UN ESCRITOR FRUSTRADO XXI


-A saber, señorito. Las mujeres somos muy tontas y nos enamoramos hasta del mismo demonio. ¡Así nos va!

-¿Crees que Julita se enamoró de Sisebuto?

-No sabría decirle. Si fuera cierto que aquel bruto la violó y la hizo un hijo, dudo que Julita pudiera enamorarse. Las mujeres somos tontas, pero no tanto.

-¿Entonces?

-Puede que Sisebuto no la violara y todo fueran habladurías, aunque me extraña, ninguna moza se marchaba del pueblo sin haber sido pasada por la piedra por Sisebuto. Eso era dogma de fe, como decían los curas. Así que sería raro que Julita hubiera sido la primera. Yo creo que la violó.

-¿Entonces?

-¿Entonces? Tenía que haber visto a Sisebuto, como lo vimos todos. Daba pena. Partía el alma. No vivía más que para ella, se humillaba, la miraba como a una diosa. Hasta alguna vez llegaron a verle llorar ante un desplante de Julita. ¿Puede creerlo, señorito? ¡Sisebuto llorando! Pues así fue. Solo una piedra no se conmovería.

-¿Entonces cree que Julita se casó por compromiso?

-Una mujer que ha sido violada no siente compasión por su violador. A no ser que sea una mierdecilla y julita era una mujer de armas tomar.

-¿Entonces?

-Estoy harta de tanto “entonces” señorito. No lo sé, no sé lo que pasó.

-¿Qué imaginas?

-No fue por dinero. A Julita le iban bien las cosas. Había conseguido ahorrar mucho dinero durante su etapa de vedette. O al menos era lo que se decía. Al parecer tenía también una compañía de teatro en Madrid. Su nombre aparecía en los carteles. Los que los vieron decían que ella aparecía allí como la dueña de todo. Además aunque hubiera necesitado dinero Sisebuto no tenía dónde caerse muerto. Y nadie en su sano juicio hubiera imaginado que su padre se echaría atrás de su amenaza de desheredar a su hijo. No se casó por amor. De eso estoy segura.

-¿Entonces?

Hortensia le dio a Córcoles un fuerte cachete en el muslo y éste saltó del sofá, sobresaltado. La mujer se burló de él.

-Como vuelta a repetir otra vez esa palabra le dejo. Soy capaz de volver a casa aún con esta nevada y los malditos lobos. Usted no me conoce, señorito.

-Perdona Hortensia. No volveré a hacerlo.

Y para calmar a la mujer, transformada en un peligroso basilisco, Córcoles volvió a acariciar sus muslos. Eso la tranquilizó un poco, o al menos recibió muy bien la nueva actitud del señorito, atento a su boca y buscando su placer en la suavidad de sus caricias.

-En la vida hay misterios, señorito. Por si no lo sabía. Nadie conoce todo, excepto Dios. ¿Por qué se casó Julita con Sisebuto?  

Considérelo un misterio como el de la santísima Trinidad. Lo cierto es que se casaron y eso es lo que importa. En Villa de Alba, porque en el pueblo no se atrevieron. Seguramente sería Julita quien convenciera a Sisebuto, porque éste era tan bruto que se hubiera casado en la iglesia del pueblo, con la escopeta al hombro, y habría terminado matando a unos cuantos.

“Se casaron en Villar, por la iglesia. Julita fue de blanco, algo que las comadres del pueblo nunca la perdonarían. Aunque hubieran sido capaces de perdonarle el resto, que nunca lo hicieron. Alguna hubo que incluso fue a hablar con el cura de la parroquia de Villar. Aprovechando las amonestaciones quiso convencer al párroco de que Julita era una puta y que nadie en su sano juicio la dejaría casarse por la iglesia. El cura la echó con cajas destempladas, creo que más bien porque era imposible probar que Julita fuera una puta, no existían pruebas, y también ayudó el que ella hubiera hecho una cuantiosa donación a la parroquia.

“¿Puede creer usted, señorito, que hasta se atrevieron a ir a la boda? Como se lo cuento. Algunas comadres se colaron en la boda y hasta en el banquete. Eran tantos los invitados que pasarían desapercibidas.

“Vinieron sus compañeras de la revista, cuando era vedette. Eran unas cuantas y estaban de toma pan y moja. Al menos eso comentó algún mozo del pueblo las vio salir de la iglesia. Al banquete no pudieron entrar porque Julita dio orden a los matones que había contratado de no dejar pasar a ningún hombre sospechoso sin consultar con ella. En cambio parece que hizo la vista gorda con alguna comadre. Seguramente quería que alguien contara la fastuosidad de aquel banquete que pasaría a la historia de esta comarca. Julita era así, una mujer de mucho carácter, de armas tomar.

“Lo que más se comentó fue que el chofer, ahora abogado, fuera el padrino de boda. ¿Cómo podía consentir el bruto de Sisebuto que el amante de su mujer la acompañara al altar? ¿Tan bajo había caído? Eso se dijo con cierta lástima mal intencionada, como deseando que al salir de la iglesia fuera a por la escopeta y le pegara un tiro al chofer.

“Ni los padres ni ningún otro familiar de Julita fue a la boda. A pesar de haber sido invitados, como no se cansaron de repetir a uno y otro, para congraciarse con el pueblo. Tal vez por eso eligiera a Julián, aunque se dijo que Julita tenía muchos amigos y muy guapos. Cualquiera de ellos hubiera sido un estupendo padrino. Por lo visto había hecho muchas “cognoscencias” en Madrid. Hasta hubo muchos que fueron de chaqué o de frac, como los pingüinos.

“Hubo muchos invitados y todos se lo pasaron en grande, al parecer. Se hicieron muchas fotos y alguna saldría luego en los papeles. Aunque la más conocida y que pasaría a la historia fue la que se hicieron los recién casados delante de la casa del molino. A la manera tradicional, Sisebuto de pie, con su traje de pana y su boina. A su lado Julita, sentada en una silla de enea, con el velo que llevó en la ceremonia y un vestido más discreto y tradicional. Se dice que esa foto aún puede verse en el molino, aunque ducho mucho que nadie haya pasado por allí en años.

-¿Por qué?

-¿Aún no ha oído nada de la mujer fantasma, señorito?

-Pues no.

-Ya se lo contaré. Como le decía la boda fue un acontecimiento. Se fuero n de luna de miel. Nadie sabe dónde. Al cabo de un mes regresaron y se instalaron en el molino. Todo el mundo esperaba poder ver a Julita con bombo. Una imaginación muy morbosa, como dice usted. Pero no se les arregló. Siguió conservando su tipo de moza garrida durante meses, sin que se le notara para nada que fuera a engordar. ¿Había echado a Sisebuto del lecho y por eso no estaba preñada? ¿Se estaría vengando? Eso se comentó entre otras muchas cosas.

“Sisebuto se entrevistó con su padre para que le rentara alguna tierra. Por lo visto quería dedicarse a la labranza y cuidar del ganado aunque Julita debía tener bastante dinero para mantenerles durante el tiempo que necesitaran. Su padre no quiso saber nada, a pesar de que el precio ofrecido era muy alto. Nadie en el pueblo quiso tampoco arrendar ni una mísera tierruca. Al final y tras mucho andar de acá para allá consiguió alguna finca en los pueblos cercanos, donde compró también algunas vacas, ovejas y cabras y un par de caballos. Eso lo hizo con el dinero de Julita, seguro.

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