempo practicando sexo virtual, esto les destroza el cuerpo y la mente por lo que buena parte del tiempo restante lo tienen que emplear en ser reparados por el bueno de “H”. Y cuando una pareja quiere intimar y consolidar su relación practicando sexo entre ellos de forma virtual, suele venir el mastodonte, como bien ha dicho Alirina, y estropearlo todo. Así son las cosas y así se las vamos a contar. No creo que haya grandes diferencias entre una familia y otra, una pareja y otra, unos hijos y otros y unos padres y otros, todos parecen cortados por el mismo patrón. Pocos son los que se salen de la norma y los que se salen del todo se van a las montañas Negras, con los granjeros rebeldes. En cuanto a las excepciones que confirman la regla, aún quedan familias tradicionales donde la relación y el afecto son prioritarias y la holovisión, el sexo virtual y demás adelantos son empleados con tino, con prudencia, el tiempo imprescindible y solo para aportar un plus a sus relaciones humanas. Y…

LOCUTOR

-Perdón Herminiani y muchas gracias por su fantástica intervención, pero parece que nuestros anfitriones ya han pedido el desayuno, se han instalado a uno y otro lado de la mesa y se disponen a contestar a las preguntas de Alirina al tiempo que se meten la comida en la boca, cuando uno come el otro habla y así todo irá de perlas. ¿No es así, Alirina?

Continuará.

 

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA IV


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA IV

LOCUTOR

Henos aquí de nuevo, amados espectadores, tras el correspondiente intervalo publicitario. Sé que los canales del bueno de “H” no tienen publicidad porque no la necesitan, pero nosotros dependemos de las subvenciones de los grupos contrarios a esta vida virtual que se nos impuso hace ya mucho tiempo, eso sí, con la aquiescencia de la mayoría. Les damos las gracias a todos ellos, a la Sociedad de apoyo a los granjeros rebeldes de las Montañas Negras, al Grupo de Choque cultural por una cultura humana y solo humana, a Los planetarios humanos, a La Sociedad de apoyo a los rebeldes vantianos y a tantas más. Y con su permiso vamos a continuar el programa presentando a nuestros contertulios de hoy, antes de conectar de nuevo con Alirina para que nos informe si alguien en la casa se ha levantado y qué está haciendo.

En primer lugar permítanme presentarles, de izquierda a derecha, al profesor Artotis, experto en inteligencia artificial y heredero insigne del gran Helenio de Moroni, creador de HDM-24, con quien creo tiene algún tipo de parentesco. ¿No es así, señor Artotis?

-Así es, querido Arminido. He podido rastrear mi genética desde nuestro insigne genio hasta mí, encontrando razones suficientes para considerarme su bis-bisnieto, o tal vez su bis-bis-bis, las veces que haga falta, nieto. Resulta curioso que mi tata-tata-tata, las veces que haga falta, tatarabuelo, fundara nuestra civilización actual, y yo, con el permiso de ustedes, me haya empeñado en derruirla hasta los últimos cimientos. La inteligencia artificial creada por mi tatarabuelo nos ha hecho la vida muy fácil, demasiado fácil, pero esto nos ha hecho fofos y sin nervio, casi sus marionetas. Con su permiso, Arminido, me gustaría plantear la estrategia que acabará con el bueno de “H” como usted lo llama…

-En efecto, Artotis, tendrá tiempo suficiente para ello, pero antes permítame que presente al resto de contertulios. A su lado está sentado el profesor de historia omeguiana, muy crítico con los historiadores pro “H”, podríamos decir, el Sr. Histercus. Corríjame si me equivoco, querido amigo, pero usted sostiene que este es un momento crítico en la historia omeguiana, y que de no ponerle remedio nuestra especie desaparecerá, siendo sustituida por las máquinas o inteligencias artificiales sin cuerpos biológicos. ¿Es así? ¿Estamos viviendo el peor momento en la historia de nuestro planeta?

-En efecto, solo hubo un momento de parecida gravedad. Cuando la nave extraomeguiana contactó con la civilización o civilizaciones existentes en aquel momento en Omega, produciéndose el conocido episodio del Mesías de Omega, ocurrió algo insólito que a punto estuvo de acabar con todos los omeguianos. Los visitantes, a pesar de todas sus prudentes medidas, importaron uno de sus virus, inocuo para ellos, pero mortal de necesidad para nosotros. Al parecer se trató de un complejo coronavirus, cuya virulencia fue de tal calibre que obligó al comandante de la nave intergaláctica a tomar medidas de emergencia drásticas, como obligar por la fuerza, y con ayuda del destacamento militar de su tripulación, a permanecer recluidos en sus casas, o más bien chozas, a toda la población del planeta, que por suerte en aquellos tiempos no era lo numerosa que es ahora, de otra forma sus medidas habrían fracasado y el apocalipsis omeguiano habría sido inevitable. Casi ni consigo imaginarme cómo pudieron lograr que una población nómada, acostumbrada a vivir al aire libre, desplazándose de acá para allá conforme le viniera en gana, pudiera aceptar semejante reclusión. La leyenda dice que la tecnología de la nave extraomeguiana les permitió instalar en cada choza un monolito holovisivo, interconectado con la inteligencia artificial de la nave, que les suministró programación para el tiempo de cuarentena, hasta que los científicos pudieron encontrar una vacuna adecuada en el laboratorio de la nave. Pero todo esto son leyendas, más o menos verosímiles. Si solicitan información a la biblioteca de HDM-24 no encontraran nada. Se dice también que Helenio de Moroni fue uno de los tripulantes y que su invento de la inteligencia artificial “H” en realidad no fue tal invento, sino la aplicación a gran escala de la inteligencia artificial de la nave, y los monolitos que tenemos ahora, primos hermanos de aquellos. Debo decir que yo no creo en ello y considero a Helenio de Moroni un omeguiano de pura raza. Se cuenta que tras aquel caos generado por el coronavirus todos los habitantes sufrieron una pérdida selectiva de memoria, debido a una medicina nanotecnológica que les fue suministrada con la vacuna, lo que permitió al comandante de la nave aparecer en el planeta como el famoso Mesías de Omega, e iniciar la historia oficial de este planeta. Pero eso sería muy largo de contar.

-Y tanto, como que a mí no me ha permitido, Arminido, ni esbozar mi tesis, y el Sr.Histercus ha podido explayarse a gusto. No hay derecho.

-No se preocupe, Sr.Artotis, tendrá su tiempo. Antes déjeme acabar con las presentaciones. En el lado derecho de la imagen, según miran los holovisores, tenemos a la psicóloga, experta en psicología omeguiana y extraomeguiana, es decir experta en todas las psicologías de civilizaciones del cuadrante galáctico conocidas cuando el bueno de “H” aún no nos había puesto a todos en cuarentena, cerrando las fronteras de Omega a toda civilización ajena a este planeta. Se trata de la señorita Herminiani, que nos hablará de los trastornos psicológicos generados por nuestra amada inteligencia artificial en nuestra población y en cómo revertirlos.

-Llámeme Señora, por favor, puesto que a ellos les ha llamado señores y no señoritos.

-Que así sea, señora Herminiani. A su derecha está la profesora en ciencias biológicas que nos hablará de la evolución de la especie omeguiana desde su nacimiento hasta la actualidad, señora Artemoisa. Pero me comunican que Alirina tiene novedades. ¿Se ha levantado ya alguien en la casa?

-Hola, hola a todos. Pues sí. Se trata de Olivina, que al parecer tiene cita con su novio Aflobos, con el que va a realizar una excursión, de la que espero que nos hable. Como los holovisores pueden ver la jovencita se ha levantado tal como la naturaleza la creó, y eso que en las instrucciones que la facilité ayer ponía bien claro que debería aparecer en todo momento con ropa, aunque estuviera acostumbrada a caminar por la casa con la piel al aire. Ni siquiera me ha respondido a los buenos días. Para los que no lo sepan, pocos o tal vez ninguno, los despertares en Vantis no suelen ser muy agradables, todo el mundo parece despertarse de mal humor, especialmente si han dedicado la noche al sexo virtual. No sabemos o lo sabremos en su momento –puesto que este programa tiene previsto un viaje a las Montañas Negras para saber cómo vive una familia de granjeros rebeldes el día a día- cómo se despiertan los granjeros rebeldes, suponemos que de mejor humor. Como han visto, Olivina ha solicitado al monolito teletrasportador un desayuno bastante fuerte, tal vez debido a que la excursión se realice a lugares no civilizados donde tendrán que comer lo que encuentren. En la zona de arriba de la pantalla holovisiva pueden ver el menú completo.

-¿Qué ha ocurrido con los padres? ¿Siguen durmiendo?

-Parece que sí o practicando el sexo virtual. Algo que acabará con nuestra civilización si antes no ocurre otro apocalipsis imprevisible.

-De acuerdo, Alirina, permite que nuestra experta, Señora Arminiani, nos diga algo al respecto.

-Me había prometido la palabra, Arminido, y ha incumplido como un bellaco. Antes que la señora Arminiani diga lo que tenga que decir yo estoy antes en la cola.

-De acuerdo, Sr. Artotis, diga usted lo que tenga que decir.

Continuará.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA III


FAMILIA VANTIANA

“Pues bien. Esta familia es una familia estándar vantiana, precisamente por eso la escogimos. Está compuesta por el paterfamilias, Aloviris, ciento veinte años, un jovencito, cuyos ancestros vivieron en Vantis desde hace tanto tiempo que se pierde la memoria. No voy a hacer un árbol genealógico de sus antepasados porque eso nos llevaría todo el programa. A los cincuenta años decidió abandonar el domicilio familiar debido a que había conocido a una vantiana muy hermosa, Armantina, de tan solo treinta años, apenas una adolescente. Este no es un caso estándar, porque como tú bien sabes, Amirnido, esto suele ocurrir habitualmente a edad muy temprana, cuando los hijos pasan por el ritual que los convierte en adultos, durante el cual se les explica que no han sido sus adorados padres quienes han cuidado de ellos, sino unas figuras holográficas creadas por “H”, tan semejantes a sus progenitores y tan perfectas que nunca pensaron que pudieran ser remedos de quienes les dieron la vida.

“Saber que sus padres no eran sus padres, sino imitaciones generadas por “H”, que mientras ellos les hablaban, jugaban hasta agotarse, como si  no tuvieran otra cosa que hacer, sus verdaderos y auténticos progenitores vivían su vida, sin ocuparse apenas de cómo les iba, salvo el proverbial beso antes de dormir. Saber que mientras ellos, ingenuos, pensaban que no solo les querían, les adoraban, y eran sus amigos, sus compañeros, su todo, los originales se dedicaban a sus vicios egoístas, como el sexo virtual, a viajar por todo el planeta, a cumplir sus atolondradas fantasías, ellos vivían una vida artificial, mentirosa, perfecta, sí, pero falsa. Saber todo esto y muchas cosas más crea un trauma terrible en sus personalidades apenas formadas. Como sabes algunos, los más traumatizados, huyen a las montañas Negras, para unirse a los granjeros rebeldes. Otros tienen reacciones estrambóticas hasta que la milagrosa terapia de “H” les convence de que deben adaptarse a la sociedad. La mayoría, sino todos, huyen de sus hogares y si no tienen créditos suficientes, que ninguno los tiene, para que les construyan una nueva casa, acuden  a las comunas de artistas, escritores, actores, titiriteros y toda esa ralea y allí pasan algunos años hasta que sus créditos son suficientes para vivir en su propio hogar y hacer lo que quieran. Los menos renuncian a esa posibilidad y se quedan allí, la mayoría odiando a “H” pero utilizando sus canales holográficos, gentilmente cedidos a los que echan de menos las viejas leyendas sobre tiempos remotos en los que no existían las inteligencias artificiales y todo lo tenían que hacer las manos o las mentes de los habitantes de este planeta paradisiaco.

“El caso de Aloviris es excepcional porque sus padres renunciaron a que los cuidaran las niñeras holográficas, tal como habían hecho a su vez sus padres y los padres de sus padres hasta una incógnita generación. No sufrió trauma alguno al pasar el rito de madurez y no encontró razón alguna para marcharse de un hogar donde era tan feliz. El caso de su esposa, Armantina, no es tan excepcional porque fue de las profundamente traumatizas y rebeldes que se marchan a las montañas Negras. Allí pasó algunos años, hasta que se cansó de trabajar con el sudor de su frente, de carecer hasta de lo más básico, y de tener unas complicadas relaciones con aquellos granjeros rebeldes que prometían el oro y el moro pero solo daban trabajo y ofrecían muy poco a cambio. Así que regresó a la civilización y en Vantis formó parte de una comuna de actores entre los que destacó por su belleza y por su fantástica interpretación en papeles creados para ella por la comuna de dramaturgos y guionistas.  Allí fue donde la conoció el que con el tiempo sería su esposo, quien gustaba de escribir obras teatrales, guiones para películas al estilo tradicional, con actores de carne y hueso. Como ocurre en algunos casos, concretamente en este, se enamoraron y decidieron formar una familia, solicitando a “H” una casa para ellos, donde tuvieran un poco de todo, la comodidad de la civilizada sociedad vantiana, provista y bien provista por nuestra amada inteligencia artificial, y al mismo tiempo donde pudieran seguir disfrutando de lo mejor de esta híbrida sociedad marginal que hacen algunas cosas con sus propias manos y mentes, pero no todas, pudiendo sentirse individuos libres, como se rumorea lo fueron los primeros habitantes de nuestro amado planeta.

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“Su hija, Olivina, no fue educada por niñeras holográficas, pero eso sí, dada su desaforada actividad, tuvieron que echar mano de canguros tradicionales, es decir, de voluntarias y voluntarios de las comunas en las que seguían participando como artistas libres. Olivina es una joven muy hermosa, como su mamá, tan creativa como su papá, tan artista como su mamá, tan rebelde como lo fue ella, pero bastante libertaria, ácrata, mal hablada y poco sociable cuando le da la gana, porque puede ser una jovencita encantadora cuando quiere.

“Es una familia corta, poco numerosa, pero bastante bien avenida. Se trata de una familia estándar porque vive en una casa fabricada por “H”, porque disfruta de todo aquello que les proporciona nuestro genio o genia artificial, porque solo tienen un hijo como la inmensa mayoría, porque viajan con cierta frecuencia, porque no tienen huertos ecológicos y aceptan las comidas artificiales teletransportadas hasta el monolito. En cambio no es estándar porque no han querido niñeras artificiales y porque llevan una vida creativa y una pizca ácrata en comunas de artistas.

­-Perdón, perdón, Alirina, pero te estás enrollando más que las persianas, en tiempos remotos y legendarios cuando se enrollaban para subir y dejar los cristales libres de recibir el sol o la lluvia, hoy día esa frase no tiene el menor sentido, pero hoy me siento ácrata, querida reportera. Nuestros holovidentes, suponiendo que los tengamos, no voy a darle al botón de las estadísticas, se deben de estar aburriendo, y eso es malo para el negocio del divertimento. ¿Por qué no nos cuentas qué está haciendo la familia en este momento y cuándo olfateas que se levantarán de sus muelles lechos para iniciar la actividad cotidiana?

-Tú sí que te enrollas como las persianas, gentil Arminido, mejor dicho eres una persiana vieja y enrollada sobre sí misma que no percibe nada que no sea ese apestoso olor que desprende tu piel regada con perfume barato, como el que fabrica nuestro patrocinador, colonias ecológicas naturales. No te enteras de nada. Te he dicho otros nombres diferentes a los que te había mencionado al principio y ni siquiera te has dado de cuenta, no me has interrumpido, no me has llamado al orden. La jovencita no se llama Hermione, sino Olivina, como te acabo de decir y no tiene novio, ni Aflobos ni otro, buena es ella para supeditar su vida a cualquier efebo, por muy Aflobos que se llame. Sus padres sí que se llaman como te dije al principio… Te he pillado, jajá, porque antes no te había dicho sus nombres. Pues bien, en efecto, nadie se ha despertado aún, en esta casa no se madruga. Imagino que los papás han tenido sexo, virtual, por separado, aunque todo es posible en esta casa y hasta lo han podido tener entre ellos, de forma física y contundente. O puede que hayan tenido terapia nocturna con “H” y estén durmiendo como troncos naturales, no esos tronquitos artificiales que se mueven y bailan.  En cuanto a Olivina, me he enterado que le gusta madrugar, pero anoche estuvo missing, no he podido saber qué hizo, si estuvo de discoteca, si en una comuna artística, si en reuniones ácratas y terroristas… En esta casa todo es posible.

-Pues bien, adorada Alirina, mientras se levantan o no, tenemos tiempo para algunos anuncios de nuestros patrocinadores que tú tanto detestas. No voy a contestar a tus menosprecios porque luego nos esperan nuestros tertulianos, expertos y gente de mala ralea que nos hará una pequeña introducción sobre a qué nos enfrentamos con los datos que hemos podido recabar de esta familia. Un besito y nos vemos luego.

 

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA II


UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA, PROGRAMA HOLOVISIVO EN DIRECTO DEL CANAL EDUCATIVO
LOCUTOR

-Buenos días, amados vantianos. Buenos días a los que han dormido y se han despertado. Buenas noches a los que aún no se han acostado. Buen sueño a los que aún siguen dormidos.

Para los que están desayunando, más ocupados en llenar sus ahítos estómagos, que en observar la holovisión, decirles, por si ponen la oreja, que este es el canal educativo, el preferido de nuestro amado “H”, la niña de sus múltiples ojos virtuales. No, por favor, no cambien, si se acaban de enterar que tenían la holovisión sintonizada a este canal. Esta mañana les tenemos preparado un programa especial que durará todo el día y buena parte de la noche. Hemos conseguido ser invitados a la casa de una familia vantiana y seguiremos sus pasos o sus descansos a lo largo de las horas que nos quedan.

Les habla su locutor preferido, Amirnido, para servirles en todo lo que deseen. Ya saben que pueden interactuar con nosotros a través del mundo virtual especialmente diseñado para nosotros por el gran Omostron, solo superado por la genialidad del bueno de “H”. Por si hay entre ustedes algún alienígena que haya podido superar la cuarentena diseñada por HDM-24, nuestra inteligencia artificial, que ya saben fuera creada por nuestro científico genial, por nuestro particular profesor chiflado, el bueno de Helenio de Moroni, quien en su intento 24 logró lo que nadie había logrado hasta el momento, que una inteligencia artificial no solo pensara, sino que también sintiera y que fuera autosuficiente y libre y pudiera servir a la especie omeguiana mejor que ellos mismos, con más altura de miras, con más generosidad y sensibilidad. Fue ella, milenios más tarde, la que nos protegió del ataque de los noctorianos, el planeta guerrero más sanguinario de este cuadrante galáctico, y diseñó un escudo de rayos omeguianos que detectan y aniquilan a toda nave que intenta acercarse sin permiso. Por eso estamos en cuarentena, debidamente protegidos, como ya saben, y si no lo saben ya pueden inscribirse en los cursos de historia omeguiana diseñados por “H”, porque de otra forma no veo cómo van a lograr su propia casa cuando crezcan, si son niños, o cuando decidan formar su propia familia o comuna, o lo que deseen, si son jóvenes y emprendedores. Necesitan créditos, muchos más de los que pueden conseguir visualizando este canal educativo, que no son pocos.

Pero dejémonos de prolegómenos, prefacios, preludios e introducciones y vayamos al grano. Conmigo están como siempre nuestros asesores favoritos, el doctor Noir, sociólogo y estadístico; nuestra muy querida doctora señorita Livia Urdoza, especialista en historia omeguiana práctica y cotidiana; así como nuestro admirado biólogo, químico, físico, alquimista y especialista en el estudio de la materia y de la energía, doctor Mirseini. Quedan por llegar nuestra sexóloga favorita, nuestro genio en inteligencia artificial, discípulo de Helenio de Moroni, en décima generación, así como otros muchos asesores, todos ellos de carne y hueso, porque una de las características de nuestro canal es la de no utilizar los perfectos hologramas diseñados por “H” y en los que se encarna habitual y cotidianamente para servirles a todos ustedes, omeguianos privilegiados. Como bien saben “H” tiene múltiples disfraces y aparece en sus vidas de múltiples formas, todas perfectas, sensibles y generosas, pero nosotros no queremos depender de una inteligencia artificial factótum, deseamos servirnos a nosotros mismos, protagonizar nuestra vida y nuestra historia, aunque no seamos tan perfectos y aunque aquí se forme de vez en cuando alguna saludable trifulca. Con permiso de HDM-24 todos los que trabajamos en este canal somos de carne y hueso, salvo emergencia o necesidad perentoria o error u omisión. Y estamos muy orgullosos de ello.

Como lo estamos de nuestra intrépida reportera, Alirina, quien ya se encuentra en casa de nuestra familia vantiana desde hace días, preparando este programa.

-Saludamos a nuestra intrépida reportera. Buenos días Alirina, chica casi divina.

-Para intrépido nuestro director Amirnido, quien se encuentra pegado a su sillón ergonómico que hasta le hace cosquillas cuando se nota anquilosado. Buenos días intrépido Amirnido. Y por cierto que no soy casi divina soy realmente divina, descendiente de los dioses del Olimpo que nos visitaron a bordo de su fantástica nave espacial cuando este planeta aún no había salido de su prehistoria. Soy descendiente, vía directa, del Mesías de Omega, aquel generoso comandante que sacrificó su vida para que los dioses que visitaban por primera vez este planeta fueran aceptados…

-En efecto, así es, y nuestra hermosa Alirina es divina por genética y por encanto. Pero toda la historia que nos estabas contando la dejamos para la semana que viene, donde tendremos un programa especial de historia omeguiana dedicado al Mesías de Omega, el maravilloso personaje que nos catapultó desde la prehistoria a la modernidad. ¿Puedes decirnos si hay actividad en la casa, si alguien se ha despertado ya? ¿Y en otro supuesto hablarnos de la familia que nos ha acogido tan gentilmente y de la actividad que has estado desarrollando estos días?

-En efecto, intrépido Amirnido, soy hermosa, soy un encanto y mucho más inteligente que tú, por genes y por estudios. Pero no voy a ponerte en tu sitio, tiempo habrá. Nuestros telespectadores estarán ansiosos por saber de esta familia, vecina suya, que fue elegida en el casting por ser la única que se presentó, y lo hizo, al parecer porque su hija mayor, Hermione, quiere conseguir créditos para obtener una nueva casa, donde fundar una nueva familia con su novio Afloblos, y esta ha sido la razón y no otra por la que estamos aquí. Pues no, nadie en esta casa se ha despertado, y eso que son las nueve de la mañana de un día maravilloso, soleado, cielo despejado…

-Muy bien, muy bien, Alirina, vamos a dejar la climatología para nuestra bella climatóloga la doctora Nocturnalia, quien por cierto tampoco ha venido aún, y cuéntanos sobre esta familia vantiana que no es típica pero tampoco atípica, que no es numerosa pero tampoco reducida, que no es muy activa, como vemos, pero que tampoco es tan extravagante como otras familias que conocemos.

-En efecto Amirnido, todas tus colaboradoras somos más bellas que tú, lo que no es difícil, y mucho más inteligentes, lo que no tiene mérito, y cierto que mi familia es extravagante, no lo voy a negar, por si lo decías por ella, que sí sé que lo hacías, pero no es como la tuya, que ni es familia ni es “ná”. Y vamos a dejar estas viejas reyertas de género que una vez formaron parte de nuestra mísera historia como especie planetaria, lo mismo que el racismo, la xenofobia, la desigualdad de la mujer, la lucha por la libertad sexual, de género y transgénero, la violencia psicótica, las patologías adictivas, la injusta distribución de la riqueza y etc etc. Porque estamos aquí y ahora, en el año 20.001 de la era mesiánica, 15.501 de la era moroniana, mes de luxmáxima, día primero de la semana de veintiún días, diseñada por nuestra amada inteligencia artificial, que no es masculina como tú piensas, Amirnido, sino femenina y que no se llama “H” sino Helena. Y paso a describirte la composición y relaciones de nuestra familia de acogida, y ruego no ser interrumpida porque esto llevará un tiempo.

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA I


BREVES HISTORIAS DE OMEGA

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA

NOTA INTRODUCTORIA: El esbozo de cómo sería la vida cotidiana en el planeta Omega me llevó mucho tiempo, años, rellené cuadernos y cuadernos con las ideas que se me iban ocurriendo, e incluso confeccioné un índice provisional para no perderme. Crear de la nada un planeta y hacer evolucionar a sus habitantes, imaginando una historia y una forma de vida en todos sus detalles, es algo de una complejidad que me atrevería a calificar casi de “divina”. No me propuse crear un mundo con todo detalle, pero conforme iba avanzando en la historia no me quedó otro remedio que intentar solucionar detalles, aparentemente nimios, pero que resultaban imprescindibles en el desarrollo de la narración.

De esta forma llegué a plantearme detalles tan imaginativos como su forma de vestir, cómo eran sus casas, su alimentación, su tecnología y sobre todo cómo podría ser la vida cotidiana de sus habitantes y su relación con la inteligencia artificial. No tuve necesidad de utilizar todo este cúmulo de datos en la historia principal, tan solo llegué a utilizar los imprescindibles para dar color a la narración. Semejante dispendio de imaginación me pareció un derroche que no me podía permitir, así que decidí servirme de ellos en esta serie de narraciones breves, y paralelas a la historia principal.

Debo decir que conforme fui desarrollando todo este “decorado” me fue pareciendo cada vez más y más delirante, hasta el punto que me replanteé lo que había hecho y la posibilidad de ceñirme estrictamente a lo esencial de la historia sin meterme en camisa de once varas. Luego, leyendo las grandes sagas de fantasía y ciencia ficción, como La Rueda del tiempo o Dune, por poner sólo dos ejemplos, comprendí que por muy disparatados que pudieran resultar algunos detalles, ayudarían mucho al lector a sentirse próximo a la historia.

Tantos años de convivencia con los personajes y la decoración de mi historia en el planeta Omega me permitieron, de alguna forma, vivir allí con la imaginación y participar en todos los eventos de su vida cotidiana. A mi delirante imaginación, acostumbrada a residir de forma permanente, en mundos aún más increíbles, todo lo que sucede en Omega le parece normal. Puede que el lector encuentre dificultades en aceptar todo lo que se cuenta en este episodio, más largo que los otros y que he dividido en varias partes, pero si alguna vez se divirtió de niño fantaseando en mil historias sin el menor sentido, encontrará en lo que aquí se cuenta una divertida vuelta a la infancia.

Ya escrita esta nota introductoria, hace ya tiempo, me encontré en uno de esos bloqueos que no son demasiado habituales al escribir mis historias, pero que cuando ocurren nunca sé cuánto tiempo se extenderán y hasta qué punto me encontraré en un laberinto o en un callejón sin salida. Sin duda la trilogía del planeta Omega ha sufrido el mayor bloqueo de todas mis historias, hasta el punto de que llevo más de cuarenta años sin lograr terminar nada, ni la primera novela de la trilogía, Diario de Ermantis, ni siquiera estas Breves historias de Omega, con las que trato, en pequeñas historias, en pequeños flashes, en pequeños destellos, de construir una imagen, que resuma un poco esta inacabable historia que parece no voy a poder concluir antes de mi muerte.

Ha sido viendo la serie de Iñaki Gabilondo, Cuando yo no esté, que he comprendido el por qué de mi bloqueo con esta trilogía. En esta serie analiza lo que podría ser el mundo dentro de veinte o veinticinco años, cuando supuestamente Iñaki ya no esté porque él piensa que no va a vivir mucho más. Entrevista a un gran número de personas, relevantes por sus trabajos científicos, tecnológicos o de cualquier tipo que están cambiando nuestro futuro. Incluso también aparecen personas que por su lucidez merecen ser escuchadas.

Recapitulando todo lo que llevo manuscrito de esta trilogía, no todo pasado al ordenador, he sido consciente de que en realidad muchas cosas que hace cuarenta años yo pensaba que eran el “non plus ultra” del delirio sobre el futuro de la especie humana en un planeta llamado Tierra, que en la novela se convierte en el planeta Omega, muy lejano, en una galaxia muy lejana, como en la Guerra de las galaxias, ahora, cuarenta años después, incluso parecen superadas. La necesidad de revisar estos delirios futuristas, poniendo las cosas en su sitio, quitando y podando aquí y allá, transformando lo que aún podría seguir siendo válido, me parecía un trabajo tan meticuloso y agotador que me resultaba más sencillo seguir bloqueado.

Pero, como me suele ocurrir, es suficiente con un chispazo en un momento determinado para que el bloqueo desaparezca y comience a ver puertas y horizontes donde al parecer yo pensaba que no había nada, solo un abismo vacío e infranqueable. Sin duda este episodio de Breves historias de Omega es el más complejo de todos porque de alguna manera retrata lo esencial de la tecnología omeguiana, de la vida cotidiana de los omeguianos, ejemplificados en los vantianos, los habitantes de Vantis, la capital planetaria. A pesar del esfuerzo que me supone revisar muchos adelantos futuristas y adaptar la historia a esta nueva visión de las cosas, he decidido continuar con estos relatos de ciencia ficción porque por fin me divierte más dejarme llevar por la imaginación que dar puñetazos y patadas en ese muro que me ha estado bloqueando durante más de cuatro décadas.

Las nuevas impresoras 3D, de las que también se habla en uno de los capítulos de la serie de Iñaki Gabilondo, es uno de esos adelantos tecnológicos que yo solo había podido ver de manera confusa y sin sentido en mis delirios de escritor de ciencia ficción. Eso es lo que hace, de alguna manera, la gran inteligencia artificial de Omega, HDM-24, así llamada en honor a su inventor, Helenio de Moroni, y al número de intentos que le costó llegar a crear lo que él había visto en su delirio como “profesor chiflado”. Se podría decir que los monolitos que aparecen en este episodio, como parte central del hogar vantiano, no son otra cosa que impresoras en 3D. Cuando los imaginé –los monolitos- me basé en el monolito de 2001, una odisea del espacio, película y novela que tanto me gustan y en la teletransportación de la serie Star Treek. Pero en aquel momento me pareció algo tan inverosímil que lo archivé en mi subconsciente, dejando que fuera madurando (¡ya lo creo que ha madurado, cuarenta años!) hasta encontrar una idea, por mínima que fuera, que me permitiera una cierta verosimilitud. Era importante porque se puede decir que toda la vida omeguiana, a nivel tecnológico, científico, logístico, etc etc se basaba en la creación de los productos necesarios por parte de HDM-24 y en su teletrasportación a los hogares omeguianos. Sólo así resultaba creíble la vida en Omega, una vida de ocio, incomprensible y disparatada de otra manera. Es curioso, pero fueron las impresoras 3D, tal como se explicaron en el programa de Iñaki, las que me permitieron hacer perfectamente verosímil lo que ocurría con la inteligencia artificial ( “H” para los amigos) y solucionar de un plumazo las dificultades que he tenido durante cuarenta años para hacer mínimamente aceptable aquel delirio. Lo que se dijo sobre el futuro de las impresoras 3D me pareció tan parecido a lo que yo había imaginado sobre los monolitos y la transportación de productos, alimentos, mobiliario y lo que fuera que hacía “H” que me dije: si estas elucubraciones de estos jóvenes genios de las impresoras 3D parecen tan razonables y ellos parecen tan convencidos de se llegará a poder diseñar e imprimir “lo que sea” y en muy pocos años, como escritor de ciencia ficción me puedo permitir en ir un paso más allá, solo uno, porque aquel futuro que yo imaginé en un delirio, hace ya más de cuarenta años, está ya aquí, a la vuelta de la esquina.

Aprovechando la casualidad de haber encontrado algunos planos que dibujé con algún programa que ahora no recuerdo, tal vez el conocido Paint, y las bases de datos en las que fui escribiendo todos los “adelantos” que iba viendo en la prensa y medios de comunicación y otros que se me ocurrían a mí, me parece que ya tengo las herramientas necesarias para seguir con esta historia, tan delirante como divertida. Iré subiendo los planos y seguramente terminaré de confeccionar el diccionario sobre Omega que me temo que va a ser imprescindible para los lectores de esta trilogía. No sé por qué, pero hoy me siento muy alegre, casi eufórico, era una historia en la que estaba deseando seguir trabajando, pero no sabía cómo, ahora ya lo sé, aunque me temo que nunca terminaré la trilogía. Al menos estas Breves historias de Omega darán una idea al lector del mundo que llevo construyendo durante más de cuarenta años.

ZOO DE VANTIS

HDM-24

INTERIOR EDIFICIO CIRCULAR HDM-24
Tejado es una gigantesca cúpula de un material semitrasparente que puede canalizar la luz solar o hacerse opaco. Existe un observatorio astronómico con un maravilloso telescopio que pueden utilizar los omeguianos previo permiso de H. Además existen toda clase de antenas y radares o aparatos de control de satélites O.

PLANETA OMEGA POR SUS DOS CARAS, CON SUS CONTINENTES Y OCÉANOS

CONTINENTE DE VANTIS, DONDE ESTÁ LA CAPITAL PLANETARIA, VANTIS

BREVES HISTORIAS DE OMEGA (EL SEXO VIRTUAL)


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SEXUALIDAD VIRTUAL

Antes de proseguir este magno estudio sexológico, tanto histórico como sociológico e incluso ético, debo pedir disculpas a los pocos lectores que están leyendo esta tesis doctoral que se está imprimiendo en papel-papel, natural, sacado de árboles naturales y con tinta extraída en nuestros laboratorios por procedimientos naturales y que antes ha sido manuscrita por mí misma con pluma de ave, tal como se hacía en los viejos tiempos, antes de la llegada del Mesías de Omega, que todo lo revolucionó y nos impidió la utilización del famoso bolígrafo, tal como se dice han utilizado otras culturas galácticas en la misma fase evolutiva.

Y que me vuelvan a disculpar pero se me ha ido el pensamiento con tanto circunloquio. Debo admitir y confesar con toda humildad que en efecto, durante la redacción del anterior capítulo de esta magna obra, me encontraba un poco traspuesta o ida puesto que me había fumado unas hierbas, eso sí perfectamente naturales y que son muy comunes en esta universidad. Nos las suministran los granjeros rebeldes a un precio módico, puesto que solo admiten como moneda de intercambio libros impresos, ya que todo lo demás les parece pecaminoso y digno de ser destruido en una ceremonia apocalíptica. Hasta ahora había confiado ciegamente en ellos, pero me temo que ahora debo desconfiar, aunque solo sea un poco, puesto que la mezcla que me dieron parecía llevar sustancias alucinógenas desconocidas y que al parecer han sido introducidas en las mezclas destinadas a otros barrios de la capital, Vantis. A nosotros nos trataban con un cierto afecto puesto que de alguna forma somos rebeldes culturales, mientras al resto, diletantes que todo lo quieren probar para combatir el hastio de la vida, son objeto de experimentos de guerra biológica o psicodélica. Tal vez por error me llegara una mezcla a ellos destinada, si bien parte de culpa tengo por gustar de experimentar y probar todo tipo de sustancias naturales, fermentadas o alambicadas, en lugar de emplear todo mi tiempo en el sexo, teórico y práctico, que al fin y al cabo es lo que me van a pedir mis alumnos universitarios que les enseñe.

Tras analizar toda la documentación en poder del bueno de “H” he llegado a la conclusión de que la historia de Omega, en cuanto a sexo y todo lo demás, es tan peculiar que no puede ser ni comparada ni armonizada con el resto de historias planetarias vividas por seres inteligentes en esta parte de la galaxia o en cualquier otra parte o galaxia. Todo iba bien (si algo fue o puede ir bien en un tema tan complejo como el sexo) hasta que el mesías de Omega llegó a nosotros en su nave, tan avanzada incluso para otras naves que surcaban en aquel tiempo nuestros cielos, sin que los omeguianos de entonces se enteraran de lo que estaba ocurriendo. A partir de aquel momento histórico, tan repetido, analizado y manoseado, toda la historia sexológica de Omega cambió para siempre.

Pero hoy les quiero hablar de otro cambio profundo e irreversible que se produjo cuando nuestra inteligencia artificial, el bueno de “H”, tomó las riendas y nos cambió a todos de arriba abajo. El bueno de Helenio de Moroni, su inventor, dejó en el interior del cráneo de “H” una programación tan avanzada como sofisticada. No fue hasta una fase avanzada que la inteligencia artificial puso a disposición de todos los omeguianos que lo desearan el famoso casco virtual, que tanto sirve para la reparación y curación de enfermedades físicas y mentales, como para propiciar sueños de todo tipo y experiencias tan lúcidas y psicodélicas al mismo tiempo como es el sexo virtual.

Este es un tema amplio, por lo que en este capítulo, solo sentaré las bases de un más profundo y meticuloso estudio sobre el tema. Como saben todos los que han aceptado la égida de “H” este maravilloso dios omeguiano nos ha surtido de todo y además gratis. A través del monolito que es el centro de todo hogar y por el que recibimos comida y vestido, así como otros artilugios domésticos, mediante la teletrasportación, también se reciben todo tipo de canales holográficos, tanto informativos como de ocio y divertimento. Todo iba bien y era perfecto hasta que por teletrasportación llegó el casco virtual que tantos quebraderos de cabeza iba a producir.

Con él llegaron las instrucciones y cada aburrido y hastiado omeguiano se dispuso a probarlo el primero. Hubo cierta prudencia y reticencia a la hora de utilizarlo para dormir, puesto que a través de los sueños el bueno de “H” se introducía en nuestras mentes y cuerpos y sin pedir permiso previo (lo que más molestó) se ocupara de “arreglar” todo lo que pudiera ser arreglado en cuerpo y psiquis. Claro que lo que dijo fue lo mínimo, porque todos sospechamos que hay mucho, mucho más.

Para convencernos nos tentó con la zanahoria, a las damas, y con los melones a los caballeros, o al revés o todo junto, según cada gusto y forma de disfrutar del sexo. Se hicieron experimentos antes de que la “navegación” virtual se hiciera libre y de todo punto placentera. Nuestra inteligencia artificial quería probar y experimentar hasta dónde nos llevaría semejante libertad orgiástica y las consecuencias físicas y mentales que tendría esa herramienta de todo punto imprevisible y casi divina.

Como era preciso respetar la libertad de todos y cada uno de los omeguianos, el primer paso para el sexo virtual era el consentimiento previo. Una vez que los participantes se encasquetaban los cascos en las cabezas, recibían la bienvenida de “H” y se procedía a dar los primeros pasos en el protocolo. Algo así como en el matrimonio ancestral, donde aquella vieja fórmula pasó a la historia: ¿Quieres…? Solo que en este caso se preguntaba a fulanito si quería sexo con menganita o a menganito si quería sexo con fulanito y fulanita o fulanitos, etc. Todos daban su aquiescencia que era grabada por si alguno luego no se acordaba o no quería acordarse tras una experiencia desagradable.

La pareja participante o los participantes, en el caso de las orgías, se presentaban, primero vestidos y se hablaban un poco para “entrar en calor”. Luego se presentaban desnudos y aprendían a “mirarse” y “tocarse” de forma virtual, a través del casco que generaba manos y cuerpos virtuales. De esta forma se producía un auténtico encuentro sexual, solo que de forma virtual. La diferencia entre real y virtual pasó a ser “ninguna” una vez que “H” fue ajustando programación y controles. Incluso con el tiempo, no mucho, el sexo virtual llegó a ser tan intenso y “delicioso” que el sexo real hubiera pasado a la historia de no ser porque nuestra inteligencia artificial, convenientemente programada por Helenio de Moroni dejó de premiar con créditos a los participantes en el experimento y a premiar con grandes créditos a quienes siguieran practicando el sexo “real”, que por otro lado ya no era necesario, desde la época del mesías de Omega, para procrear retoños. Pero este es un tema complejo que mejor desarrollaremos en otro capítulo. Mientras voy a probar una nueva hierba que me han dicho que es completamente natural, sin efectos psicodélicos y en absoluto adulterada por los jóvenes terroristas de las montañas negras. Luego les cuento. Y no me sean puritanos que no hay peor droga y más psicodélica que conectarse a los circuitos holográficos del bueno de “H”.

Continuará.

 

BREVES HISTORIAS DE OMEGA(El sexo en Omega II)


CÓMO SE VIVE EL SEXO ACTUALMENTE EN OMEGA

Helenio de Moroni, nuestro particular profesor chiflado, fue considerado en su tiempo, y lo sigue siendo, como uno de los más astutos programadores y visionarios de todos los tiempos. Solo imaginar lo que tuvo que pasar por su mente para crear a nuestro fantástico “H”, nuestra inteligencia artificial, llamada “HDM-24” por su creador (HelenioDeMoroni) y 24 por ser ese el número de la suerte, ya que los anteriores veintitrés experimentos sobre el tema resultaron fallidos, se le ponen a uno los pelos de punta y el vello se le eriza, resultando ideal antes de la depilación, suponiendo que alguien la siga utilizando, además de las mujeres de los granjeros rebeldes y algunas de nosotras, rebeldes culturales.

Una de las condiciones básicas de la programación de esta inteligencia artificial, o el bueno de “H” como le tuteamos en confianza, fue la de respetar la libertad de todo ciudadano omeguiano y la defensa de una sociedad democrática a cualquier precio. Como mente privilegiada que era, a Helenio no se le pasó por alto las dificultades con que se encontraría su inteligencia artificial a la hora de decidir entre respetar las directrices básicas de su programación y respetar la libertad de los ciudadanos omeguianos, de todos ellos, y las condiciones esenciales para que la sociedad planetaria pudiera seguir siendo considerada como democrática. Fue por ello que su programador y luego nuestra inteligencia artificial, dotada de una cierta libertad y emotividad, gracias a los prodigiosos algoritmos creados por Helenio, tuvieron que hilar muy fino para que las contradicciones a las que deberían enfrentarse no les abocaran a un seguro fracaso.

Tras la batalla del Valle de la Muerte y la drástica transformación que sufrió Omega debido a la influencia del Mesías de Omega y de la tripulación de la nave galáctica “Destino”, las tradicionales instituciones omeguianas, tales como el matrimonio, la familia, el parentesco…sufrieron un impacto tal que casi llegaron a desaparecer. Fue sobre todo para defenderlas que un grupo relativamente numeroso de omeguianos decidieron refugiarse en las Montañas Negras y allí fundar una sociedad tradicional que defenderían durante milenios con uñas y dientes hasta el punto de ser respetados por los diferentes Consejos Planetarios que se formaron tras la muerte o abandono de Omega (no se sabe muy bien) del Mesías de Omega, máxima autoridad durante muchos años en todo el planeta. A la llegada de “H” los granjeros rebeldes ya habían alcanzado un estatus respetado por todo el mundo y prácticamente inalterable gracias a las condiciones climáticas de su territorio, que nadie en su sano juicio deseaba conquistar.

Allí el matrimonio y la familia permanecieron inalterados durante milenios, pero no así en el resto de la sociedad omeguiana. Fue imposible conseguir que el matrimonio y la familia volvieran a ser instituciones respetadas y queridas en Omega. La poligamia y la promiscuidad se convirtieron en algo tan natural en nuestra sociedad como antes lo fueron el matrimonio y la familia. La escasez de hombres y el exceso, si se le puede llamar así, de mujeres en edad fértil, propició todo tipo de asociaciones formadas por un numero importante de mujeres que se organizaran alrededor de un solo hombre, bien de forma institucional, como un matrimonio de un hombre con un indeterminado número de mujeres, bien en forma de convivencia promiscua, en la que un hombre convivía sexualmente con muchas mujeres a las que inseminaba y luego aceptaba el fruto de estos embarazos como hijos comunes.

La imaginación para formar y estructurar este tipo de uniones no tuvo límites y con el tiempo llegaron a autorregularse por sí mismas. Se puede decir que la sexualidad se vivió en aquellos tiempos como fue posible y siempre de forma promiscua, ya que resultaba inaceptable que una sola mujer acaparara a un solo hombre cuando existían tantas mujeres en edad fértil y un planeta prácticamente deshabitado. Por ello cuando con el tiempo la proporción de mujeres y de hombres se equilibró (sobre todo gracias a la inseminación artificial programada) a los Consejos Planetarios que siguieron les resultó imposible regresar a una sexualidad tradicional. Nadie hubiera asumido de buen grado que le privaran de una sexualidad libre y promiscua, razón por la que la poligamia y la convivencia libre continuaron siendo la forma normal de relación, sexual y de convivencia, en Omega.

Helenio de Moroni era muy consciente de las dificultades por las que atravesó la sociedad omeguiana, en parte debido a este tipo de instituciones abiertas que generaron serios problemas de atención y cuidado de los niños, educativas y de todo tipo. El turismo que fue llegando a Omega cada vez en proporciones más elevadas, logró en parte atenuar estos problemas logrando, por ejemplo, que el número de huérfanos no aceptados por sus padres biológicos disminuyera al ser adoptados por familias tradicionales que llegaban en viaje turístico a Omega.

Cuando “H” tomó el control se vio obligado a tomar decisiones drásticas con referencia a este tema, puesto que ni existía territorio suficiente para que él pudiera conceder una casa particular a cada omeguiano que se lo pidiera ni era aceptable para su programación que los niños tuvieran que ser cuidados en orfanatos por robots. Armonizando la libertad y el respeto a los derechos de todos, decidió que se respetaría la libertad sexual y de convivencia de todos y cada uno de los omeguianos, pero que al mismo tiempo se les incentivaría para que progresivamente fueran regresando a las tradicionales instituciones del matrimonio y de la familia que tendrían preferencia a la hora de convertirse en adjudicatarios de nuevas viviendas. Esto obligó a que de una forma oficial y burocrática quienes solicitaran una vivienda diseñada por “H” y fabricada por robots debieran especificar claramente cuántas personas residirían allí y qué tipo de convivencia legal habría entre ellas.

Esto propició el regreso al matrimonio y a la familia tradicional en algunos casos, aunque solo fuera para lograr una vivienda aceptable y no una verdadera comuna, edificios muy extensos y gigantescos para la convivencia de familias poligámicas o promiscuas. Estos nuevos matrimonios continuaron viviendo su sexualidad en absoluta libertad o promiscuidad, aunque de cara a los beneficios de “H” formaran un núcleo sólido familiar. La mayor dificultad de esta fórmula de convivencia fueron los hijos, muy desatendidos y para los que “H” tuvo que inventar la “niñera” virtual y luego los padres holográficos, con los consiguientes traumas y trastornos para los niños. Pero descubrir esta situación no me compete a mí sino a mis colegas sociólogos.

Se puede decir que actualmente la sexualidad sigue siendo libre y promiscua en todos los aspectos, aunque con el progreso que “H” ha propiciado en todos los terrenos, también en el sexual, las relaciones sexuales virtuales se han convertido en una moda a la que casi nadie se resiste. Pero de ello hablaremos en otro capítulo.

Continuará

BREVES HISTORIAS DE OMEGA(El sexo en Omega)


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BREVES HISTORIAS DE OMEGA V

NOTA INTRODUCTORIA:

El esbozo de las conductas sexuales en Omega fue muy divertido. No tenía claro si la reproducción sería sexual o habrían llegado a un nivel evolutivo que les permitiera dejar el sexo solo para el placer o si tal vez convenía que el avance no fuera tan importante… Fantasear sobre el tema me llevó tiempo y al final, tras muchas elucubraciones, decidí que debería separar sexo y reproducción, de esa forma todo lo que tenía esbozado encajaría a la perfección. Solo así podría explicar el trauma que sufre el padre de Ermantis, el protagonista, y que le lleva a vivir en las montañas negras, donde se casa con Eraia y tienen a Ermantis, cuyo diario da título a la primera novela de la trilogía, Diario de Ermantis. 

Decidí que habría un sexo físico y otro virtual y que la promiscuidad fuera algo tan natural que ni siquiera se hablara de ello, pero me encontré con un problema serio para encajar ese tipo de relación sexual con una vida familiar normal y mínima. Necesitaba, por razones internas de la historia, que existiera en Omega algún tipo de vida familiar. Me puse a ello y encontré algunas razones que lo justificaran: A pesar de que la inteligencia artificial podía diseñar un número casi infinito de casas y pedir a los robots a su servicio que las construyeran, lo cierto era que el espacio en el planeta era limitado, sobre todo si se pretendía crear una sociedad humanizada y no un hormiguero, además la programación de Helenio de Moroni exigía que el número de robots fuera el imprescindible, aquel profesor chiflado odiaba la posibilidad de una robotización y mecanización en la sociedad que había planificado al crear su inteligencia artificial. Esto exigía que de alguna manera se formaran unidades familiares ya que la adjudicación de casas se hacía de forma preferente a las familias y cuanto más numerosas mejor. Por otro lado la programación de la inteligencia artificial la predisponía a crear todo tipo de incentivos para que se acabara retomando la forma de vida tradicional, familiar y tribal, que la sociedad omeguiana había abandonado tras la tragedia genocida de la batalla del valle de la Muerte y la necesidad de una relación promiscua entre los escasos hombres que sobrevivieron y las numerosas mujeres en edad fértil. Esto creó una sociedad muy diferente a las que existían en otros planetas del Cuadrante, habitadas por especies inteligentes. 

El tema del sexo aparece poco en la novela, lo imprescindible, por lo que todo aquel material manuscrito que fui creando necesitaba una salida. Este estudio de la doctora Almidina es solo un aperitivo puesto que habrá toda una serie de episodios dedicados al sexo y al romanticismo en Omega.

EL SEXO EN OMEGA

Breve extracto de la tesis doctoral que presentó Almidina Arnaica para su doctorado en sexología por la universidad de Vantis

PREÁMBULO INTRODUCTORIO

Debido a la peculiar historia de Omega, de la que solo fuimos conscientes al entrar en contacto con otros planetas habitados del cuadrante galáctico. Las etapas del desarrollo sexológico, lo mismo que en otros temas, como economía, política o tecnología, por las que atravesó nuestra sociedad no tienen parangón en ninguna otra sociedad galáctica conocida.

Tras la batalla del valle de la Muerte, el mayor genocidio de la historia de Omega, y tal vez de la historia planetario de todos los planetas habitados conocidos, toda la concepción tradicional del sexo en las diferentes civilizaciones tribales omeguianas sufrió un duro golpe y se vino debajo de forma irreversible. La mayoría de los hombres habían muerto en esa batalla y de entre los que sobrevivieron había que descontar ancianos y niños por lo que solo un número muy reducido eran actos para la procreación. Los ejércitos que se enfrentaron en la legendaria batalla habían reclutado a todos los hombres disponibles, en una horquilla de edades muy amplia, desde jóvenes imberbes, apenas salidos de la adolescencia, hasta auténticos ancianos que aún se conservaban en una forma aceptable para el combate.

Los supervivientes de la batalla fueron muy pocos por lo que para la tarea de la procreación hubo que recurrir a auténticos ancianos y a adolescentes, muchos de ellos aún sin desvirgar. Se buscaron hombres en los parajes más recónditos que hubieran podido librarse del reclutamiento. Aún así su número era ridículamente bajo comparado con las mujeres en edad fértil. Fue por ello que se pidió ayuda a los dioses “como así fueron llamados los tripulantes de la nave en la que había llegado El Mesías de Omega. Incluso éste fue requerido y suplicado hasta la extenuación para que no solo engendrara el mayor número posible de hijos en su amada, sino que no se conformaron con ello y utilizaron al mayor número de mujeres en edad fértil para engendrar. 

Los tripulantes de la destino terminaron agotados después de mantener un número tan elevado de relaciones sexuales que hubieran dejado fuera de combate a un dios mitológico. A pesar de lo placentero que sin duda debió resultar tal actividad sexual con distintas y bellas mujeres todos, sin excepción, por unanimidad acabaron aprobando la propuesta del comandante, el Mesías de Omega, para otorgar a los omeguianos la tecnología genética necesaria que les permitiera la fecundación in vitro, incluso la clonación directa. Hasta la tripulación femenina de la nave, ante la presión ejercida por los omeguianos se vio obligada a embarazarse año tras año del omeguiano que eligieran. Los dioses tenían que procrear sin pausa, y solo cuando la tecnología genética logró que la población subiera exponencialmente pudieron darse un respiro y tomárselo con calma. Es cierto que habrían podido negarse puesto que la fuerza estaba de su parte, pero tal vez la tentación de unas relaciones sexuales ilimitadas con cualquiera que les apeteciera fue demasiado fuerte incluso para los dioses, que una vez convencidos por el Mesías de Omega de la necesidad de ayudar al pobre planeta diezmado y decidido él mismo a permanecer allí por tiempo indefinido, al enamorarse perdidamente de una omeguiana, no dejaron de rodar cuesta abajo, saltándose todo el protocolo establecido para el primer contacto con una civilización inteligente en un nuevo planeta y los topes morales que les imponía el decálogo moral de la expedición.

Esta situación propició un cambio drástico en el concepto de relaciones sexuales que se habían mantenido hasta entonces en las diferentes sociedades omeguianas. La promiscuidad se convirtió en una necesidad insoslayable y cada hombre capaz de engendrar tuvo a su disposición un incalculable número de mujeres. Sin duda fue una época extraña, tanto para mujeres como para hombres, y marcaría para siempre el concepto de sexualidad en Omega.
Solo décadas más tarde, cuando gracias al esfuerzo reproductivo y a la tecnología genética puesta a disposición de la sociedad omeguiana por la tripulación de la nave en la que llegara a nosotros el Mesías de Omega, el planeta recobró una población aceptable, se produjeron algunos intentos de regresar a los viejos tiempos, pero éstos ya habían pasado y como sucede siempre en estos casos, quienes lo intentaron quedaron tan obsoletos como la tecnología prehistórica que había utilizado la civilización omeguiana hasta la llegada de nuestro mesías particular.

Durante años los habitantes de Omega se dedicaron con gran celo a la reproducción y a cuidar de sus retoños, alimentándoles y educándoles con los medios que les fue dando con cuentagotas la tripulación de la Destino. Se establecieron turnos rotatorios para la reproducción, el cuidado y alimentación de la población y el estudio, en escuelas especiales, de la tecnología alienígena. Omega dio un salto gigantesco en su evolución y toda su civilización cambió para siempre.

Una vez que se saltara la línea roja por parte de la tripulación de la Destino, no tuvieron el menor inconveniente en saltarse las demás líneas y poner a disposición de los omeguianos cuanta tecnología les fuera requerida y aprendida por sus habitantes. No tardaron en hacerse con la tecnología del viaje por el espacio y así descubrir que no estaban solos en el Cuadrante. Todo se hubiera descontrolado provocando consecuencias imprevisibles de no haber sido llamada la Destino a volver su hogar. Pero de eso hablaremos en otro capítulo.
Resumiendo lo visto hasta ahora podemos decir que la vivencia actual de la sexualidad en Omega, con sus indudables lacras, procede de aquel momento. A nuestros amados ancestros les hubiera parecido una espantosa aberración, y de hecho un número importante de ciudadanos, en cuanto vieron claro que la población de Omega no se extinguiría, decidieron exilarse refugiándose en las Montañas Negras, lo que dio origen a lo que hoy conocemos como granjeros rebeldes. 

Continuará.

 

BREVES HISTORIAS DE OMEGA (EL TURISMO EN OMEGA)


BREVES HISTORIAS DE OMEGA VI

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NOTA INTRODUCTORIA

El esbozo de la historia de Omega me llevó algunos años y no siempre tuve claro cómo enfocar el tema. Era consciente de la necesidad de tener una idea básica de su historia, ya que aunque Diario de Ermantis transcurre en el momento presente de la narración, con algunos flashback, más o menos extensos, a la infancia del protagonista, mientras escribía la historia constantemente necesitaba de tener claras algunas ideas sobre lo que había ocurrido a lo largo de la historia de Omega.

Antes de la llegada de la inteligencia artificial Omega era un planeta esencialmente turístico. Todas las razas inteligentes de la galaxia acudían allí a pasar sus vacaciones. Se trataba de un destino turístico de primera y solo al alcance de las grandes fortunas, algo así como… en nuestra querida Tierra. ¡Para qué vamos a dar nombres!

El turismo suele iniciarse cuando una parte de la población (aristócratas, burgueses o como se les quiera llamar) alcanzan un nivel económico que les permite pasarse un tiempo o mucho tiempo ociosos y con ganas de divertirse, de viajar, de conocer lugares y gente nueva. Pero no alcanza su auge hasta que una mayoría suficiente o inmensa consigue un nivel económico básico que les permite al menos un mes de vacaciones anuales y unos ingresos con los que pagarse viajes y estancias en lugares poco o mucho alejados de su residencia habitual.

En Omega, debido al episodio del Valle de la Muerte, del que se habla en el relato, la historia habitual de la evolución de una sociedad a nivel económico sufrió una grave distorsión. Esto, unido a que tras el episodio del Mesías de Omega, ocurrido al mismo tiempo que dicha batalla, éste y la tripulación de su nave pusieron en contacto al planeta con desconocidas civilizaciones extraomeguianas de las que no se tenía el menor conocimiento, ni siquiera se imaginaban que pudieran existir. Para rematar todo este desbarajuste llegó la inteligencia artificial HDM-24 al poder y con ella se acabó el turismo extraplanetario debido al episodio de la guerra más incruenta de la historia conocida, que también se menciona en el relato. Como son historias muy extensas y complejas, aquí solo se mencionan los datos esenciales para que la historia que se cuenta tenga sentido, remitiéndose a otras historias que subiré en su momento y que son bastante más largas de lo habitual en este formato, tales como El Mesías de Omega y Batalla contra Doctor. Espero que les guste.

EL TURISMO EN OMEGA

BREVE EXTRACTO DE LA TESIS DOCTORAL DE LIVIA URDOZA PARA SU DOCTORADO EN HISTORIA PRÁCTICA DE OMEGA

No cabe la menor duda de que la historia del turismo en Omega, yo diría que toda la historia omeguiana, es tan insólita que ningún otro planeta del cuadrante ha vivido o sufrido algo parecido. A través de los archivos documentales del bueno de “H” he podido documentarme y cerciorarme por completo este dato que cuando comencé a escribir esta tesis ya daba por supuesto. En los archivos de nuestra inteligencia artificial existen copias de bibliotecas enteras de otros planetas que fueron transferidas con los correspondientes permisos o saqueadas sin más por espías del propio “H”, quienes armados con increíbles y diminutos artilugios que colocados en los edificios de estas bibliotecas, pudieron copiar hasta la última coma del último legajo escondido en bibliotecas de todos los planetas conocidos.

Para un historiador es como un prodigioso juguete infantil la posibilidad de consultar cualquier momento de nuestra historia a través de “H”. Cuando existen documentos él los tiene y cuando no, ha hecho portentosas recreaciones holográficas de lo que pudo haber sido, según los datos que almacena su memoria. De hecho solo a nosotros, “los rebeldes culturales”, se nos ha ocurrido trabajar como historiadores, entre otras disciplinas, para recopilar por nuestra cuenta y desde nuestra perspectiva todo el legado cultural e histórico que nos han dejado nuestros ancestros. El común de los omeguianos se limita a consultar a la inteligencia artificial y aceptar sus datos e informaciones sin ningún filtro ni criterio propio. Es cierto que el gran Helenio de Moroni, nuestro profesor chiflado particular, juró y perjuró que su inteligencia artificial había sido programada para que no pudiera manipular y controlar a los omiguanos, estaba a disposición nuestra, para alcanzar un mayor nivel evolutivo, no para llevarnos con engaños hacia metas solo imaginables por la privilegiada cabeza del sabio. Es posible que esto sea así, aunque somos muchos los que no estamos muy convencidos, de hecho ni muy, ni poco, al contrario, creemos que hay una programación oculta en el fondo de la memoria de “H” a la que nos gustaría acceder, aunque hasta ahora nadie lo ha conseguido, ni siquiera nuestros ingenieros informáticos rebeldes.

No voy a remontarme a los tiempos prehistóricos para confeccionar este informe. Entonces todo era pura supervivencia y se viajaba para conseguir mejor caza o para huir de los depredadores. El turismo, se puede decir, que comenzó a partir de la batalla del Valle de la Muerte. La tecnología que nos prestara su comandante, más conocido por El Mesías de Omega, y la tripulación de su nave, permitió a nuestro planeta evolucionar tanto y en tan poco tiempo que en ello también somos únicos en la historia de las especies inteligentes del cuadrante.
Digamos que el turismo, como ha ocurrido en otros planetas más convencionales, comenzó siendo un pasatiempo de ricos, y conforme el nivel económico se fue elevando y alcanzado a otras clases sociales se transformó en un negocio más y muy boyante. En el caso de Omega el aterrizaje de la nave “Explorador I” nos abrió los ojos de repente a la posibilidad de existencia de vida extraomeguiana. De ahí a que la tecnología que nos prestaron sus tripulantes nos permitiera viajar por el espacio y encontrar otras especies inteligente fue una especie de salto de trampolín, rápido y efectivo.

Omega fue elegido por otros planetas como lugar de recreo y de ocio por excelencia. El turismo comenzó a florecer y nos convertimos en el planeta turístico por excelencia del cuadrante. Los omeguianos se dedicaron por completo al negocio turístico y contrataron como mano de obra a otras especies menos agraciadas económicamente para que hicieran de trabajadores y campesinos. El omeguiano llegó a ser un “relaciones públicas”o un empresario del ocio. Durante esta época el turismo alcanzó su cúspide y los hoteles de Omega fueron considerados como los más lujosos y avanzados de toda la galaxia conocida. Claro que eso costaba un “dinerito” solo al alcance de los más ricos y poderosos. Omega ganó muchísimo dinero con su negocio y esto propició que cuando nuestro chiflado particular, Helenio de Moroni, solicitara del primer Consejo planetario, un presupuesto desorbitado para confeccionar una inteligencia artificial casi mágica, que nos permitiera desentendernos del concepto de trabajo y nos ayudara a conseguir el ocio total, le fuera concedido todo lo que pidió y aún estaban dispuestos a darle más a cambio de lo único que les quedaba por conseguir: el ocio absoluto para siempre.

Sin embargo no todo dura para siempre. Cuando Omega comenzaba a prepararse para ir dejando el negocio turístico en manos de la inteligencia artificial y su “troupe” de robots fabricados específicamente para que ningún omeguiano tuviera que volver a trabajar en el turismo, entonces se produjo un acontecimiento histórico que cambiaría para siempre nuestro futuro. El planeta Noctor, el planeta guerrero por antonomasia del cuadrante, decidió invadirnos, apoderarse del planeta, de su negocio turístico y convertir a su población en soldados mercenarios. Por suerte “H” ya lo había previsto y gracias a los informes de sus espías, robotizados o no, tuvo tiempo suficiente para crear el arma de guerra que acabaría con todas las guerras, como se ha pregonado siempre en la propaganda bélica de todos los planetas de la galaxia. Esta vez fue verdad.

La invención del rayo Omega, un laser tan original y portentoso que aún nadie sabe muy bien cómo funciona, permitió a nuestra inteligencia artificial derrotar a la flota de guerra noctoriana antes incluso de acercarse al planeta. Pero esta es una historia que se narra en otra parte, concretamente en el trabajo de nuestro colega Andronius Tostis, el mejor historiador de la que él llamó “La guerra más pacífica de la historia”. Sin un solo disparo de la flota noctoriana ésta tuvo que retirarse de Omega, que de esta manera y por sugerencia de “H” que el Consejo planetario ratificó por unanimidad, nuestro planeta entró en cuarentena y ya no se permitió entrar o salir a nadie, salvo justificadas excepciones.

De esta forma el turismo pasó a ser una más de las muchas posibilidades que “H” ofreció a los ciudadanos omeguianos. Ahora mismo son pocos los omeguianos que desean viajar a una parte u otra del planeta y cuando se produce algún atasco porque todos se ponen de acuerdo para viajar a un mismo sitio, a la vez, nuestra inteligencia artificial reparte créditos preferenciales para viajes turísticos según los méritos de los ciudadanos, alcanzados de una u otra manera. “H” es muy respetuoso con nuestra libertad, pero nos incentiva, la zanahoria y el palo, para que no perdamos las buenas costumbres omeguianas en las diferentes facetas y campos de nuestra cultura.

En eso ha quedado el un tiempo floreciente turismo omeguiano, en algunos viajes con naves planetarias para ver un paisaje o un lugar determinados.

FIN

Nota final. Extracto de la tesis doctoral de la doctora Livia Urdoza, realizado por nuestro decano.

NOTA BIBLIOGRÁFICA

Para más datos sobre el turismo y los hoteles en la época floreciente de nuestro turismo les remito al gran trabajo de nuestro colega titulado “HOTEL OMEGA”.

Para más datos sobre la batalla del Valle de la Muerte y sobre la batalla más pacífica de la historia remito al trabajo conjunto que hemos hecho todos los historiadores de la facultad de historia de la universidad e Vantis.

Breves historias de Omega (Actores de carne y hueso)


BREVES HISTORIAS DE OMEGA IV

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NOTA INTRODUCTORIA/ Cuando decidí ir esbozando, por partes y temas, los distintos aspectos de la sociedad omeguiana tras el advenimiento de “H”, la gran inteligencia artificial, una especie de Mesías virtual, sabía muy bien que me enfrentaba a una compleja tarea que me llevaría años. Algunos temas fueron más sencillos de esbozar que otros. Por lo que se refiere al ocio y la cultura después de que “H” tomara las riendas, consideré bastante lógico que si la inteligencia artificial se ocupaba de la alimentación, la vivienda y toda la logística en aquella sociedad, también terminara por ocuparse del ocio y la cultura. Los seres humanos somos muy cómodos, muy vagos, si nos dan todo hecho, sin tener que trabajar, lo aceptamos encantados, a no ser que lo que se nos ofrece sea auténtica basura, y aún así nos lo pensamos dos veces antes de rechazarlo.

Los omeguianos fueron esbozados como seres humanos, solo que en otro planeta y con otras circunstancias. Si como vemos en nuestra sociedad la mayoría de la gente es absolutamente pasiva en cuanto al ocio y la cultura (aceptan lo que les echen de comer a través de la televisión o cualquier otro medio de comunicación) no veía la necesidad de que en Omega las cosas fueran muy distintas. Teniendo en cuenta que “H” era una inteligencia artificial con capacidades casi “divinas” o si lo preferimos, verdaderamente “demoniacas”, y que mi profesor chiflado, Helenio de Moroni, la había programado para dar a todos los omeguianos lo que desearan, en una sociedad democrática, justa e igualitaria, cómo podría ser el ocio y la cultura, diseñados por “H”, estaba bastante claro.

Si Helenio hubiera programado a su artilugio para dar a los omeguianos lo que verdaderamente necesitaran y no lo que quisieran o desearan, todo hubiera sido muy, muy diferente, pero como bien sabemos en nuestra sociedad humana lo importante no es lo que las personas necesiten si no lo que deseen, con el fin de que al satisfacer sus deseos los empresarios del ocio y la cultura puedan recibir a cambio sus deseables y deseados emolumentos (Mi tesooorooo de Gollum). Tampoco es muy importante saber lo que los ciudadanos desean puesto que los deseos se pueden crear, primero, para satisfacer, después. Algo que es paradigmático en el mundo de la publicidad.

La inteligencia artificial podía crear algo parecido a la televisión, la holovisión, y en ella unir todo lo que en nuestra sociedad son los medios de comunicación, Internet, prensa, radio, etc. Como no necesitaba personal creativo o burocrático, ni tampoco financiación alguna, crear un ocio, una cultura, y programarla y distribuirla por el canal único y complejo de la “holovisión” era coser y cantar. Se crearon presentadores, actores y todo tipo de figuras virtuales para que aparecieran en programas, obras teatrales, películas, etc. La inteligencia artificial no necesitaba profesionales del ramo ni tampoco guionistas o creativos, todo lo podía hacer ella y mejor o casi mejor que nadie.

No tuve claro cómo sería este mundo virtual hasta ver la famosa película, Matrix, entonces grité “¡eureka!” como al parecer hizo Arquímides, y comencé a esbozar la holovisión, el cine, el Internet omeguiano y otras muchas cosas más. Luego cuando vi la película Avatar y otras que trataban el mundo virtual tales como Johnny Mnemónic, ya ni tuve que gritar eureka, simplemente me puse a trabajar como un poseso.

En Omega todo el mundo del ocio y la cultura acaba siendo virtual y generado por la inteligencia artificial quien crea actores virtuales, holovisivos, en tres dimensiones, y todo tipo de películas y programas. Los no rebeldes aceptan encantados lo que les da “H” pero como ocurrió en otros terrenos, con más razón en este, hay quienes no soportan que toda la creatividad de su especie resida en un cerebro artificial, les repugna visceralmente, y es por ello que deciden rebelarse y crear su propio ocio y cultura. Y este es el tema de este nuevo capítulo de Historias breves de Omega. Como es muy amplio me limitaré a esbozarlo y lo iré desarrollando en otros breves capítulos de esta serie. El resultado de la falta de creatividad humana lo desarrollo en otra novela, “La vida es pura sensación”, que nada tiene que ver con el universo de Omega, pero que desarrolla este tema hasta las últimas consecuencias.

ACTORES DE CARNE Y HUESO

Extracto del diario manuscrito del actor Eriditis Asuras.

“Soy un actor de carne y hueso, me llamo Eriditis Asuras y en otros tiempos tal vez habría sido un actor famoso, respetado y halagado por crítica y público. Hoy, en estos aciagos tiempos, debo pelear a brazo partido con una inteligencia artificial para poder representar obras creadas por mí o por otros creativos rebeldes.

Bueno, tal vez no esté diciendo toda la verdad y me pueda la repugnancia que siento hacia todo lo virtual o artificial. En realidad el bueno de “H” nuestra portentosa inteligencia artificial, colabora con nosotros, facilitándonos todo tipo de infraestructuras para que podamos desarrollar nuestra creatividad, incluso ha puesto a nuestra disposición uno de sus canales holovisivos para que podamos difundir nuestra propia cultura.

Me gusta visualizar al bueno de “H”, como hombre, un anciano longevo y barbudo, aunque bien podría visualizarlo como una mujer y entonces la llamaría la buena de “H”, y no sería descabellado puesto que cada omeguiano elige bajo qué figura quiere que se le aparezca la inteligencia artificial para comunicarse. Si la llamáramos inteligencia podríamos visualizarla como mujer, pero si la llamáramos cerebro bien nos la podríamos imaginar como hombre. En realidad el bueno o la buena de “H” es asexual, se limita a “pensar” con los algoritmos que le programara el maldito chiflado del profesor Moroni, y tal vez se deba a ello que nuestra creativa minoría sea tratada con todo decoro, dejando aparte los derechos numéricos que siempre tiene la masa.

Hasta que se produjo la batalla del Valle de la Muerte, el desarrollo teatral de Omega, lo mismo en otros campos, como la narrativa y el arte y la cultura en general, fue tan lógico como razonable. Se generaron toda clase de mitos y leyendas que luego pasarían a la ficción literaria y los viejos ritos religiosos se transformaron, como suele ser común en todas las culturas, en representaciones teatrales que poco a poco se desgajaron del árbol madre para producir su propia dramaturgia profana. Todos conocemos a los grandes dramaturgos de aquella época, especialmente a Sofonoros Sapestis, el más grande autor de todos los tiempos.

Tras la famosa batalla y el salto que se produjo en todos los terrenos, la dramaturgia despreció su herencia y sus raíces, dedicándose a la burla del pasado, a ironizar sobre el presente y a utilizar todos los artilugios puestos a su alcance por la moderna tecnología para convertir al teatro en un híbrido incomible. Con el advenimiento de nuestro emperador “H” al poder (permítaseme la ironía) el teatro y demás artes y manifestaciones culturales pasaron a ser un simple producto de la fábrica “hachiana” para gran contento de la mayoría de la población que come lo que le dan, viste lo que una máquina diseña, vive en las casas que los robots fabrican, a las órdenes de nuestro cerebrito preferido y se entretiene con lo que sus circuitos generan.

Por suerte ya vamos siendo algunos más los que consideramos que estamos en nuestro derecho de utilizar nuestra propia creatividad para nuestras diversiones. En cuanto a trabajar para construir nuestras propias casas o cultivar la tierra para comer los productos de la tierra cultivados con nuestras manos… la verdad es que resulta muy cómodo dejar que el bueno de “H” nos suministre todo lo necesario, e incluso lo accesorio. Eso nos permite un ocio total, y muy productivo, si uno se dedica a ello y no a dejar que los circuitos de un cerebrito nos digan lo que nos entretiene y lo que no.

Dejando a los granjeros rebeldes, que comen aparte, se puede decir que la rebeldía cultural se ha centrado en la universidad de Vantis, donde el gran director de biblioteca y universidad, nuestro ínclito Aris Orbotón, centraliza y hace juegos malabares para preservar nuestro pasado cultural. El grupo dramático, compuesto por autores, actores, decoradores y demás attrezzistas, nos dedicamos a representar obras para los rebeldes culturales, siguiendo lo que en otro tiempo hubiera sido una temporada teatral al uso.

Pero esta representación, cuyo estreno está señalado para mañana, es algo insólito y esperanzador. Por cierto que acabo de salir del ensayo general de la última obra de nuestro peculiar genio Aloris Agoris, quien nos presenta un drama muy humano que se desarrolla en la tienda donde uno de los reyezuelos que participaron en la batalla del Valle de la Muerte y sus generales, diseñan la estrategia del día siguiente, al tiempo que comen, beben y follan con las cortesanas que acompañan a todos los ejércitos. No puedo estar más satisfecho del ensayo general. La participación de “H” ha sido espléndida.

Hace un mes, mientras ensayábamos la obra en la gran sala teatral del palacio de cristal de “H”, para lo cual nuestro cerebrito preferido nos dio el correspondiente permiso, escuchamos una voz etérea que nos costó identificar. Paralizamos el ensayo y nos dedicamos a husmear por el escenario, para ver quién nos gastaba la broma. El bueno de “H” se rió un rato. Luego nos propuso su colaboración. ¿Por qué limitarnos a un pobre decorado que remedara el interior de una tienda de campaña y a los personajes diseñados por Aloris? El nos ofreció todo el Valle de la Muerte como escenario. Con sus medios técnicos podía hacer que la representación fuera algo apoteósico. Incluso podía ofrecernos unos cuantos de sus actores virtuales y holográficos que tan buen resultado daban en los culebrones holovisivos.

No respondimos de inmediato, muy sorprendidos por la propuesta. La reunión que se celebró fuera del recinto (aunque todos sospechamos que los ojos y las orejas de “H” llegan a todas partes) estuvo muy animada. Muchos querían rechazar el ofrecimiento, alegando que los resultados dramáticos del “holocine” y de las series holovisivas, eran detestables y que los actores virtuales repugnaban a cualquiera por su frialdad y falta de sensibilidad humana. Me costó convencerles de que nada perdíamos probando, puesto que la inteligencia artificial no iba a imponernos nada que nosotros no quisiéramos utilizar. Y así fue como, tras un trabajo previo conjunto humano-artificial-, se creó un guión que se fue poniendo en práctica con resultados tan esperanzadores que a la semana no quedó nadie que se opusiera a esta colaboración.

El ensayo general ha demostrado que la colaboración máquina-humano puede llegar a producir resultados fantásticos. Ahora solo queda que mañana se llene el gran salón teatral (lo que dudo mucho) y de que la transmisión holovisiva en directo sea un éxito (¡imposible!). No tengo muchas esperanzas en el resultado del experimento, pero aún así confío en que se produzcan nuevas oportunidades para los actores de carne y hueso. No niego la perfección maquinista en las interpretaciones de los actores holovisivos creados por “H” e incluso yo mismo llegué a enamorarme de una conocida actriz virtual, pero no nos engañemos, donde esté la carne y el hueso que se quiten los circuitos.

 

Breves historia de Omega III( Las montañas negras)


BREVES HISTORIAS DE OMEGA III

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PRIMERA EXCURSIÓN A LAS MONTAÑAS NEGRAS

NOTA EXPLICATIVA: Cuando esbocé lo que ocurriría en el planeta Omega al hacerse cargo la inteligencia artificial, HDM-24, de todos los aspectos del funcionamiento de cualquier sociedad, que generalmente está a cargo de diversos grupos o colectivos de ciudadanos, no me rompí mucho la cabeza, me limité a pensar que el planeta entero se pondría a los pies de un maravilloso artilugio que les iba a permitir librarse del castigo divino que ha supuesto siempre el trabajo en cualquier tipo de sociedad.

Más tarde reflexioné y comprendí que aquello era muy poco verosímil, incluso cuando te dicen que no tendrás que trabajar nunca más y que te darán todo lo necesario, incluso lo accesorio, sin mover un dedo, siempre hay quienes se asustan, temen ser controlados y prefieren seguir como antes. Era preciso esbozar una oposición, aunque fuera mínima. De esta manera surgieron los grupos rebeldes contra alguna faceta nueva de la sociedad futurista que les imponía la inteligencia artificial, aunque todos ellos aceptaban la logística elemental que les permitiría sobrevivir sin trabajar. Luego pensé que era poco, necesitaba un grupo rebelde a todo lo que supusiera un cambio drástico en la forma de vivir omeguiana. Así surgieron los granjeros rebeldes, un grupo importante de ciudadanos que se negaban a que toda su vida fuera truncada por la planificación disparatada de una máquina. No podían seguir conviviendo con el resto de ciudadanos y necesitaban una zona geográfica donde desenvolver su vida, dedicada a la agricultura y a la ganadería, intentando sobrevivir de forma autárquica.

Decidí instalarlos en las Montañas Negras, una especie de Himalaya omeguiano, por razones prácticas a la hora de desarrollar la historia. Los granjeros rebeldes tienen una gran importancia en los primeros capítulos de “Diario de Ermantis” la primera novela de la trilogía. Allí se cuenta la infancia de Ermantis en las Montañas Negras. El que luego será presidente del Consejo planetario de Omega nace entre los rebeldes y solo un cúmulo de circunstancias le llevarán a Vantis, la capital de Omega, donde establecerá contacto con “H” y ambos serán protagonistas de una compleja y dramática historia. En esos capítulos apenas se cuenta nada de los contactos entre granjeros rebeldes y el resto de la población. Decidí aprovechar todo lo que había anotado en libretas y cuadernos sobre el tema y que me pareció una pena desaprovechar. Este relato es solo una breve pincelada sobre el tema que será desarrollado en numerosos capítulos de estas breves historias, especialmente en “El mesías de Omega”.

PRIMERA EXCURSIÓN A LAS MONTAÑAS NEGRAS

Cuando Lía Urmonita nos propuso que todo el grupo hiciera una excursión a las Montañas Negras, para conocer a los granjeros rebeldes, hubo asentimiento general con entusiasmo. Después comprendimos que no iba a ser fácil. Lo comentamos con “H” y él nos aseguró que tendría lista la logística de la operación en unos días, es decir, naves, equipaje y todo lo necesario para nuestra supervivencia en las montañas. El problema estaba en conseguir autorización del consejo de ancianos de los granjeros rebeldes. Sin ella no habría naves, ni logística. Si queríamos ir por nuestros propios medios “H” no nos lo impediría. Eso nos pareció gracioso y todos nos burlamos del sentido de humor del bueno de “H”.

Cuando antes de una semana se nos facilitó un plan estratégico y logístico muy completo sobre el viaje y la inteligencia artificial nos recomendó que en venticuatro horas le facilitáramos una lista definitiva de los viajeros, de las pertenencias que cada uno deseara llevar consigo, de las actividades a desarrollar en las montañas negras y los que quisieran vivir y comer en la nave, el resto se adaptaría a la vida de los granjeros, todos nos llevamos una gran sorpresa y cada uno opinó sobre cómo se las habría arreglado el bueno de “H” para solucionar los problemas de la expedición en tan corto espacio de tiempo.
Teniendo en cuenta que no podía comunicarse con los granjeros a través de la holovisión o el monolito, como hacía con sus fieles, puesto que aquellos habían renunciado a toda esta tecnología; habida cuenta de que “H” era una inteligencia artificial y sus manifestaciones “humanizadas” requerían de una tecnología mínima; siendo al parecer imprescindible que una nave tripulada por un robot de protocolo de primera viajara a las montañas negras, estableciera contacto con los lugareños y consiguiera que aceptaran hablar con “H” por su mediación y de esta forma se estableciera un “diálogo” largo y tenso, el hecho de que solo hubiera tardado una semana en conseguirlo era algo casi milagroso. Nos preguntamos si la inteligencia artificial no habría diseñado un protocolo de emergencia y de alguna forma que se nos escapaba bien podría estar en contacto con el consejo de ancianos de los granjeros. Esta era una incógnita que anotamos en nuestra agenda, para intentar desvelar “in situ”.
Dos naves fueron suficientes para trasladar a toda la expedición, fue agradable, al menos eso supongo porque me quedé dormido y no desperté hasta minutos antes del aterrizaje, y sin incidencias reseñables. Nuestro piloto era un robot de clase MX-1, perfecto para tareas, tales como el pilotaje de naves y otros vehículos y como robot de protocolo. En cuanto tomamos tierra en el Valle de la Muerte, MX-1 nos pidió que permaneciéramos en el interior de la nave durante unos minutos. A través de las ventanas le vimos caminar con soltura hacia un grupo de granjeros rebeldes que aguardaban tranquilamente, a la sombra de unos árboles. La charla no duró mucho, el robot regresó y nos hizo salir de uno en uno, acompañándonos hasta la embajada de los granjeros, que según pudimos ver, conforme nos acercábamos, se trataba de un respetable grupo de ancianos.

Mi asombro no tuvo límites cuando el robot se vio obligado a hacer de intérprete entre los ancianos y los miembros de la expedición. ¿Acaso ignoraban el omeguiano estándar? Aunque según la documentación que recabé de “H” sobre los granjeros rebeldes éstos llevaban siglos encerrados en aquel reducto natural, ajenos a la evolución de la sociedad omeguiana, el idioma que todos utilizábamos para comunicarnos era conocido y utilizado por todos desde hacía casi tanto tiempo como los granjeros llevaban aislados. Incluso durante la época del turismo más feroz, cuando Omega fue literalmente invadida por las clases más pudientes de las sociedades de los planetas habitados del Cuadrante, incluso entonces los granjeros rebeldes ofrecieron tal resistencia que el Consejo Federado de Gobiernos Omeguianos, la C.F.G.O, claro antecedente de nuestro actual Consejo Planetario de Omega, se vio obligado a cerrar al turismo toda la zona de Las Montañas Negras. Algo que no supuso gran quebranto puesto que la mayoría de los turistas eran ricachones hedonistas que preferían las playas y los lujosos hoteles de Vantis a una aventura arriesgada en un clima tan extremo y en un entorno tan salvaje como fue siempre el de la zona, incluso antes de la legendaria batalla del Valle de la Muerte.

Algunos miembros de la expedición eligieron quedarse a dormir y a comer en las naves, muy inseguros ante lo que una comunidad tan arcaica pudiera ofrecerles, pero acabaron por aceptar acomodo en las granjas más próximas, como todos, al enterarse de que el Consejo de ancianos había denegado el acceso a sus granjas y bosques de cualquier medio de transporte que no fuera el de tracción animal, y que las distancias eran tan enormes que regresar a las naves para dormir, no digamos para recibir las habituales remesas de alimentos a través de los monolitos teletransportadores que formaban parte consustancial en todos los hogares o naves de transporte, era físicamente imposible.

La comunicación con el Consejo de ancianos fue muy fluida, a pesar de la dificultad que supuso el que nuestro robot de protocolo MX-1 tuviera que estar presente en todas las conversaciones. A todos nos pareció apasionante conocer de primera mano la historia, tradiciones y forma de vida de aquellas comunidades que habían renunciado a todo progreso para llevar una vida sencilla, natural y muy espiritual. Según pude entender, el gran aglutinador de las numerosas comunidades de granjeros, extendidas por toda la zona, era el culto a la Mente Universal, una especie de religión, o más bien de filosofía, que creía en la existencia de una poderosa mente universal, algo así como la mente del cuerpo-universo, lo mismo que nosotros tenemos una mente en el interior de nuestros cuerpos.

Cada miembro de la expedición se interesó por todo aquello que fuera propio de su disciplina académica. Eso obligó a una estricta organización, habida cuenta de que solo podíamos disponer de un robot de protocolo para toda la expedición. Los granjeros que nos acogieron eran, en general muy amables con nosotros y gustaban de compartir su vida y costumbres, aunque todos se negaron a que les habláramos del tipo de vida que se llevaba en la sociedad civilizada a la que pertenecíamos. Todo fue bien hasta que comenzamos a sufrir el acoso de una partida de jóvenes granjeros, que contra la decisión de su Consejo de ancianos, habían decidido arrojarnos de sus tierras, incluso utilizando la violencia. Como los ancianos no pudieran garantizarnos la integridad física y “H” se negara a facilitarnos armas defensivas, decidimos regresar a las naves y volver a Vantis, aunque no sin antes prometernos realizar una segunda expedición, para lo cual deberíamos convencer a nuestra inteligencia artificial de que nos proveyera de armas aturdidoras y organizara una logística más práctica.

(Notas extractadas del diario de Aris Orbotón, rector de la universidad de Vantis, y de su cuaderno de campo, ambos manuscritos)

Continuará.

BREVES HISTORIAS DE OMEGA II (LA BIBLIOTECA DE VANTIS)


ImagenBREVES HISTORIAS DE OMEGA

NOTA EXPLICATIVA: Cuando me propuse esbozar la vida en el planeta Omega, tras asumir la inteligencia artificial sus funciones, imaginaba lo que se me caía encima, pero me quedé muy corto. Era preciso diseñar, al menos, cómo funcionaría todo en aquella nueva sociedad, y, por si fuera poco, también me obligué a trazar un pequeño esquema de lo que había sido la historia omeguiana hasta el momento.

Reconozco que fue una tarea muy, muy complicada, que me llevó años de anotaciones en cuadernos y libretas, además de pasarme horas y horas, días y días, elucubrando cómo podría funcionar una sociedad dirigida por una portentosa inteligencia artificial que se ocupaba de todo mientras los ciudadanos se tocaban la barriga portentosamente. A pesar de que la tarea me superaba y hubiera superado a cualquiera, no recuerdo haber pasado nunca momentos tan divertidos, a la hora de esbozar historias y de crear personajes, que las horas y horas que me pasé en Babia, mirando al horizonte sin verlo y viviendo con mi imaginación en aquella maravillosa sociedad donde nadie tenía que trabajar y todos poseían todo lo que era posible poseer, donde no había ricos ni pobres, ni poderosos ni miserables.

La biblioteca de Vantis, la capital omeguiana, es un breve resumen de todo lo que diseñé respecto al ocio, la cultura y el tema de los libros y las bibliotecas, algo que me interesaba sobre manera. Espero que les guste y que se hagan una idea de las ideas delirantes que se me ocurrían esbozando estas historias.

LA BIBLIOTECA DE VANTIS

Soy Aris Orbotón, rector de la universidad de VAntis, decano de la facultad de historia en la misma universidad, profesor de historia antigua de Omega y experto en civilizaciones extraomeguianas.

Todos estos rimbombantes títulos no significan nada, porque hoy la universidad de Vantis es un viejo museo que se conserva gracias a que un grupo de omeguianos, amantes de la historia antigua, exigimos del bueno de “H” (HDM-24, nuestra gloriosa inteligencia artificial que rige nuestros destinos)que dedicara parte de sus esfuerzos a conservar lo que aún perduraba de nuestra vieja historia en el planeta. Llegamos incluso a amenazarle con irnos a vivir a las montañas Negras, con los rebeldes. Si una inteligencia artificial pudiera reírse de las amenazas humanas no hubiera encontrado mejor motivo para burlarse de nosotros hasta desternillarse. No fue, pues, nuestra actitud lo que obligó a “H” a aceptar nuestras exigencias. Su maravilloso programa le hizo ver el lado práctico de semejante decisión porque al día siguiente nos comunicó que aceptaba nuestra propuesta con la condición de que cada miembro del grupo aceptara su correspondiente responsabilidad. Con el tiempo la tesis de uno de nuestros estudiantes sobre Helenio de Moroni y la evolución de su invento, nos haría ver que la programación de “H” tenía que llevarle necesariamente a tomar aquella decisión, puesto que había sido diseñada para respetar la forma de gobierno democrática que había imperado en Omega durante los últimos siglos y mejorarla, si ello era posible, al tiempo que un exquisito respeto por las minorías le obligaba a permitir que vivieran su vida como les pareciera oportuno, mientras no interfirieran gravemente que los derechos más importantes del resto.

No hay universidad que se precie que no disponga de una excelente biblioteca. La universidad de Vantis poseía la mejor de las bibliotecas posibles y aún mejoró mucho con la incorporación de los ejemplares del resto de las bibliotecas diseminadas por el planeta. Todo se centralizaría en la capital, esa era una condición muy aceptable para nosotros ya que éramos tan pocos que la dispersión terminaría muy pronto con nuestra ridícula rebelión cultural.
Yo acepté el cargo de rector, decano y profesor de historia antigua, todo en uno. Me responsabilicé del cuidado de la gran biblioteca que estaba a punto de desaparecer por falta de cuidado. Muchos libros estaban apolillados y tan deteriorados por el tiempo y el descuido que a no mucho tardar se acabarían convirtiendo en polvo. Teniendo en cuenta que la inteligencia artificial tenía en su memoria todos y cada uno de los libros existentes y conocidos y que eran accesibles de manera sencilla y variada a todos los ciudadanos de Omega, el hecho de que la biblioteca impresa se conservara o no, era algo que no preocupaba, ni mucho ni poco, excepto a nosotros.

Me puse a la labor, organizando la universidad, el profesorado y a los escasísimos alumnos rebeldes que se iban apuntando a las clases. Todo el mundo recibía educación en sus hogares y el bueno de “H”, adoptando la forma que cada alumno le pedía, se encargada de educar en todas las materias a todos los alumnos en edad de recibir educación obligatoria y al resto de animosos estudiantes veteranos. También me preocupé, muy mucho, de pedirle que imprimiera, en ediciones de lujo, todos los libros que estuvieran deteriorados, comenzando por aquellos cuya vida no podía durar mucho. El catálogo ya estaba en su memoria, por lo que me limité a consultarlo y a encargar a los becarios y aprendices de bibliotecarios que buscaran cuantos libros manuscritos se conservaran sobre el planeta para que pudieran ser impresos por nuestra paciente inteligencia artificial.

Todo el saber omeguiano estaba en la memoria de “H” pero nosotros queríamos que también estuviera en la biblioteca de la universidad de Vantis, y ello nos ocupó muchas horas de nuestros ociosos días. Cada día recibíamos peticiones de asociación de nuevos rebeldes culturales y con el tiempo nuestra universidad y biblioteca se pobló de amables ciudadanos que deseaban permanecer en los viejos tiempos porque odiaban que una inteligencia artificial les dijera hasta cuándo y dónde tenían que orinar.

Ciertamente “H” se ocupaba de todo, aunque al principio fue asumiendo sus funciones por etapas y bajo la supervisión del Consejo planetario de Omega, un órgano centralizado de poder que terminó con los gobiernos nacionales y federales y con toda su laberíntica burocracia. Helenio de Moroni dejó instrucciones claras, antes de su muerte, sobre cómo la inteligencia artificial debería ir asumiendo todas las funciones en aquella sociedad y cómo debería ser supervisada por un gran consejo de sabios que estarían a las órdenes de un Consejo de gobierno planetario, nombrado por voto libre y secreto de todos los omeguianos, grandes y chicos, a través de “H”.

La maravilla de disponer de tantos avances tecnológicos que permitían a cada ciudadano disponer casi todo lo que deseara sin verse obligado a trabajar o a comprar, vender o intercambiar, pasó pronto y la gente comenzó a aburrirse. Fue entonces cuando la inteligencia artificial se hizo cargo del ocio y de los medios de comunicación, última etapa en su evolución hacia la transformación en el cerebro del planeta. Pero ese es otro tema que trataremos en otro momento.

El grupo de rebeldes culturales se reunió, tras la propuesta de “H”, y cada uno aceptó su responsabilidad y las condiciones impuestas por la inteligencia artificial. Al principio me sentí bastante solo, puesto que era el decano y todo el profesorado al mismo tiempo. Conseguí que “H” me permitiera utilizar a un ejército de robots como bibliotecarios, limpiaban, catalogaban, ordenaban y asumían cualquier tarea que yo les ordenara. Luego fueron acudiendo rebeldes que se hicieron cargo de diversas materias en las diferentes facultades. Cuando el profesorado estuvo dispuesto comenzaron las clases. Los alumnos se habían ido apuntando y estaban a la espera de que pudiéramos poner en marcha aquella universidad tradicional.

El grupo me adjudicó como ayudante y secretaria a una jovencita que deseaba vivir la experiencia de cómo eran las cosas en los viejos tiempos en las universidades y bibliotecas. Gracias a ella mi soledad se atenuó y gracias a sus originales ideas la universidad y la biblioteca se convirtieron en el nido de amor de quienes comenzaban a odiar a “H” por su prepotencia y porque siempre resolvía todos los problemas, por muy arduos que fueran. Necesitaban sentirse libres y descubrir qué era aquello del “trabajo”, un concepto ya tan anticuado como la agricultura.

La jovencita se llama Lia Urmonita y fue la que me propuso que todo el grupo cultural rebelde hiciera una primera excursión a las montañas Negras, la sede del numeroso grupo rebelde a todo lo que supusiera el control por parte de “H” de sus vidas. Vivían en aquel entorno, respetado por todos y protegido por la inteligencia artificial con mucho mimo, como se vivía tradicionalmente en Omega, antes de que llegara el progreso y el turismo galáctico, es decir, en un sociedad agrícola y ganadera, en una gran tribu gobernada por un consejo de ancianos. Lo que ocurrió en esa primera expedición será objeto de otra historia que comenzaré a escribir con mi bolígrafo de cristal, un regalo especial de Lía, diseñado por ella y que el bueno de “H” no tuvo inconveniente en fabricar.

CONTINUARÁ

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BREVES HISTORIAS DE OMEGA I


NOTA INTRODUCTORIA Y EXPLICATORIA: A los dieciocho años escribí en un cuaderno el esbozo de una novela que se titulaba “El planeta de los vampiros”. Eran vampiros psíquicos, por supuesto, porque los otros no me interesaban mucho. Con el tiempo la historia fue cambiando hasta el punto de transformarse en una trilogía de ciencia ficción que tenía muy poco que ver con el argumento inicial. Durante años tomé apuntes en cuadernos esbozando el planeta Omega y todo el cuadrante habitado de aquella galaxia que no situaba en parte alguna conocida. Luego cuando me compré el primer ordenador y antes de que me atreviera a conectarme a Internet pasé todo lo escrito al ordenador, lo catalogué, lo ordené y lo desarrollé. A pesar de ello y de los casi treinta años que he dedicado a esta trilogía ni siquiera he logrado terminar la primera novela, “Diario de Ermantis”.

Como no quería desaprovechar todo el trabajo que había realizado a lo largo de los años esbozando todas las facetas de la vida en el planeta Omega, decidí escribir unos relatos breves sobre la vida cotidiana y todo lo relacionado con la historia que no se contaba en la trilogía por falta de espacio. De esta manera surgió la serie de relatos que titulé “Breves historias de Omega”.

La primera, titulada Inteligencia artificial, nos cuenta cómo el profesor Helenio de Moroni, una especie de profesor chiflado, inventa una prodigiosa inteligencia artificial capaz de controlar toda la actividad y la vida cotidiana en el planeta. Eso les deja a sus habitantes todo el tiempo libre del mundo. Es un planeta en el que sus habitantes viven en un ocio permanente. Debo confesar que el nombre de la inteligencia artificial HDM-24 lo decidí simplemente basándome en el HAL-9000 de una Odisea del espacio. Puse tres letras, al azar, y el número que se me ocurrió (tal vez entonces acababa de cumplir los veinticuatro años) no tenía nada que ver con idea preconcebida alguna. Con los años, bloqueado completamente en cuanto a cómo desarrollar la idea de la creación de la inteligencia artificial, se me ocurrió echar mano del humor, que siempre me saca de los mayores apuros literarios y entonces descubrí, asombrado, que HDM podía transformarse en Helenio (por lo de Hélade y los nombres griegos de la novela) de Moroni, porque me gustó la palabra, y 24 porque serían 23 los intentos fracasados del profesor chiflado hasta conseguir el éxito.

Subiendo este relato intento retomar la trilogía y los relatos breves, aprovecharé para hacer un índice más completo de personajes y acotaciones para que cualquier lector pueda seguir la historia con una mínima posibilidad de comprenderla. También aprovecharé para iniciar por mi cuenta un pequeño taller de novela de ciencia ficción. Con las notas introductorias explicaré cómo se me ocurrió la idea y cómo fui avanzando en la historia y los personajes.

INTELIGENCIA ARTIFICIAL

El invento del profesor Helenio de Moroni estaba en boca de todos los omeguianos. Aprobado y recomendado por el Consejo Planetario de Omega -que por fin se había formado tras un muy largo periodo de negociaciones- era el tema de conversación predilecto de ociosos, que no dejaban de burlarse de las excentricidades del conocido sabio. En toda sociedad que alcanza un nivel tecnológico elemental acostumbra a surgir la figura del profesor chiflado, quien deja volar su delirante fantasía para producir engendros de lo más variopinto.

En el caso que nos ocupa el engendro no era otra cosa que un cerebrito artificial con el que nuestro chiflado profesor pretendía dar mil vueltas a todos y cada uno de los cerebros naturales omeguianos. Como diciendo: son ustedes tan tontos que una máquina con cuatro circuitos puede superar el pensamiento de los millones de neuronas que almacenan en sus gordas cabezas. Se trataba de la vieja cuestión de la preeminencia de la máquina sobre la carne que a todo científico le pasa por la mente en algún momento de su carrera contra-reloj por superar lo que la naturaleza hizo e hizo muy bien. Yo estaba convencido de que aquello era un simple divertimento o más bien la consecuencia de la congénita testarudez del ínclito profesor, quien no cesaba de pensar y hacer todo tipo de excentricidades, como si hubiera nacido exclusivamente para ello.

Quienes más nos burlábamos del invento éramos los estudiantes de primer curso de ingeniería aereoespacial. Los experimentos autorizados por el Consejo se iniciaban con nosotros, cobayas burlonas y rebeldes. Helenio iba a demostrar que su engendro podía dar clases y examinar mejor que cualquier otro profesor, incluido él. La voz vieja, metálica y gangosa del artilugio nos hacía pasar muy buenos ratos, todo hay que decirlo. Aunque yo no sentía muchas ganas de divertirme parodiando la dicción de la caja metálica situada sobre la mesa del profesor. Se aproximaban los exámenes finales y para mi era muy importante, no solo aprobarlos, sino sacar las mejores notas. Había solicitado una de las seis plazas ofertadas para la expedición de la Descubrimiento I, que saldría al espacio- si todo iba bien- dentro de unos veinte años. Como tripulantes se necesitaban omeguianos jóvenes y expertos. De ahí que escogieran fundamentalmente a futuros profesionales, ahora en formación.

Era condición imprescindible terminar la carrera y con muy buenas notas. Comprenderán mi nerviosismo tras pasarme muchas noches en blanco, intentando asimilar las asignaturas de primer curso, infladas por una multitud de datos facilitados por nuestro metálico profesor. No deseaba perderme la primera expedición que abandonaría el famoso cuadrante galáctico, habitado por especies inteligentes. La posibilidad de hallar vida inteligente fuera del universo conocido y que ésta nos ayudara a solucionar todos nuestros problemas de un plumazo (algo que se rumoreaba pretendían algunos miembros progresistas del Consejo) y que un estudiante anónimo y poco respetado entre sus colegas pudiera formar parte del comité que haría de intermediario entre ambas especies me erizaba el vello de satisfacción.

Llegó el día y la hora señalados y mis previsiones más pesimistas se materializaron. Realicé un examen nefasto. La única esperanza que aún me quedaba era que mis contrincantes lo hubieran hecho peor, algo realmente difícil, aunque no imposible. Nuestro muy poco apreciado profesor HDM-24 (Helenio de Moroni en su veinticuatroavo intento) se las ingenió para encontrar las preguntas más astutas y malevolentes, en un derroche de imaginación que necesariamente dejaría agotado cualquier cerebrito, por muy artificial que fuera. Al salir del aula pude oír comentarios para todos los gustos, todos coincidían en que al cacharro se le había quemado algún circuito o más bien varios. Un estudiante especialmente sarcástico hablaba de nuestra suerte por no haber perecido en un pavoroso incendio a consecuencia de los cortocircuitos del muy odiado profesor.

Mi sorpresa no tuvo límites cuando al día siguiente me encontré en la lista de aprobados, el primero, arriba del todo. Si Helenio, el profesor chiflado, no hubiera dado garantías a diestro y siniestro de que nadie, absolutamente nadie, podría manipular su artefacto, me habría atrevido a pensar en una recomendación de Moroni a mi favor. Algo insólito puesto que ni siquiera nos conocíamos. Fue entonces cuando inicié mis sospechas de que algo no iba bien en aquella inteligencia artificial. O puede que fuera demasiado bien, según el punto de vista.

No les voy a dejar con el suspense balanceándose en la nuez. Logré el título de ingeniero aereoespacial de primera. Embarqué en la Descubrimiento I, que partió un año antes de la fecha programada. Pero no les voy a narrar ahora estas aventuras, les cortarían el resuello. Es mejor que se vayan preparando porque esa es otra historia para otra ocasión.

A la vuelta, doscientos años más viejo, me encontré con una sociedad tan cambiada que no la reconocería ni su madre. Helenio de Moroni estaba difunto y su engendro había pasado a manos del Consejo Planetario, que lo utilizaba como asesor de todas sus decisiones. Algo así como un cerebro en la sombra, si me permiten el chiste. Omega había llegado a ser el planeta turístico por excelencia de todo el cuadrante. En las arcas del Consejo Planetario no dejaban de entrar divisas de todas las formas y calibres. Éramos inmensamente ricos, me refiero a todos los omeguianos, y se decía que el Consejo, con el asesoramiento de «H», estaba pensando en sacarse de la manga un decreto que cerraría Omega al turismo, nos aislaría del resto de la Galaxia y convertiría nuestra civilización en la primera absolutamente ociosa de que se tuviera noticia. Los robots a trabajar y nosotros a disfrutar.

No era una mala perspectiva, pero algo me olía mal en todo aquello. Estaba convencido de que el estúpido invento de Moroni no era una inteligencia artificial al uso. Algo que se confirmó cuando aparecí en la lista de candidatos del Consejo a nuevo Presidente. Se celebrarían elecciones virtuales y el que más votos recibiera sería el nuevo Presidente y el encargado de llevar a cabo los nuevos planes que se estaban cociendo en los circuitos del engendro y en los pasillos del palacio de cristal que se acababa de construir para su sede y la del Consejo Planetario.

Lo han adivinado. Salí elegido por mayoría absoluta y en la primera vuelta, a pesar de no haber movido un solo dedo en la campaña electoral. Me convertí en el veinte presidente de Omega y el primero vitalicio, según establecía el decreto convocando las elecciones. No estaba dispuesto a dejarme manipular por una simple máquina. No al menos de que antes me dejara conocer su secreto. Porque tras los circuitos de «H» existía un misterio. Eso era seguro…El final de la historia era totalmente predecible. El me lo hizo saber y yo me dejé manipular. Pero esa también es otra historia… para otro momento.

FIN

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